Capítulo 4

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- Hace algunos años - recitó Zeb con la vista fija - Gaia estaba habitada por indígenas primitivos. Vivían en la selva y ni siquiera sabían cosechar. Un día, llegó un enorme barco blanco, con velas altísimas hechas de una tela satinada que destellaba. Todos los habitantes de Gaia salieron a contemplarlo. Las puertas de la embarcación se abrieron y bajaron muchas personas que cargaban vigas de madera y materiales de construcción; también traían animales domésticos: morcas, jamelgus, sarcos y gallinas. Al final de la fila, apareció un hombre de espesa barba vestido con ropaje dorado lleno de incrustaciones preciosas. Era el emperador. Nadie sabe de donde vino ni por qué escogió este lugar para implantar su reino. Pero se cuenta que hacía cosas extraordinarias. En pocos años, transformó la isla. Fundó un pueblo civilizado, con casas calles y carruajes. Todo era prosperidad, hasta que llegaron los abaddones. También aparecieron en una embarcación enorme. Dijeron que venían en son de paz y pidieron hospedaje. Hallaron algo en la isla que les gustó: Una misteriosa sustancia llamada wanu que flotaba en el aire. Al principio escaseaba, pero encontraron la forma de producir más. No se sabe cómo. Corrieron la voz de que el emperador era malvado. En poco tiempo, organizaron una rebelión para asesinarlo, pero la noche en que asaltaron el castillo, la familia real había desaparecido.
Jacco cuestionó:
- El rey había llegado con mucha gente buena. ¿Se fueron todos?
-Sí... No soportaron la traición...
-¡Claro! ¡Traicionar es lo que mejor hacemos aquí! - dijo Ian - ¡Yo vi cómo los supuestos amigos te golpeaban! También se De vecinos que se convierten en "gendarmes ", aliados de los abaddones, y de personas que acusan a sus compañeros por hablar mal del dictador. ¡Traidores! ¡De eso está llena esta isla!
- No juzgues a la gente con tanta severidad, hijo. Debes comprender que algo terrible nos afecta a todos. Cuando el emperador se fue, Gaia se tiñó poco a poco de negro, como si una nube de maldad se hubiese posado sobre nosotros. El comandante invasor se autoproclamó gobernante y ocupó el palacio real. La oleada de odio y desacuerdos separaron a familias enteras. Hubo casos. La violencia se multiplicó. Nadie sabía lo que sucedía. Muy pocos están conscientes, hasta la fecha, de que los abaddones pueden controlará las personas con la mente.
-¿Y a ti también te controlan?
-A veces...
-¡Pues a mi no! ¡Y jamas lo harán!
-¡A mí tampoco! -dijo Jacco.
Zeb observó a sus hijos y prefirió callar;sabía que Gaia era un hervidero de los malos sentimientos, e incluso los niños de la isla tenían miedo y rencor.
-Mañana - anunció Ian -, robaré una balsa y remaré hasta encontrar ayuda.
-¡Yo iré contigo! -dijo Jacco.
-No - intervino el padre -. Eso sería un suicidio. Debemos pensar en otro plan.
Salme regresó a la estancia, aterrorizada.
-Me asomé por la ventana. ¡Los abaddones están afuera! ¡Vienen por ustedes!

EL MISTERIO de GAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora