Celos

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El campo de tiro estaba bastante alejado del cuartel, estratégicamente dispuesto en una zona donde no hubiese el peligro de dispararle a alguien por casualidad.

Una serie de blancos de madera estaban dispuestos contra un muro de concreto que contendrían los disparos y evitar una posible "bala loca".

-Apunten.

La voz de mando del capitán Kirstein se alzó potente. Cada miembro del escuadrón puso las armas en posición.

-¡Fuego!

El sonido de varios disparos invadió el ambiente. Los miembros del escuadrón revisaban a la distancia los sitios de impacto. Unos más certeros que otros.

-Apunten a piernas, corazón y cabeza. Cuatro tiros limpios. Apunten. ¡Fuego!

Sinceramente, Jean odiaba entrenar para matar personas. Pero las constantes invasiones de Marley no les habían dejado otra opción.

-Descansen.

Los soldados bajaron sus armas. Jean revisó los tiros mientras los muchachos se retiraban los fonos protectores y comenzaban a charlar entre ellos. En general el desempeño era bueno, excepto por…

-Bicher -llamó Jean y una de las chicas lo miró -Quédate. El resto puede retirarse.

Loretta Bicher era una de las últimas adquisiciones de la Legión de Reconocimiento. Era una muchacha de carácter afable, tranquila y que daba su mejor esfuerzo en cada entrenamiento. Había sido de las mejores de su generación, pudiendo elegir estar en la Policía Militar, pero decidió entregar su talento a la Legión, a la libertad de la isla.

Cualquiera de sus compañeros diría que Loretta era una buen soldado, eficiente, de mente clara y alta concentración. Incluso Shadis la alabó una vez, lo cual es decir bastante. Pero Loretta solo tenía una debilidad… una que la hacía desconcentrarse del trabajo, la volvía media tonta y especialmente sensible. Esa debilidad o, más bien "ese", era su propio capitán. Sí, así es, Jean Kirstein.

-Toma tu arma y apunta –ordenó el capitán del escuadrón.

La chica hizo tal cual se le indicó. Pero la orden de disparar no llegó, sino que Jean se ubicó a su lado y corrigió su postura. Loretta sintió que un escalofrío le recorrió la espalda y el corazón le latía veloz. No podía evitar mirarlo embobada y completamente roja.

-Hazlo con las dos manos en un comienzo, ¿vale? –tomó la muñeca izquierda de la muchacha y la llevó hasta la mano que sostenía el arma –Eso, bien firme. Tus brazos algo más arriba –nuevamente fue él quien mejoró la posición de sus brazos –Apunta y dispara.

La chica disparó, pero se sentía tiritar completamente. ¡Él estaba tan cerca!

-Mejor –comentó Jean retrocediendo un par de pasos –Otra vez.

La práctica en solitario duró una media hora más, hasta que Loretta fue capaz de acertar sus tiros sin titubear. No hay que culparla por haber estado toda nervios durante ese tiempo, ni menos por ilusionarse con la cercanía de su capitán. Mal que mal, era una chiquilla enamorada como tantas otras.

Todo había comenzado apenas llegó al cuartel hacía un año, en su mano una carta para la comandante Hange donde estaban sus registros de la academia militar. Estaba perdida entre todos esos soldados y pasillos. En la puerta le habían dado una indicación que no captó del todo, por lo que pedir ayuda era lo que correspondía. Por lo mismo se acercó a un par de soldados, una chica de pelo oscuro y un muchacho castaño. Su intención era hablar originalmente con la chica, pero su rostro no era muy amigable cuando le consultó por la oficina de la comandante.

Es solo otra historia de amorWhere stories live. Discover now