XII: Otro dolor de cabeza

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Steve y yo nos habíamos despertado al cabo de las horas, todo se encontraba tranquilo hasta que un estruendoso golpe a la puerta me hizo caer de la cama; nos podían ver. Sería demasiado obvio si me descubrían en la misma habitación nuevamente con Steve.

Mi compañero rubio me dió mi ropa interior y luego lo demás, en cuestión de segundos estábamos vestidos pero la puerta fue derribada de forma sorpresiva dejando oír disparos y el humo se comenzaba a esparcir. Mi compañero sacó unas armas de fuego de su cajón, una metralleta y una pistola Beretta la cual me la entregó a mí.

Me escondí detrás de un mueble y comencé a disparar en dirección de donde venían los otros disparos entre el humo, algunos gemidos ahogados se oían seguidos de golpes contra el suelo. Steve igualmente disparaba su arma hasta que decidimos ir hacia la zona “roja”, una silueta masculina se acercó a nosotros dejando ver a un T’Challa con el ceño fruncido— Tiene que salir de aquí, no se irán hasta obtenerla.

— ¿Qué? —No entendía qué sucedía, ni siquiera había podido ducharme ni despertarme bien. Iba a hablar el moreno cuando un disparo se oyó y en mi pierna un dolor punzante se alojó. Mi pantorrilla izquierda dolía como la gran mierda y sólo atiné a dar saltos débiles y nerviosos hacia el pasillo, ya que había venido desde la ventana la bala.

Steve me cargó en sus brazos y me entregó a la general, ella me ayudó a huir hasta el patio del castillo mientras los demás distraían a los invasores. Cuando íbamos a llegar a una nave wakandiana una mujer se situó frente a nosotros con 2 espadas, obviamente se veía peligrosa, imponía respeto.

— Entregala ahora o tendré que asesinarte —Soltó sin rodeos la enmascarada con vestimenta azul y negro, la general me miró y me dejó en el suelo con cuidado. Pronunció unas palabras en su idioma y comenzó una pelea con la desconocida.

Golpes iban y venían, apesar de que la muchacha tenía espadas no lograba acabar con la wakandiana. Alguien intentó tapar mi boca pero le dí un golpe en el estómago y lo lancé al suelo luego de levantarlo por mi espalda. Estaba atenta a lo que sucedía con la morena y la enemiga mientras recibía y bloqueaba, también daba, golpes al hombre.

Una distracción; Steve rodeado por dos hombres armados y él sólo con un escudo de los wakandianos. Un error por parte de la general y la mujer desconocida le hirió la mano, luego el brazo y le dió en un costado con la punta de la espada. El hombre me pateó y caí al suelo pero inmediatamente cerré los ojos apretando con fuerza el collar que Rumlow me dió. Éste comenzó a brillar con un color celeste casi blanco y una chispa salió de mi otra mano.

Lo siguiente que recuerdo fue sentir que mi pecho estallaba, para después caer desmayada entre los gritos casi inaudibles mientras perdía la consciencia.

Mi cabeza ardía, ardía como nunca y un líquido brotaba de mi sien izquierda, dolía mucho. Intenté mover mis manos pero no reaccionaban así que probé con abrir mis ojos, lo cuál fue mala idea.

La luz potente daba en mi rostro hasta que una sombra se cruzó, y luego otra. «¿Steve? ¿Tony?» mis labios se hayaban secos, demasiado diría yo, así que los abrí con mucho cuidado intentando hablar pero sólo salía un hilo de voz desde mi garganta— A...Ag-Agua.

— ... —Tony se quedó observando de manera indescifrable hasta que Steve le dió un suave empujón— Tony, por favor.

— Sí, sí. Ya... Ya voy —A grandes zancadas se alejó de la camilla y al cabo de unos segundos el rubio me levantó para ayudarme a beber agua.

El líquido a temperatura ambiente recorrió mi garganta aliviando la sed y la resequedad de ésta. Observé dificultosamente a mi alrededor, «¿Qué sucedió? ¿Hace cuánto no despierto?» me restregué con cuidado los ojos intentando obtener una mejor vista.

《Steve Rogers y Tu》StarlightWhere stories live. Discover now