Epilogo

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Un día el ruso llegó a la casa enfurecido, pidiendo que no se le interrumpiese para nada, pero no a todos se les advirtió.

Ese mismo día, el estonio le pidió a Tino intercambiar tareas, siendo ahora él a quien le tocara barrer el despacho del ruso; el finés no puso objeción. Iba tranquilo y alegre, tratando de hacer que las cosas marcharan bien, y olvidar sus penas, pero al entrar por esa puerta cometió un gran error.

—Moi, Iván.

El aura negra del ruso comenzó a surgir a su mayor esplendor, haciendo que el Finés se desconcertara, y a medida que veía la sonrisa del ruso acrecentarse se apresuró a terminar de barrer, sin embargo no pasó mucho tiempo cuando el ruso estalló emocionalmente.

—¿Qué dijiste?

—Significa hola en...

—¡Finés! ¡Sabes que no puedes hablar en ese idioma!, ¡Está prohibido!—trató de guardar la cordura—. Ahora di priviet.

Tino se quedó mudo, no creyó que fuese necesario repetir aquel saludo, quizá lo haría para la próxima, pero no fue hasta que le vio tomar del escritorio el famoso "bastón mágico" que no era más que una tubería (la cual solía usar para golpear a veces a Toris a Edward o a Raivis principalmente) que comenzó a retroceder hacia la salida. Un grito bastó para que el estonio apareciese, viendo a Iván tomando a Tino por el cuello de su camisa.

— ¡Vamos, dilo!

—¡No!

—¡Dilo!

—¡Te dije que no!—no solía ser rebelde, pero por algún motivo lo estaba siendo en ese momento.

—¡Iván, no!—exclamó el estonio.

No, no ocurrió otro golpe más,  ya que complació al ruso diciendo un sinfín de veces "priviet". Iván, un tanto espantado al ver lo que le había hecho a "su hermano" no hizo más que huir de ahí, dejándolos solos. Edward trató de calmarlo, pero el otro parecía haberse quedado en shock, pues aun seguía diciendo aquella palabra que el ruso le había obligado a decir.

—...priviet.

Despertó en su habitación, con el hombro vendado, y después de un largo tiempo recordó lo que el ruso le había hecho, fue así entonces que se hizo un juramento: ser libre. Apreciaba a Iván, y sabía que Iván lo apreciaba a él, pero no estaba dispuesto a soportar eso, no de nuevo: ya había sido sobreprotegido por Berwald, y ahora por Iván; era la sombra de sus hermanos y ya no estaba dispuesto a serlo más. Quizá era su actitud tan "débil", su "fragilidad", su docilidad lo que provocaba que aquello ocurriera. <<No, ya no seré ese "niño mimado", ya no más>>

—¡Ya no!

***

—¿¡Ahora también buscan rusificarme!? ¡Nunca me imaginé que esto sucediera! Se supone que eres mi hermano, tienes que ayudarme, ¿ya se te olvidó que soy tu hermana mayor?

El ruso se sentía muy triste, porque no solo había perdido la pequeña hermandad que tenía con Tino, sino que también estaba ganándose el odio de su hermana mayor, a una de las pocas personas que lo había amado y que él amaba.

—No puedo hacer nada al respecto...

—No puedes o no quieres. Mi paciencia está pendiendo de un hilo, Iván, y recuerda que en cualquier momento me puedo independizar o por lo menos mudarme a la casa de Roderich y Elizabeta...

—Eso no va a suceder, es cierto que parte de tu gente vive en territorio austrohúngaro, pero tú eres mi hermana, y la mayoría de tus territorios me pertenecen. No hagas esto más difícil.

Katyusha se sentía desesperada, porque amaba a su hermano y sabía que si las cosas seguían así tarde o temprano los lazos se romperían y trataría de marcharse como un estado independiente.

—Te desconozco, Iván.

***

Subieron al primer carruaje de cinco e inmediatamente el jinete con ayuda del fuete hizo que los caballos avanzaran, comenzándole a seguir el resto de los carruajes. Poco a poco dejaban atrás aquella casa que si bien era una "jaula" para el finés, en los últimos días se había vuelto un infierno del que deseaba salir lo más pronto posible.

Tino estaba muy molesto, pero principalmente triste, pues había conocido aquel lado oscuro de Iván, y aunque este le juró que no volvería a suceder, el finés sabía que eso no era verdad. <<Ahora más que nunca deseo marcharme de aquí>>. Sabía que Iván era buena persona, y que las circunstancias que había vivido en su "infancia" le habían hecho ser la persona que era, y trataría de que este mejorase su carácter, pero no prometía mucho: la relación estaba fracturada.

Después de unas horas, el palacio por fin se dejó ver en el horizonte, acompañado por el nostálgico atardecer. Al llegar a las afueras de este, el ruso trató de captar atención del finés, pues sabía que para nada estaba contento con este cambio de domicilio, donde los guardias se encargarían de que no intentara escapar.

—A partir de hoy esta será nuestra casa. Espero que algún día me perdones, y comprendas que solo quiero lo mejor para ti

No dijo nada, al contrario su furia aumentó al recordar que aquellas palabras también las utilizaba Berwald cuando le hacía alguna prohibición. <<Ambos son idénticos, igual de sobreprotectores, y manipuladores... ¡No, no debo de pensar así!, ellos solo me ven débil, pero aun así, ya no dejaré que me traten como a un niño>>

—No te preocupes—fue lo único que contestó.

Al descender del carruaje, recibieron una "cálida" bienvenida, pues muchos de los sirvientes los conocían, y para algunos era maravilloso tenerlos tan cerca. 

—Buenas tardes, joven Braginsky—saludó una de las tantas sirvientas al finés. 

— Buenas tardes, señorita, y por favor, si no es mucha molestia, me gustaría que se me llame de ahora en adelante Tino Vainamoinen.

Fue entonces cuando el ruso supo que recuperar la confianza de Tino no sería fácil, por no decir imposible.

Hola chicos, aquí concluye esta historia. Me gustaría que me siguieran y compartieran por favor, para que mis publicaciones sean más vistas. Muchas gracias a User70762235 por darme animos para seguir escribiendo esta historia, enserio me han servido de mucho tus comentarios. 

MEMORIAS DEL SIGLO XIXWhere stories live. Discover now