agridulce;;

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La imagen de Damon durmiendo era agridulce.

Ésto fue consecuencia de la idiotez general. La ignorancia del resto no era noticia nueva ni cosa de la que sorprenderse, pero continuaba siendo desalentadora y decepcionante.

La tristeza parecía trepar por sus párpados cerrados, la impotencia se había sentado entre sus pestañas, y la sonrisa que se apareció entre sus labios recién, parecía una autoburla.

Incluso su subconsciente se mofaba de él, de su debilidad. Reía entre sueños y el de cabello oscuro era testigo. Verlo reír mientras dormía, cuando despierto sólo se estresaba y lloraba, era reconfortante. Su imagen era dulce pero agria a la vez por lo recién mencionado.

El de lentes sentía un escalofrío recorrer su espina dorsal, y una segunda revolución francesa en su estómago a la vez. El enamoramiento y el miedo lo atacaban al mismo tiempo. No quería que su amado despertara, porque así estaba tranquilo. Así no lloraba, por más que sufriera al observar esa imagen tan confusa.

Su respiración al descansar, era tan lenta como la invasión del parásito deprimente que le impedía detenerse a pensar, ¿Merecía ésto? Antes de que pudiese planteárselo a sí mismo, el rubio se echaba a llorar y al artista le tocaba consolarlo hasta que volviese a dormirse.

Damon soñaba con una utopía. Una eterna tarde con él, acariciándole el pelo y observando los dos un amanecer. En específico, ese amanecer que los unió, esa misma aparición del sol en la cual aquél de piel pálida, retrató sus ojos sin saber que eran los del jóven que poco después, le robó el alma y el aliento. No olvidemos el corazón.

Leslie vió por primera esos poderosos orbes azules en sueños una madrugada de marzo, y ¡Oh, casualidad!, Albarn vivía en ellos desde que su alma se vino abajo con dos palabras hirientes. Tan poderosas como dagas, como balas. Habían atravesado su corazón y el brillo de sus ojos. Los dos pensaban que éste último era anti balas. Pero nada lo era.

Al final todos eran débiles.

Quería pensar que era cuestión de tiempo y de la ejecución de su plan maestro para que él volviera a reír a carcajadas, saltaran en los charcos sin botas de ule, y se pensaran el uno al otro mientras estaban en salones diferentes.

Por eso su imagen era agridulce. Se veía tranquilo descansando, viviendo por unas horas, camino a Francia, en su lugar ideal con quién ahora lo abrazaba para protegerlo del frío de la realidad.

Observarlo dormir le generaba mil confusiones. Porque en síntesis, al dormir, Damon escapaba de aquél mundo inculto en el cual gran mayoría se encargaba de destruirles el alma a los dos. Sólo por quererse, por amarse, como lo hacían las parejas de chicos y chicas.

._
Ola vves
Se nota que estuve leyendo filosofía?

Escuela de mierda

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the masterplan - gramonWhere stories live. Discover now