EL MISTERIO de GAIA

Capítulo 15

- Hola, Apollyon.
El dictador avanzó muy despacio y, como un gato que se eriza, levantó los hombros en forma amenazadora. Su rostro comenzó a deformarse horriblemente. Se hinchó y erupcionó.
-Vaya, vaya, vaya - dijo -. ¿A quién tenemos aquí? ¡La persona que ha causado mas revueltas y rumores en nuestra isla por tanto tiempo!
-Vengo a comprar a los esclavos.
La voz de Mediador era imponente.
-¿Pretendes formar un ejército para acabar conmigo?
-Yo no necesito un ejército para eso.
-¿No? ¿Entonces puedes hacerlo solo?
-Son tus palabras.
Al dictador no pareció divertirle la respuesta. Parecía que la seguridad de su entrevistado lo turbaba.
-¿Así que quieres comprar un lote de esclavos?
-No. Quiero toda la isla...
Apollyon comenzó a reír de forma tan escandalosa que algunos lo imitaron con pequeñas sonrisitas. Después de un rato estalló:
-¡Eres un insolente, despreciable! ¿Cómo te atreves a retarme?¿Supones que puedes soportar hasta el quinto nivel de tortura? ¡Suplicarás en el segundo, te desmayarás en el tercero y morirás en el cuarto! Además en el supuesto imposible de que aguantaras, yo no me voy a ir de aquí jamás - hizo un gesto de tristeza fingida -. ¡Este es mi hogar! - respiró hondo disfrutando el wanu del aire - no podría vivir en otro lado.
- Yo pagaré el precio de los esclavos - respondió Mediador - Y aunque sé que de todos modos te quedarás aquí, en cuanto compre a las personas les enseñaré cómo limpiar sus corazones y ya no podrás dominarlas. Serán mías y tu reinado acabará.
El rostro de Apollyon se hinchó y se tiñó de color rojo como si estuviese a punto de explotar. La muchedumbre comenzó a abuchear. Esta vez, incluso los esclavos tomaron partido contra Mediador.
-¡Qué atrevimiento!
-¿Se cree un superhombre?
-¡Es otro dictador que desea explotarnos !
La multitud enaltecida animaba a que el espectáculo continuara.
-¡Que lo torturen hasta la muerte!  ¡Se lo merece!
-¡Sí. Acaben con él. ¡Destrúyanlo!
Ian se desesperó mirando a su alrededor. Todos los amigos de Mediador habían huido. Sólo quedaba uno del grupo, pero de forma extraña y ridícula se había unido a la torva enaltecida en contra de su líder. Era Cariote. Ian sacudió la cabeza. Eso no podía estar pasando.