Capítulo X

17.3K 881 31
                                    

—¿Qué?. —pregunto confuso —¿Victoria de que estás hablando?. —habló.

Molesta y sin saber el motivo, empuje a Kwan para poder pasar a la habitación que compartía con él.

—Sabes que olvídalo. Parece ser que estabas más ocupado en tratar de evitar la mirada del la esposa de tu socio que en lo que realidad pasaba. —hablé sin titubear.

Al parecer había dado en el clavo porque Kwan molesto, sacó ropa de su maleta y dando un portazo se encerró en el baño.

«¡Vaya! ¿Qué fue eso?»

Y si necesidad de pensar mucho llegue a la conclusión de que él y la señora habían tenido algo que ver. ¿Kwan y la esposa de su socio?.

Suspire tremendamente cansada de un momento a otro, y empecé a deshacerme de la ropa mojada de mi cuerpo. Quité la camisa junto al pantalón, entonces estornude.

«Dios mío, que no me vaya a enferma»

—Deberías de darte una ducha primero. —la potente voz de Kwan resonó por toda la habitación.

Solté un grito y al mismo tiempo dejé que la ropa cayera al suelo. ¿Siempre quería asustarme?. Lo único que él lograba era excitarme, como ahora.

Se había quitado la ropa y estaba al desnudo. Un calor repentino se hizo presente en mi zona íntima y maldecí por el simple hecho de que Kwan fuera capaz de hacerme sentir eso, después de tanto años.

—¿N-No ibas a bañarte tú?. —pregunté con un pequeño titubeo al principio.
—Sí, eso iba hacer hasta que recordé que alguien me debía una respuesta a una pregunta. —comentó burlón —Pero sin duda lo dejaré pasar por la hermosa vista que tengo ahora. —sonrió de oreja a oreja.

Sin dejar de mirarme emprendió camino hacia a mí, su mirada se intensificó cuando vio que no moví ni un sólo músculo al a llegar a mí.

Su mano fue a parar a mi mejilla para acariciarla lentamente. Dios mío Santo, ¿Qué hice para merecer esto?.

Kwan empezó un recorrido desde mi mejilla hasta mi pecho, que quedaba en la misma dirección. Ahora mismo, lo único que se escuchaba en la habitación, eran nuestras respiraciones tremendamente agitadas. Después siguió su recorrido desde mi pecho hasta que su mano término en mi cintura, dónde una sonrisa se apoderó de sus hermosos y carnosos labios, él sabía a perfección que cualquier movimiento en esa zona me causaba cosquillas.

—Voy a follarte. —susurró cuando estuvo los suficientemente cerca de mí, mi respiración se hizo tremendamente pesada cuando sus labios hicieron contacto con la piel de mi cuello —Pero hasta que tú me lo pidas. —finalizó.

Tirando del lóbulo de mi oreja y con una sonrisa de triunfo se alejó de mí.

¿Pero que coño? ¿Quiere que le ruegue por sexo?. Ahí si que estaba demasiado equivocado Kwan, nunca jamás rogaría por sexo, y más si ya había tenido a ése hombre por mis piernas.

«Maldición, eso sonó demasiado a que soy una puta»

—El baño va a enfriarse. —me advirtió mientras se recostaba en la cama.

Con la barbilla en alto, tome mis cosas y las metí al cuarto de baño junto conmigo. Y la ira aumentó cuando desde ahí, lo escuché carcajearse.

Mi baño duró nada más y nada menos que, cuarenta y cinco minutos, y sí lo había hecho a propósito. Durante ese tiempo, Kwan había venido más de tres veces a averiguar si ya estaba a punto de terminar, diciendo que ya tenía frío y que había estornudado más de quince veces.

Me sentí al momento culpable, porque cabía la posibilidad de enfermarse, pero recordando lo de hace casi una hora, no me importó.

—¿Victo.... —las palabras de Kwan quedaron en el aire al momento que abrí la puerta y nos topamos de frente —¿A dónde irás?. —pregunta confuso.

Sonreí satisfecha, mientras daba vuelta en mi propio lugar.

—Iré a cenar. ¿Gustas que te traiga algo?. —le preguntó mientras buscó los tacones adecuados para el vestido.

Oigo bufar a Kwan y sonrió satisfecha cuando consigo mi objetivo. Enfadarlo.

—Sí, ahora que recuerdo ví algo en el menú estaba mañana que sonaba muy tentador. —escuchó sus pasos por la habitación, después como cierra y abre un cajón —Pero tendrás que esperar. —susurra detrás de mí.

Al voltear me llevó una gran sorpresa, cuando su mano toma la mía y la Junta con la suya, con unas esposas.

«¡Unas jodidas esposas!»

—¡Espera! ¿¡Qué se supone estás haciendo!?. —vocifero tirando de las esposas —¡Maldita sea Kwan, tienes que estar bromeando!. —vuelvo a gritar tirando de las esposas.
—Yo nunca bromeó. —dijo cerca de mí —Ahora tengo que terminar mi baño. Vamos. —tiró de mí, pero indignada no me moví de mí lugar —¿No piensas moverte? Porque sólo te aviso que puedo cargarte hasta la bañera y mojar ese vestido tan sexy que te has puesto.

No tarde en caminar con él hasta el cuarto de baño. Me había costado demasiado el vestido que traigo puesto, aparte me gustaba como se pegaba a mi cuerpo y marcaba cada una de mis curvas en él.

(.....)

Había pasado Kwan media hora bañandose y créanme qué cuando les digo que se tardó en bañarse, se tardó.

Para empezar, no sé si fue juego de él pero tuvo que levantar más de tres veces el jabón, que "casualmente" Se le había caído. Y la peor parte fue el shampoo tuve que meterme con él a la ducha, pero el señor se negaba a quitarme las esposas.

«Maldito controlador»

—Entonces tomarán el primer platillo primero, y después el postre. —afirmó nuevamente —¿Algo que tomar?. —preguntó.
—Vino tinto por favor. —pidió Kwan.

Después de anotar en su libreta el mesero, se retiró con la típica frase de "En momento se los traigo".

—¿Ya puedes quitarme las esposas?. —le pregunte bufanda a Kwan

No se como diablos puedo manejar hasta el restaurante con una mano esposada a mí. El único y mísero momento en que soltó mi mano, fue cuando tuvo que ponerse la camisa blanca que ha decir verdad, le quedaba de perlas.

—Sólo voy a quitárselas señorita, porque el señor Enrique y su esposa vienen para acá. —susurro sacando una a pequeñas llaves de su bolsillo delantero.

Sonreí con ternura cuando sus labios se posicionaron en las marcas rojas de mi muñeca, de tanto tirar de las esposas.

—Buenas noches Kwan. —saludó su socio.
—Buenas noches Enrique, Alba. —saludó Kwan.

Se paró de su asiento para un saludo cordial con Enrique, y besando la mejilla de Alba volteó hacia mí.

—¿También vienen a cenar?. —les preguntó a ambos.
—Nosotras les ganamos está vez, sólo pasamos a desearles buenas noches. —habló Enrique —Ahora nos retiramos para que pueda disfrutar de la bella velada.

Tomó del antebrazo a su esposa y volvió a mirarnos.

—Mañana volvemos a vernos. —se despidió de Kwan, caminó unos cuantos pasos y regresó hacía nosotros —Por cierto, Victoria saludame a Angelica, tú madre—y con eso se retiró.

«Esto estaba mal, demasiado mal»

FollameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora