Capítulo 9: Problemas.

57 8 2
                                    

Siento el sol quemando mi rostro cuando abro los ojos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Siento el sol quemando mi rostro cuando abro los ojos. Trato de acostumbrarme a la luz para poder levantarme, sintiendo un éxtasis muy familiar. Sonrío ante el pensamiento.

Cuando trato de ponerme de pie, un brazo me lo impide.

¿Con quién dormí esta vez?

Frunzo el ceño y me doy lentamente la vuelta para no levantarlo. Justo cuando distingo su rostro, mis ojos se abren con sorpresa y me levanto deprisa, ocasionando que él despierte.

—Buenos días —susurra mientras sonríe.

—Demonios, Ab, ¿qué haces aquí?

—¿Dormir? —Un bostezo escapa de su boca en lo que talla sus ojos.

—Levántate, rápido. —Arrojo las prendas a él lo más deprisa que puedo, sintiendo el miedo apoderarse de mi cuerpo a cada segundo que transcurre.

No puedo creer que me haya acostado con él. Maldición. No. No. No. No. Esto no debía pasar. No así. No ahora.

No con Lucas aquí.

—¿Quieres que me vaya?

—Sí. No. Yo... Ugh. Mira, solo báñate, vístete y... yo prepararé algo de desayuno para que te vayas a trabajar.

—¿Me estás echando? Te recuerdo que estás desnuda, y eso no ayuda mucho a mi mañana.

—Cállate. Solo hazlo.

Comienzo a vestirme, acomodo mi cabello y me acerco al espejo para limpiar un poco mi rostro.

Necesito apurarme antes de que llegue Lucas.

Llego hasta la cocina y preparo algo de café, asegurándome de llenar el estómago vacío del doctor que estuvo en mi cama toda la maldita noche.

Toda la noche...

No puedo creerlo. No fue tan difícil como creí. El niño de papi tenía razón: forzar las cosas no ayuda.
El problema es que ahora ya completé mi misión. Si Lucas se entera...

No. No puedo permitir eso.

—¿Estás bien?

—Sí.

—¿Segura? Oye... creo que... deberíamos hablar de anoche...

—No. Ahora no. Solo toma tu desayuno y vete de aquí.

—Pero...

—¡Necesito que te vayas!

Me mira como si fuese una villana que ha roto su corazón. Mierda.

—Bien. Entonces... me voy.

—Toma desayuno —insisto.

—No hace falta. Desayunaré en el hospital. Adiós.

LUJURIA Y PAZ © | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora