♡ Epílogo Parte II ♡

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Narra Mika.

Contemplé por un rato a la feliz pareja de pie junto al altar y luego mi mirada revoloteó hacía el bello chico que estaba sentado a mi lado. Los recuerdos salieron a florecer en mi cabeza, haciéndome vibrar por la nitidez con la que se proyectaron.

Mientras el ministro hablaba uniendo a la pareja frente a él, recordé las palabras de Shinoa el año pasado;

Me golpeaba el pecho con fuerza y rencor, mientras me miraba con sus grandes ojos cafés y lloraba sin contenerse. Me partía el alma verla así.

-¡Vete tras él entonces!- me decía- ¡Alcánzalo porque el amor de tu vida se escapa!- me golpeó por décima vez el pecho.

-Shinoa- musité.

-Debí de haberme dado cuenta antes- gritaba-. ¡Nos hubiéramos ahorrado todo esto!- manoteó cansada.

-En ningún momento te engañé, Shinoa- expuse-. Él me robó un beso, pero estaba ebrio, Shinoa.

-¡Pero tú no!- exclamó con voz estrangulada- Además, el que haya estado o no ebrio no quita que se haya enamorado de ti- señaló un papel sobre la mesa arrugado violentamente-. ¿Y sabes qué es lo peor?- sollozó- Que tú, perfectamente cuerdo, te enamoraste también… de él. De mi mejor amigo- gimió.

-Shinoa- quise acercarme, abrigarla en mis brazos para que de alguna manera cesara su dolor, pero me quedé a distancia, sabiendo que después de mi confesión, no serviría de nada- Nunca quise hacerte daño- expliqué-. Simplemente… no pude controlarlo.

Recordé entonces el primer día que descubrí que sentía algo por Yuu-chan, o mejor dicho, cuando acepté que sentía algo por él. Aquella vez que él veía una película de terror y que de cierta manera, sin explicarme cómo, quería protegerlo entre mis brazos y luego, jamás dejarlo ir. Con el paso del tiempo me di cuenta de que me gustaba estar a su lado, pasar las horas en su compañía y hacer chistes tontos de cualquier cosa.

-¡Pero pudiste decírmelo!- las palabras de Shinoa continuaron- No había necesidad de que me hirieras de esta forma- sollozó de nuevo-. Pero yo soy la estúpida, ¿sabes? Debí de darme cuenta, por cómo mirabas a Shusakū cuando se le acercaba, le hablaba o lo besaba.

Mi rostro de endureció al recordarlo. Era una furia devastadora, una inquietud por querer alejarlo de Shusakū cuando éste se le acercaba.

Algo que en ese momento me inundaba de pies a cabeza y que no podía explicarme la razón. Ahora lo sabía. Volví a perderme en el recuerdo, en la escena de aquel día gris.

Me encontraba inmovilizado en el centro del departamento de Shinoa, después de haber parecido un idiiota y sentirme como uno. Viendo a Mitsuba parada en la puerta y a Shinoa entre sus brazos sollozando en su pecho. Entonces, sólo entonces, me di cuenta de que yo había sido igual de ingenuo que Shinoa, ahora comprendía quién era la chica a la que Mitsuba amaba y porqué es que nunca me lo dijo. Estaba de pie allí, mirándome con la comprensión de una amiga, con el dolor de una hermana; mientras Shinoa la apartaba lejos, llevándoselo consigo como el único apoyo con el que contaba.

-Acepto- nusitó mi hermana, mirando fijamente a su futura esposa y sonriéndole, haciendo que mi mente volviera al presente.

-Y tú, Shinoa Hiragi, ¿aceptas a Mitsuba Shindo como tu futura esposa; para amarla, cuidarla, en la salud y enfermedad, hasta que la muerte los separe?- preguntó el ministro.

-Acepto- respondió ella.

Yuu-chan se levantó de la silla y sacó su cámara fotográfica. Lo miré desde abajo, sentado aún.

~•Manual De Lo Prohibido•~ //Mikayuu//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora