Prólogo

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Cansados de mirar siempre el reloj, la huida no nos vale para hoy. Si aún nos cuesta hacer el equipaje todavía nuestro amor no se mudó.

Ninguno miraba al otro mientras ambos hacían sus respectivas maletas. Ella se iba de gira, él a casa de sus padres.

Amaia cogió otra camiseta para guardar del montón de ropa, esa era Alfred. Estrujó la camiseta mientras una lágrima empezaba a descender por su mejilla. Se giró para devolvérsela a él y la vio observándola con una camiseta de ella también entre sus manos.

Ambos estaban cansados, en sus rotros se podía ver que ambos estaban pasando por uno de los peores momentos de su vida.

Te observo y sigo amando lo que veo, es cierto, no hago más que dar rodeos.Lo nuestro ha sido un viaje de ida y vuelta. Hagamos el amor en el vagón, que nos detengan.

Cómo tácitamente hecho cada uno se acercó a la maleta del otro para dejar la camiseta a su dueño cerca de su maleta y volvierón cerca de su maleta. Se rozaron al volver a su lugar y una descarga recorrió el cuerpo de ambos.

-Podrías quedarte, la gira durara un par de meses

-Prefiero que no, no puedo estar aquí sin ti.

Amaia iba a decir algo como "y yo no puedo vivir sin ti" pero Alfred había vuelto a su tarea y ella con un nudo en la garganta siguió con la suya también. La decisión estaba tomada, a ninguno le gustaba la solución pero tampoco podían seguir así, viendose por Skype o llamadas de whatsapp, no era bueno para ninguno de ellos.

Curo tus labios rotos, besarlos costaba poco. Quién nos dijo que no somos buen equipo. No supo bien de quienes hablaba ese tipo.

Amaia terminó primero su equipaje y salió de la habitación arrastrando la maleta. En ese momento Alfred se pemitió alzar la vista y contemplar por completo la enorme cama y la nostalgia lo invadió. Qué buenos momentos había pasado en ella. Al principio todo era pasión y deseo después de unos días separados pero eso había sido el principio, ahora no era tan divertido, los días separados pesaban como losas en su relación y estaba consumiendo a ambos.

Dejamos de jugar bajo la mesa. Perdimos la costumbre y las maneras. Vagamos por la casa los domingos, en vez de hacernos juntos un ovillo.

Alfred también terminó la maleta, llevaba lo imprescindible para ese fin de semana, antes de volver y preparar otra para irse de gira y dejar encargado a alguien que recogiera el resto de sus cosas. No podía quedarse más tiempo en ese piso de Barcelona, necesitaba irse de allí porque empezaba a sentir una presión muy fuerte en el pecho y no quería derrumbarse delante de Amaia o no sería capaz de marcharse nunca, y volverían a la rutina de siempre.

Amaia lo esperaba en sentada en el sofá mientras con un pañuelo se limpiaba la cara, se levantó de un saltó al verlo salir de la habitación.

-Bueno, Alfred yo...

Alfred alzó una mano impidiendole hablar.

-No digas nada, no hagamos esto más dificil.

-Pero...

Alfred se acercó a ella y le dió un abrazo fugaz, Amaia quería abrazarlo y perderse en ese abrazo igual que antaño, con esos abrazos que duraban minutos pero no pudo, Alfred se separó en apenas segundos y se marchó sin mirar atrás. Lo último que vio Amaia fue su cara mojada por las lágrimas.

Me sigo preguntando lo que sientes. Me marcho justo antes de que lo cuentes. Ahora somos todo lo que odiamos. Pero dejemos de pensar por un segundo en qué fallamos...



PARTE 1

Te debo otra canción y algún te quiero. Te debo un viaje por el universo. Te debo un beso por cada aeropuerto. Y más veranos llenos de buenos recuerdos.

Cinco años habían pasado desde el momento que se habían separado para no volver a verse a no ser que fuera a través de revistas o programas de televisión o radios.

Ambos habían tenido parejas esporádicas, pero casi siempre rompian por el mismo motivo, falta de tiempo para dedicarles, era eso o lo que ellos querían negar, nadie podía llenar el hueco del otro.

Alfred se había instalado en Londres mientras que Amaia se había mudado a Madrid, ambos con un ritmo agotador de trabajo que no les dejaba tiempo para mucho más y que ahora empezaba a relajarse o puede que ellos ya se hubieran adaptado y supieran manejar y organizarse mejor.

Y parecia que los días de descanso se empezaban a acumular en sus calendarios. Por lo que Alfred había decidio ir a visitar a sus padres unos días.

Alfred estaba sentado en la sala de espera VIP del aeropuerto de Heathrow en Londres maldiciendo el retraso de su vuelo, se moría de ganas de llegar a Barcelona y ver a sus padres y amigos. Se removió incómodo en el sillón antes de volver a mirar su tablet. Le pareció escuchar la puerta de la sala y alzó la cabeza para encontrarse con una sorpresa que no esperaba para nada.

-¡Amaia!

-¡Alfred!


Bueno, hasta aquí el prólogo y un anticipo del primer capitulo...sentiros libres de comentar y opinar (constructivamente). ¿Os apetece que siga o hasta aquí se queda?

Mil gracias.

Destino o casualidadWhere stories live. Discover now