Día cincuenta

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Oliver realmente se sentía en un sueño, después de aquella maravillosa primera cita con Barry las cosas habían ido como de película. Queen no creía que esas tontas historias de amor cliché pasarán en la vida real, pero que equivocado estaba. ¡Dios, demasiado equivocado!

Oliver iba por las mañanas por su típico café, durante el trabajo no perdía la oportunidad de textear a escondidas con Bear, por las noches lo iba a buscar para llevar al menor a su hogar, pero antes de eso pasaban a cenar a algún restaurante de paso; para cuando terminaban en el departamento de Allen, compartían una sesión de besos en el pasillo antes que Oliver tuviese que retirarse, en algunas ocasiones el mayor se quedaba a dormir o Barry terminaba acurrucado contra el fornido pecho del rubio, en la calida habitación y cama de Oliver en la mansión de este mismo.

Las citas entre ellos siempre eran diferentes, una de ellas terminó con Oliver encerrado en el baño por una hora, probar comida no había sido la idea más brillante; también aquella vez que Bear terminó con algodón de azúcar enredado entre sus cabellos castaños.

Oliver en serio no podía pedirle nada mejor a la vida era per... 

—¡Oh por Dios! ¡Lo siento, lo siento!— El menor dijo desesperado mientras que sus manos trataban de secar inútilmente la camisa de Queen.

El mayor soltó una carcajada por lo irónico de la situación. De nuevo había estado perdido en su mundo, logrando que el niño también distraído chocase con él, justo como la primera vez que se vieron. 

—Comienzo a creer que te pasa seguido tirar el café a tus clientes— Expresó con gracia. Barry dió un saltito al escuchar la voz del mayor, ni siquiera se había dado cuenta de la presencia de Ollie; Allen sonrió avergonzado, tratando de recuperar su compostura y lo poco que quedaba de los pedidos en su bandeja.

—¡Ollie, no te burles de mí!— Hizo un puchero tierno —Estoy seguro que fue tu culpa que chocara.

—No creo, Bear... Recuerda que el cliente siempre tiene la razón— Contra-ataco con tono burlón.

Barry refunfuño como un nene —¡Ush! Acompáñame a la cocina para darte una prenda limpia.

—No es necesario, niño...

Barry ignoró al mayor y tomo su mano para jalarlo a la cocina. Allen le dijo a uno de sus compañeros que se encargara de los pedidos.

El menor llevo a Oliver a su locker, de ahí comenzó a sacar distintas cosas, mientras que aún sostenía la mano del contrario, por su parte el de ojos azules disfrutaba del contacto.

Después de varios minutos Barry encontró su objetivo, sonrió triunfante.

—Es una camiseta de Star Wars, es la única que tengo más grande a mi talla habitual...

Oliver asintió en silencio, Barry se dispuso a desabrochar los botones de la camisa de vestir. Queen bajo la mirada al niño concentrado en los botones, mordía su labio inferior y batallaba con los pequeños pedazos de plástico, una oleada de ternura le invadió. ¿Cómo ese chico podía estar interesado genuinamente en él? El niño aparte de ser bonito físicamente, con unos facciones perfectamente formadas pero lo suficientemente suaves para dejar en evidencia la ternura, unos grandes ojos verdes, llenos de chispa jovial, su constante sonrisa resplandeciente, contagiosa como la gripa; la personalidad de Barry era de otro universo, tan lleno de energía siempre, tierno e inocente, siempre tratando de hacer felices a su alrededor –una prueba de ello era la cafetería, que era de uno de los buenos amigos del menor, que siempre soñó con tener su propio negocio, Barry le ayudó tanto económicamente, y de otra forma que le fuese posible– se podría decir que ese niño era como es un ángel para Oliver... De hecho, es un ángel, alguien como Barry Allen debería ser mentira, demasiado bueno para el mundo.

—Ollie, Ollie... Alza los brazos— Dijo con tono añiñado mientras que movia la camisa de Star Wars energéticamente. De nuevo Oliver se había perdió en sus divajes, aún así no se opuso a la petición del menor.

Oliver se sentía en una estúpida burbuja y su cabeza se llenó de un sólo sentimiento; tan sólo de recordar y pensar en todo lo que envolvía a Barry, a Queen se le revolvía el estómago.

Su ceño se frunció por decir esas palabras por primera vez, una necesidad nueva nació en él —Te quiero, Bear— Soltó sin más. Barry se quedó en un silencio de abrumador, pero terminó de poner la camisa de Star Wars en Queen. 

—¡Te quedó perfecta! Luces como mi pareja ideal— Añadió sonriente. Un pedazo del corazón de Oliver cayó por un segundo.

—Barry...

Allen no borró su sonrisa —Pensé que era muy claro con mis acciones... ¡También te quiero, Ollie tonto!— Un tono lleno de obviedad sonó y el niño dejo un suave beso sobre los labios del contrario, unos pequeños saltitos alegres dieron lugar por parte de Barry.

Oliver sonrió demasiado amplio, totalmente enternecido, con ligero rubor en sus mejillas. Un jodido sueño.

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¡Este es el final oficial! 🦊

Café por la mañana |Olivarry|Where stories live. Discover now