Capítulo 31

1.3K 135 22
                                    

  Ya era de mañana, pero no lo suficientemente tarde como para perderme aquella actividad, a la que me había comprometido asistir. Admito estar algo nerviosa y ansiosa, pero la idea de aprender a valerme por mi misma me agradaba, al menos, lo suficiente como para querer ir alas cinco de la mañana, a un bosque, con sólo un conocido de confianza.

  Definitivamente no sonaba muy bien.

  Alejé aquellas ideas de mi cabeza, sabía que si algo raro pasaba, siempre podía defenderme con mi espada, o el cuchillo que había encontrado hace unos meses. Y obviamente, estaba la opción de correr a brazos de Eniarth.

  Aquel último pensamiento, me hizo sonreír. Acción que  consideré algo tonta, y agradecí que nadie me hubiese visto sonreír sola.

  Me dirigí a mi bolso, hecho por mi, y comencé a guardar cosas que pensé que necesitaría, incluso, algo de comida. Una vez terminado, decidí que lo mejor, sería encaminarme hacia el gran salón, donde me encontraría con Sigurd y los demás.

  Apenas salí, una extraña pero cálida briza me rodeó por completo. El clima estaba perfecto, ni siquiera necesitaba cubrirme con un saco de pieles, algo que no me gustaba usar, pero no tenía remedio, era eso, o congelarme.

  Continué caminando más animada, el día había comenzado bien, al menos, lo suficientemente bien como para hacerme olvidar ciertos temas. A medida que el gran salón se hacía visible, disminuí la intensidad de mi felicidad.

  Pude divisar, a los cuatro hermanos, aparentemente, esperándome, fuera de su casa. Todos parecían estar interesados en una conversación, excepto Ivar, él sólo veía su hacha. Verlos ahí, provocó que los nervios volvieran, de alguna manera me sentía intimidada, y odiaba aquel sentimiento, me hacía más torpe de lo usual.

  Cuando ya me encontraba a tan sólo unos metros, Ivar me saludó, con un movimiento de cabeza, y poco después, Sigurd volteó, para luego dirigirse a mi, y darme una cariñosa bienvenida, lo cual, implicó que caminara hacia mi, y me tomara por los hombros, hablando de lo emocionado que estaba de ir a cazar conmigo, o algo así. Realmente no entendí muy bien, pues habló demasiado rápido.

------


  Habíamos caminado tres kilómetros, aproximadamente, hasta que Ubbe habló sobre buscar algo en una cabaña, que aparentemente, ellos tenían. Yo solo asentí, y los seguí.
  Sinceramente, me había sorprendido el esfuerzo de Ivar, de transportarse solo, aunque de vez en cuando, recibía ayuda de sus hermanos, en especial en las subidas y bajadas.

  Sigurd se quedó conmigo, mientras los demás buscaban lo que se suponía que eran trampas modernas. Durante el trayecto, me hablaron sobre la posibilidad de enseñarme a usar el arco, pero sólo con fines de práctica. Ivar dijo que sería una pérdida de presa, si me dejaban cazar con un arco, a mi. 

  No le discutí, pues, estaba en lo cierto, en el mejor de los casos, terminaría por dispara a ninguno de ellos.

  Una vez, los tres hermanos faltantes, salieron de la cabaña, con las mochilas cargadas de cosas, nos dirigimos a una pequeña colina, donde se suponía que abundaban los animales. Sospechaba que nuestra presencia los alegara, en especial, porque Ivar y Sigurd se la pasaban discutiendo. 

  -Si no fuera por tu inmóvil trasero, tendríamos una oportunidad de cenar algo.- Vociferó mi amigo, a lo que yo sólo rodeé lo ojos. Empezarían de nuevo.

  -Si no tenemos oportunidad de cenar, es por tu olor a perra barata.- Contestó el menor de los hermanos. Logré escuchar un suspiro de cansancio por parte de Ubbe.

  - ¿Qué acabas de decir, inválido?- Sigurd se giró para verlo de cara.

  -¿Acaso tus propios gritos de ramera te dejaron sordo, hermano?-

  -Es difícil escuchar a alguien que está cinco cabezas más abajo.-

  -Entonces acércate..- Respondió Ivar, de manera provocadora. Pude notar el odio que emanaba, el odio que ambos emanaban, en realidad. Afortunada mente, Hvitserk decidió intervenir.

  -Si siguen discutiendo, los dejaremos fuera de la cabaña, se los juro por Odín.- Aquello último, sonó como una promesa, por lo que ambos hermanos menores, se quedaron en silencio, aunque claro, Ivar murmuraba por lo bajo, y Sigurd le sonreía de manera provocadora. Realmente eran unos niños.

  Ubbe se acercó a mi, de manera cautelosa, sin llamar mucho la atención.

  -Espero que no te hayan molestado, suelen discutir muy seguido.-

  -No importan, era algo de esperarse.-

  -Me siento responsable de decirte, que no será la única riña que escucharás por parte de estos dos.- Al terminar la oración Ubbe volteó para ver a sus dos hermanos, quienes se golpeaban y pateaban de forma disimulada y discreta. - Si comienzas a sentirte incómoda, me avisas.-

  -Claro, no te molestes, puedo soportar este tipo de ambiente.- Le sonreí de la manera más convincente que pude, a lo que el mayor respondió con una mirada de sospecha, pero decidió no seguir insistiendo, algo que agradecí internamente.

  Me divertía ver a ambos hermanos discutir, pero también agradecía cuando Hvitserk o Ubbe intervenían, temía que algo se descontrolara, exactamente como había pasado en la serie.

  Al recordar aquella escena, sentí miedo por Sigurd, creo que ya me había encariñado con él.



  
  



Cambios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora