Entre Lobos [Joerick]

Vampiro Idiota

Erick llegó al salón de clases y para su buena suerte ahí estaba el chico nuevo.

- hola- dijo sentándose a su par- ¿entonces eres un vampiro eh?

El chico asintió con una leve sonrisa- él no quería que el pelinegro le tuviera miedo, siempre las personas lo hacían, era su maldición

- bien me gusta que lo seas- le sonrió- siempre quise conocer a uno- no mentía siempre había fantaseado con conocer a esos seres sobrenaturales.

Ahora el chico parecía muerto ¿le habrán comido la lengua los ratones? No, eso no.

- ¿qué te pasa?- pregunta ya más serio

- ¿no me tienes miedo?- preguntó confundido

Erick rió llamando la atención de algunos de los estudiantes

- ¿tú crees que eso me asusta?- volvió a reír- debiste verme cuando me enteré que soy pareja destinada de un lobo- habló mientras reía irónico

- ¿eres pareja destinada de ese chico del pasillo?

Erick miró al pasillo y vio a Joel con los puños cerrados apretándolos con mucha fuerza

- creo que sí- rodó los ojos- pero eso no importa, él no me interesa

- creo que no debiste decir eso- le guiñó un ojo- vas a matarlo lentamente

- pues...no importa, ya dejemos de hablar de ese lobito y hablemos de ti- se levantó de la silla y caminó hacia él- ¿dime qué haces? ¿Tienes algún poder sobrenatural?

- bueno...corro rápido, me alimento de sangre, puedo meterme en tu mente, también puedo escuchar desde muy larga distancia y puedo hipnotizarte

Los ojos de Erick brillaron, él quería ser así también

- ¿y cómo te convertiste en vampiro?

- bueno...es una historia muy larga- se tensó- y no creo que tengamos tiempo

El profesor entró al salón y empezó a hablar

- hablamos después- susurró, le guiñó un ojo y volvió a su asiento.

Joel observó absolutamente todo, Erick verdaderamente no sabía donde se metía, por esa misma razón odiaba su parte incrédula lobuna que lo obligaba a querer protegerlo.

El lobo sabía que si algo le pasaba al pelinegro la culpa sería de él, Zabdiel lo mataría al igual que Christopher porque ahora el chico delgado era su responsabilidad.

Bufó y entró al salón interrumpiendo la clase. El profesor le miró molesto

- joven Pimentel se puede saber ¿porqué ha interrumpido mi clase?- todas las miradas fueron dirigidas a Joel incluyendo las del patético vampiro y la de Erick

- me mandaron a pedir al joven Colón- se encogió de hombros- solo sé que dijeron que era sumamente importante- mintió

El profesor asintió mirando a Erick- joven Colon tiene el permiso de salir ahora del salón

Erick dio un bufido que solo el lobo y el vampiro pudieron escuchar y tomó sus cosas, escribió algo en una papel y se lo dio al vampiro, le guiñó un ojo- acto que Joel miró- y salió del salón

Al estar afuera Erick caminaba con Joel atrás pero este lo alcanzo al llegar a la puerta del conserje, lo acorraló contra esta

- ¿qué te pasa?- preguntó el pelinegro claramente confundido

Joel solo dio un bufido y lo entró a la pequeña habitación

- me pasa que no te quiero cerca del vampiro idiota

- pues tendrás que aguantar Joel porque es mi amigo además no sé porque me reclamas si tú y yo no somos nada- frunció ligeramente el ceño- tu vete con tu perra y yo me voy con el vampiro- el lobo suavisó el agarre y Erick logró soltarse

Sin decir más el chico salió de la habitación, Joel había quedado sin palabras ¿cómo explicarle que ya había mandado todo a la mierda por él? ¿Cómo decirle que sin saber cuando ni como su corazón había empezado a sentir cosas por él? No había manera, no la había

La puerta se abrió y Joel tuvo la ligera esperanza de que Erick se había arrepentido más sin embargo el conserje apareció

- ¿joven que hace aquí?

- me perdí y me quedé encerrado señor- se disculpó y salió de aquel lugar

Antes Joel sentía que Erick lo quería más ahora no sabía cuales eran los sentimientos del pelinegro hacia el lobo.

Eso, no saber que sentía por él le estaba consumiendo. ¿Se habría olvidado tan rápido de él? ¿En serio había estado enamorado de él? ¿Será que el vampiro le gustaba? Erick se había enamorado del vampiro sería la pregunta correcta pero no quería ni pensarlo porque su lobo aullaba de dolor