Capítulo 20

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Ana

Daniel se acerca a mí con una expresión seria en su rostro. Puedo sentir la tensión en el aire mientras se prepara para decirme algo más. Mi corazón late rápidamente, no añade nada más. No sé qué esperar, quiero que sea broma, que se ría, que me llame tonta por creerme algo tan estúpido. Las palabras todavía resuenan en mis oídos, causando una oleada de emociones encontradas. Por un lado, siento una mezcla de incredulidad y sorpresa, y algo de decepción. Es como si el destino nos hubiera unido de alguna manera, para confirmar que él no es el acosador. He "recuperado" a mi padre.

Miro fijamente a Daniel, tratando de procesar toda esta información. Me doy cuenta de que esta revelación puede cambiar nuestra relación para siempre, apenas conozco al chaval que esta sentado a mi lado y, por alguna extraña razón es el encargado de darme esta noticia. Siento un torbellino de emociones dentro de mí: confusión, miedo y una extraña sensación de emocionante posibilidad. Posibilidad de recuperar mi familia, aunque el miedo a que me vuelva a abandonar es mayor.

Finalmente, con un nudo en la garganta, le respondo a Daniel:

—No sé qué decir. Esto es mucho para asimilar. —Mi voz tiembla mientras trato de encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que siento.

El malote asiente lentamente, mirándome con cautela. Él no me conoce, pero sabe que es una gran herida en mi corazón, no tengo que decirle nada, él no intuye.

—No quiero entrar en mí casa. —Dije dejando caer mi mano sobre la suya que estaba apoyada en el cambio de marcha. Trague saliva. Escuchaba los latidos de mi corazón mientras la presión del pecho se hacía cada vez mayor. Estaba suplicando ayuda, y solo él me la podía dar. Merecía saber al menos, una parte de la verdad. —No me caes del todo bien. —Admití. —Pero hay algo, algo extraño y mínimamente significativo que me dice que confié en ti.

—No lo hagas. —Despego su mano de la mía, ese gesto se sintió tan frio. Esa frase, esa simple frase me hace volverme paranoica. Aparto mi mano del cambio de marcha y arranco el coche. A pesar de su aparente interés en mí, algo en mi interior me hace dudar de sus verdaderas intenciones.

¿Es todo esto genuino o solo una táctica para conquistarme?

Este chico es contradictorio, me besa, me ayuda me suelta verdades y después me dice que no confié en él.

A medida que avanzamos en el camino, mi mente se llena de inseguridades y desconfianza. No puedo evitar pensar en todas las historias que he escuchado sobre personas que juegan con los sentimientos de los demás. ¿Será que Daniel es uno de ellos? Será que es como yo. Y si los dos estamos en un juego macabro y ninguno se sincera totalmente. Intento mantener una fachada de confianza, pero por dentro estoy llena de miedo y dudas.

¿Cómo puedo saber si sus intenciones son sinceras o si solo está jugando conmigo? Quiero creer que realmente se preocupa por mí, que sus palabras y acciones son genuinas. Pero el temor persiste, y no puedo ignorar esa vocecita en mi cabeza que me advierte de un posible dolor futuro.

Una sensación de tristeza y desesperanza se apodera de mí, entonces me doy cuenta de que, este enfermizo juego tejido por alguien ha hecho mella en mí. Me gusta Daniel, me gusta un estúpido boxeador que es un borde de mierda. Como puede ser que me guste una persona que a la vez odie.

Tenía que quitarme esa idea de la cabeza, él no me podía gustar. Además de que había plantado una semilla de duda en mí, tendría que dejarlo más tarde o más temprano. Daniel se baja del coche y antes de que yo lo haga me llega un mensaje.

Anita, Anita. Que bonita estabas hoy. Veo que Niebla le ha cogido el gusto a besarte. Que milagro que hayas hecho el pase del boxeador con él. Oh querida Anita que complaciente eres conmigo...

Unos golpecitos en el cristal provocan que no acabe de leer el mensaje.

—¿Dónde estamos? —Estoy frente a una casa modesta pero lujosa, la belleza de esta morada captura mi atención de inmediato.

La casa, rodeada por un exuberante jardín, irradia un encanto especial. Sus paredes de color crema resaltan bajo los rayos de la luna, mientras que las ventanas de cristal reflejan un brillo plateado. Los detalles arquitectónicos, aunque sencillos, agregan un toque de elegancia a su diseño. Me acerco lentamente, cautivada por el aura de misterio que emana de esta morada. La entrada está decorada con una puerta de madera tallada a mano, con detalles intrincados que cuentan una historia propia. La belleza de su artesanía me transporta a un tiempo pasado, lleno de tradición y sofisticación. A medida que camino por el sendero de entrada, mis ojos se posan en los impecables jardines que rodean la casa. Las flores de colores vibrantes, cuidadosamente dispuestas, emanan un dulce aroma que se mezcla con la fresca brisa nocturna. Es como si la naturaleza misma se hubiera aliado con el diseño de la casa para crear un oasis de serenidad y belleza. Al acercarme a la entrada principal, noto la presencia de una amplia terraza en el segundo piso. Está decorada con muebles elegantes y cómodos, invitándome a disfrutar de las noches estrelladas y los cálidos días de sol. Me imagino sentada allí, contemplando el paisaje mientras siento la brisa acariciar mi rostro. La luz de la luna resalta los detalles de la fachada, revelando una armonía perfecta entre la simplicidad y la sofisticación. Aunque modesta en tamaño, esta casa desprende una sensación de lujo discreto y buen gusto. Es un lugar donde uno podría sentirse cómodo y en paz, lejos del bullicio del mundo exterior.

—Veo que te gusta mi casa. —Dijo con media sonrisa. Este hombre tiene que ser bipolar o algo. —Te dejo que acabes de leer el mensaje que me has escondido, entra rápido que hace frio.

...A pesar de tus avances he de decirte que tu regalito llegara en unos días. Disfruta de esta noche en su casa. Ah y lamento que te hayas enterado de lo de tu Padre así.

Esta persona debía ser alguien cercano a mí, y Pedro ya no era una posibilidad. Puse mi espalda recta y con pasos firmes me adentré en la casa a seguir con mi objetivo principal ignorando cualquier sentimiento. Incluido la aparición de papá.

Que empiece el juegoWhere stories live. Discover now