Prologo

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Un sol resplandeciente se asomaba en el parque central de la ciudad de Boston. Varios niños corrían, saltaban, reían, se caían, lloraban y pataleaban, ese era el pan de cada día en esa parte de la ciudad.

Una niña posiblemente de unos 7 años, su cabello castaño, tez blanca y unos ojos de color café. Con sus manos construía un castillo de arena con el molde que le había comprado su madre por su cumpleaños.

Sonríe orgullosa al ver que le sale perfecto. Aplaude y llama a su madre entre risas para que vea su castillo, era el primer logro que tenía en su vida. Aunque esa risa se apaga y aparece una cara de desconcierto y enojo al ver su castillo desmoronarse por una bola de lodo.

Hailee, así se llama la niña, busca al culpable de haber tirado su castillo de arena. Cuando por fin lo encuentra a un niño sonriente, tenía cabello castaño y unos preciosos ojos verdes que podían cautivar a cualquiera, tez blanca y sus mejillas ligeramente rosados.

El niño estaba tan feliz de que por fin su madre lo había sacado al parque. Vio su oportunidad y empezó a hacer bolas de lodo como si fueran granadas, al ya tener el las suficientes busca un blanco a donde tirar hasta que sus ojos paran hacia una niña.

Para él su cabello parecía cabello de bruja, sus ojos parecían negros como el demonio y le veía tantas imperfecciones a esa pobre niña que solo quería disfrutar un momento en el parque.

Decidido, tira la bola de lodo hacia el castillo que había construido la pequeña con tanto esfuerzo. Cuando sus ojos se encuentran, el pequeño solo se limita a sonreír mostrando sus pequeños y blancos dientes para luego volver a lo suyo y jugar a los soldaditos.

Hasta que un dolor en la parte trasera de su cabeza hace que se detenga y se queje del dolor. A la niña castaña que le había tirado la bola de lodo tomo fuerzas y le jalo el poco cabello que tenía el niño.

—No me toques, piojos — exclama el niño y la pequeña solo se digna a mirarlo con disgusto

—¿Porque tiraste lodo a mi castillo? — la pequeña al preguntar hace un pucherito como si fuera a llorar, pero eso no le importo al pequeño demonio

—Porque quise — justifica su respuesta el pequeño mientras mantenía su vista en sus soldaditos dejando a Hailee sorprendida y con la boca abierta. Ella pensaba que se iba a disculpar, que equivocada estaba

Respira hondo Hailee para luego sentarse a lado del niño desconocido para ella recibiendo una mirada curiosa de parte del pequeño — ¿Qué quieres? — pregunta el niño confundido

—Quiero jugar contigo — responde Hailee emocionada mientras agarra un soldadito que luego le quita el niño

—No coger, mío

—Pero quiero jugar...

—Los niños no jugamos con las niñas, tienen piojos y gérmenes

—Eso no es cierto — se defiende la niña mientras vuelve hacer el puchero como si fuera a llorar haciendo pequeños sollozos

—Y también son lloronas — expresa el niño antipático

La pequeña no se iba a dejar así que toma una de las bolas de lodo que había hecho el niño y se lo tira a su cara, luego más bolas de lodo de parte de ella llegan al rostro del pequeño. Cuando ya se acaban las bolas de lodo y la cara del chico estaba todo embarrada de lodo el empieza a llorar mientras grita el nombre de su mami y corre hacia ella

—Simon ¿qué te paso? — pregunta su mamá preocupada mientras limpiaba la cara de su hijo con un pañuelo

—Fue ella — acusa el pequeño Simon y señala donde estaba la niña, pero ya no estaba, estaba vacío. Eso confundió totalmente a Simon

—Te dije que no era buena idea que viniéramos a un lugar tan corriente — le reprende su mamá mientras toma su mano y lo jala alejándose del parque

Simon solo mantuvo su mirada en la niña que estaba escondida en un árbol riéndose de el

Simon nunca iba a olvidar a esa niña. Nunca

Conquistando a Simon Wells  #CA2019Where stories live. Discover now