Capítulo 14

725 75 39
                                    


Me voy a ir, perdón Simón, sé lo mucho que querés que esté con vos acompañándote en toda la gira pero, si sigo acá arruinaré nuestra relación. Y, ¿Sabes?, es lo que menos quiero ahora. Te escribo una mensaje porque no sé si voy a ser capaz de hablarte por un tiempo, entiende que necesito volver a casa, me hace daño estar sola. Porque he pasado toda mi vida así, y ya no quiero.
Amor, prometo esperarte con una sonrisa plasmada en mi rostro en el aeropuerto con los brazos abiertos. Espero que entiendas mi desición.

Te amo, bonito.

Se abrigó con una campera grande de invierno con pelaje sintético, cerró los ojos fuertemente y se acurrucó en el asiento.

— Ay, hermana... — tocó su hombro.

— Sí, lo sé, soy una maldita llorona — la miró —. ¿Pero qué esperabas que haga, Malena? Si me quedaba ahí mi depresión iba a crecer. Él no lo sabe, porque desde que salimos nunca me atreví a decirle que tengo una depresión fuerte. De esas que tardan años en desaparecer...

— Hermana ni lo digas, lo que pasaste por toda tu vida es obvio que te va a atormentar por varios años quizás. La paz no llega tan fácil, y te entiendo — tomó sus manos —. Que tu madrina muera, que te sientas sola... Yo, ay, no sé qué decirte... — acarició su cabello —. Puede ser estresante todo esto, y sobretodo porque tu novio ahora es famoso y cualquier chica...

— ¿Qué? — frunció el ceño —. ¿Cualquier chica qué? — estaba hirviendo por dentro.

— ¡Mira la hora!, Mamá debe estar impaciente — arrancó a toda velocidad ignorando su pregunta, no quería ponerla peor.

 — ¿Se fue...? — tragó fuerte —. ¿A dónde se fue? — estaba confundido, ella no se iría, ¿Verdad?.

— ¡Se fue, Nico! — lo zamarree —. No tuvo el valor de avisarme y se escabulló, ¿Cómo no me dí cuenta?, estaba tan rara anoche... — suspiré pesadamente.

Era lo peor, no me enoja que se haya querido ir, pero, ¿Por qué no me avisó?. No la entiendo, y ahora me siento mal por no haberle prestado atención alguna, tenía ganas de romper todo no sé.

— Bueno, si esa es su desición será mejor respetarla, ¿No crees? — asentí.

Simón.

Dos meses después...

Era una fiesta a la que nosotros estábamos invitados, estaba muy buena, pero no me sentía cómodo allí. Prefería estar con Ámbar, dándole un beso o diciéndole una vez más cuanto la amaba. Aún sigo sin superar todo esto, pero su partida ya no se hace muy presente, hemos comenzado a hablar y hacernos videollamadas. Parece más contenta que en persona, y eso me alegra muchísimo.

— Hey, ¿Ya te vas? — preguntó una chica atrás mío.

— Sí, ¿Para qué me voy a quedar? — dije alzando mis ojos.

— Oh, te entiendo, ¿Tu pareja está en otro país y no sabes que hacer? — rió.

— ¿Cómo lo sabes? — arqueo una ceja.

— Ah, pues, hablé con tu amigo — lo señaló —. Ehmmm, ¿Nico?, Nico.

— Oh, bueno, ya me voy — comencé a caminar.

— ¿No me vas a decir tu nombre? — insistió, me comenzaba a fastidiar, la iba a hacer a un lado.

— ¿Por qué te importa tanto? — soné tajante.

— Ay, dios que malhumorado — me arrebató el celular de las manos y fruncí el ceño, que rara que es ésta chica, me lo devolvió después de haber tecleado algo —. Chau, Simón.

Rodé mis ojos y caminé rápido al hotel, quería llamarla, necesitaba escuchar su voz. Me urgía verla sonreír. Bufé, después de esto me daría un gran descanso junto a Ámbar. Entré a mi habitación luego de haber buscado mis llaves en recepción, me tiré al sofá y timbré a mi novia esperando a que me atendiera.

— ¡Hola, amor! — saludó detrás de la pantalla con una sonrisa.

Bien Simón, habías planeado esto por dos meses, estarías una semana en Brasil y volverías a Argentina, ojalá acepte...

— Bonita — sonreí —. Tenía que hablar contigo.

— Decime — ví como ella tomaba un cuaderno y una lapicera, comenzaba a escribir algo.

— ¿Qué haces? — levantó la vista, y sonrió, era tan tierna.

— Estoy creando unos presupuestos para la boda de una cliente, ¿Y bien?, dale contáme — me animó, tomé una gran bocanada de aire.

— ¿Quieres venir la semana próxima a Brasil conmigo? — propuse, ella quedó muda.

Silencio, me estaba poniendo nervioso, las veces anteriores ya me había dicho que no.

— ¡Me encantaría! — mostró en una sonrisa todos sus dientes —. Sería genial, porque Em y Rama están pasando vacaciones allá — aplaudió emocionada —. Entonces, preparame los pasajes, porque voy a estar contigo la semana próxima Simón.

— Te amo.

— Y yo más.

Hasta el final© | SimbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora