Sweet Dream IX

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La vida no es justa, en lo absoluto. Podrías desear lo que sea con tanta pasión o orarle a los muchos dioses que puedan existir, pero aún así no puedes conseguirlo si no lo hacer por ti mismo.

Aihara Mei cada vez se sentía más fría, pero los pequeños detalles hacían enloquecer a Yuzu de una manera irracional, pero nunca lo diría.

Ir a la escuela de Yuzu y dejarla allí, volver por ella saliendo de su escuela aunque tenga cosas que hacer en el consejo estudiantil. Ume se acostumbró a ver a Yuzu traer un libro diferente cada día, había pasado un mes entero desde que ambas se conocieron.

Pero los únicos días que escribo son aquellos en los que nuestras protagonistas tienen cambios qué tal vez no noten, o tal vez si.

-" Mei ."- llamo Yuzu a la mencionada desde el sofá -" ¿cuando vas a terminar?"- soltó una pequeña risa y pasó la página de el libro entre sus manos.

-" Oh, lo siento ."- dijo en un suspiro, mirando la libreta entre su mano izquierda, sosteniendo un lápiz 2B en su mano derecha, dibujarla se había convertido en una de sus pocas pasiones -" Ya puedes moverte libremente."

Los ojos de Yuzu miraron a los de Mei, y aunque lucían cansados, Yuzu apreció sus largas pestañas y el color de estos, al cerrarlos fácilmente podrían tocar sus mejillas.

-" ¿Porqué te gusto, Mei?"- preguntó repentinamente Yuzu poniendo un separador en el libro, para no perderse, para escuchar detenidamente lo que Mei iba a decirle.

-" No lo sé ."- respondió Mei rápidamente apretando su mandíbula -" en realidad, no entiendo nada de lo que siento Yuzu, pero me gusta sentir lo que siento por ti, aunque duela ."- levantó su mirada de la libreta a los ojos de Yuzu, y dio una sonrisa de lado, que lució algo triste, pero encantadora.

Hubo un pequeño silencio, cómodo y suave, Yuzu vio cómo Mei dejo la libreta a un lado y se acercó a ella en el sofá, los pies de Mei aún en el suelo y su mano fría en su mejilla, sus narices chocaban. Y... lastimosamente, Yuzu Okogi se dejó llevar.

Debemos pensar todo lo que hacemos, porque el corazón nos puede engañar solo para que crean que alcanzarán la felicidad.

Para Yuzu, los labios de Mei eran delirantes, te hacían subir al cielo, pero cuando dejo espacio para que la lengua se abriera paso, pudo sentir un balde de agua caliente sobre ella. Esta simple acción, le dio miedo a la rubia, ella es heterosexual y este beso no podía gustarle por más que quisiera... o eso pensó.

Mientras Mei sentía que estaba en la vía láctea, creando nuevos mundos y países dentro de estos, sintió como todo lo que odiaba empezaba a gustarle, estaba viva.

Hasta que se separaron.

Yuzu miró a Mei con sus ojos abiertos y dos de sus dedos tocaban su labio inferior, Mei miraba a Yuzu con un pequeño rubor en ambas mejillas.

Yuzu se levantó y tomó aquel libro prestado por Mei, y salió de la casa Aihara lo más rápido posible. Mei sintió un vacío que sabría que tendría después de besarla, pero no se arrepintió.

Mei vagaba por las calles cercanas a su casa, se topó con algunas estudiantes de la academia Aihara, pero solo saludó.

-" Hola ."- saludó la chica de cabello rojo sentada en una de las bancas del parque -" No te veo desde hace tiempo."

Mei la observo y frunció su ceño, No... no la conocía, hasta que recordó su mirada roja, había visto esa misma mirada mientras se besaban en la fiesta de unos días atrás.

-" Hola, Aoi-San ."- saludó Mei sentándose a su lado, para después mirar hacia el cielo azul de la tarde de Noviembre -" ¿donde estudias?"

-" En la montaña de Astraea, en el instituto de Miator ."- Mencionó apretando sus labios -" Tengo 17 años, por si no lo sabias."

Y la verdad es que a Mei no le importa en lo absoluto, así que mejor se quedó callada y espero hasta que la otra chica quisiera irse, al igual de como lo hizo la vez que hablo con Harumi.

Llego a casa a las 10:47pm, paso por una tienda y se quedó comprando flan, pues era su amante perfecto, y le compro helado napolitano a Yuzu -su favorito- por si llegaba esa noche.

Lo divertido de la relación de Yuzu y Mei es que siempre que sucede algo vergonzoso o amoroso entre ellas, cuando vuelven a verse, intentan evadir el tema.

Pero esta fue la excepción.

Yuzu veía una película en la gran pantalla del televisor de el cuarto de Mei, que nunca usaba, sentada al pie de la cama. Mientras que Mei comía flan justo a su lado; esta noche habían almohadas rosas y naranjas en el suelo, que Yuzu había traído de su casa con la más grande paciencia del mundo.

Hasta que Yuzu saco el tema, de una manera bastante directa.

-" ¿Porqué?"- preguntó Yuzu mirando el poco helado que quedaba en su vaso, que se derretía con lentitud.

-" No pude evitarlo, Okogi ."- fue su respuesta, tan simple y fría.

Y aunque Yuzu la llamaba por su primer nombre, Mei aún la trataba con respeto.

Pero sucedió algo que no debió de ocurrir, en verdad que fue lo peor que Yuzu pudo haber hecho.

Así fue como el helado se unió con el flan de una manera desesperada, con un amor que no sabía de donde había sacado. Yuzu la había besado, lo había hecho.

Y si le hubieras preguntado porqué, te hubiera dicho justamente lo mismo que Mei.

El día ocho, día en el que Mei y Yuzu se besaron dos veces, el día en el qué tal vez Yuzu dudo de quien era.

Sweet Dreams; Citrus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora