Parte VI

8.7K 1K 82
                                    

—¿Estás seguro de que todo está bien?

No puedo mirarte, si sigues pregúntame lo mismo con aquel tono preocupado, voy a terminar por sentirme aún peor de lo que ya lo hago.

—Seguro. —digo sin voltearme. Prefiero llevar mi atención a abotonar mi camisa y checar mi imagen en el espejo. Tenemos una entrevista en vivo en quince minutos y el camarín es un desastre con todos arreglando los últimos detalles. Tu mirada choca con la mía a través del espejo y tienes aquel brillo que me dice que no crees nada de lo que sale de mi boca.

Y eso está bien.

Porque te estoy mintiendo.

No es que quiera hacerlo, es solo... las palabras de CEO Bang Sihyuk se repiten en mi cabeza una y otra vez. Los medios rumorean sobre mí, ya no en broma, ya no en un cotilleo clásico; mi sexualidad está siendo cuestionada y todo gracias a nuestra cercanía.

—Confío plenamente en cada uno de ustedes —dijo el hombre a quien le debemos la gran oportunidad de estar en donde estamos. —Cualquier cosa que los medios hablen, vamos a afrontarla, pero mientras eso sucede, no tenemos que añadir gasolina a ese incendio.

Así que debo tomar distancia de ti, al menos, cuando las cámaras están presentes. Y en este momento hay una justo detrás de tus pasos, me aparto a regañadientes, peleando con el lazo negro que tengo que ponerme al cuello.

—Lo vas a romper —Tae Huyng me lo arrebata de las manos, alisándolo entre las suyas y haciéndome una seña para que alce la cabeza y él pueda hacerlo por mí. —¿Qué te tiene de tan mal humor, Kookie? Llevas tal puchero en los labios que ya se volverá una mueca permanente.

Quisiera poder decirle mi secreto a alguien, poder desahogarme y llorar en el hombro de alguno de los chicos sin ser juzgado.

Tae es un buen amigo; el mejor, él me ayudó a tomar confianza a través de los años y soltar aprensiones. Me ayudó a ver que no todo el mundo está ahí para hacerte daño o siquiera opinar sobre ti. Él te tiende la mano y no hay segundas intenciones detrás de ello.

Lo miro por un minuto completo.

—Las prácticas me tienen algo estresado, solo es eso. —digo por ultimo. Porque soy un cobarde. Y el dolor se hace un poco más agudo en mi interior.

Tae me mira intensamente, terminando su tarea.

—Esto ya está, —Él jala el nudo del corbatín y me da una sonrisa. —ve por algo de beber, quizás te haga sentir mejor. Algo frío de preferencia.

Me da una palmada en el brazo e intenta alejarse, pero por el rabillo del ojo puedo ver cómo te acercas Jimin y, en serio, que no puedo contra ti. Es muy pronto para una segunda ronda de preguntas y ojos con dobles intenciones en mi dirección. No soy lo suficientemente fuerte para ponerte demasiada resistencia, así que detengo a Tae por el pecho, pasando mi brazo por sus hombros.

—Veo que estás listo, hyung, hazme compañía. —Lo arrastro hasta un sofá y caemos sentados el uno al lado del otro.

Él me da una mirada inquisitiva.

—¿Qué? —Finjo.

—Nada... estás extraño.

Hago oídos sordos.

Veo tu figura pasar frente a nosotros, haces amago de detenerte, pero cambias de opinión. Afortunadamente, cambias de opinión y sigues de largo. Tomas asiento en una silla de maquillaje y puesto que estás listo, solo te quedas ahí. La cámara que te seguía ha desaparecido, buscando la atención de Suga hyung en su lugar.

Te extraño Jiminie, estás a solo pasos de mí y te extraño.

Quiero poder jugar contigo, gastarte bromas, quizás tomarte el pelo un poco sobre tu tamaño; tu rostro ruborizado y tus ojos molestos me hacen tener las más grandes sonrisas. Así podría abrazarte cuando te enfades, podría hacerte reír en compensación, la excusa perfecta para tener tu preciada atención.

Pero no puedo, maldita sea, no puedo.

Escondo mi rostro derrotado contra el hombro de Tae Tae, quiero fundirme en el negro de la chaqueta de su traje y desaparecer.

—Kookie, puedes confiar en mí, dime que está mal. —Su mano aplasta mi cabello hacia atrás y busco la caricia de manera inconsciente. —No me mientas diciendo que son las practicas, estas nunca te dejan así, por muy intensas que sean.

—Mi corazón duele, hyung —Le confío.

—¿Extrañas a alguien? ¿A tu familia? —Intenta averiguar.

Me separo hasta estar erguido y lo veo a los ojos.

—No, es alguien más cercano que familia. Alguien que está más profundo en mi pecho.

Tae hyung traga y su mirada se mueve hacia algo que está a mi espalda, antes de retornar a mí. Sus ojos me escanean y su particular sonrisa queda aparece.

—Tienes que tomarlo con calma, niño. No te ahogues.

No sé lo que significan esas palabras. No sé lo que ha entendido de lo que le dije. Me da una palmadita en la cabeza como a un cachorrito y se aleja, saliendo por la puerta del camarín dejándome completamente perdido.

Me quedo allí mirando mis manos, torciendo mis dedos.

Estoy inquieto y perdido.

Y cuando alzo mi vista, solo estás tú, Jimin. Solo te puedo ver a ti. Sentado frente a mí, devolviéndome la misma mirada necesitada y anhelante. Con un dejo de molestia en la mueca de tu boca. En tu gesto decaído.

Siempre supe que nuestra relación no era la clásica, con tu atención por mí, con tu cuidado y deseo de que te diese mi cariño. Aunque nunca me vine a imaginar que íbamos a llegar a esta instancia. De haberlo sabido, creo que hubiese hecho todo diferente.

Porque estar enamorado de ti, duele. 

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora