Manos de astillas

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Llevaba una chamarra verde demasiado abrigadora para este asqueroso abril...
Unos pantalones negros entallados que hacían destacar sus escasos 35 o 38 kilos; al descubrir sus manos de aquellas enormes mangas... unos preciosos pares de dedos hechos huesos salieron en la búsqueda de monedas para su pasaje matutino, desesperado por no encontrar nada continuó con los bolsillos delanteros y aún sin resultado alguno usmeó en su bolso trasero izquierdo, y ahí estaba... cantidad exacta para aquel espécimen cargado de lo que parecían ser revistas, un bolso pesado y una mochila en la espalda.
Prácticamente todos los asientos del lugar estaban siendo ocupados así que un par de ojos espantados por el mundo sólo observaban de derecha a izquierda cual sería su destino en aquel horrible sitio, le ví sin discreción alguna porque realmente quería meter mis manos por entre aquella capucha para descubrirle el cabello, me limité a solo mover mi hambriento cuerpo al asiento desocupado de mi lado dándole un pequeño espacio para descansar.
Se sentó y a los dos minutos... milagrosamente quitó el trozo de abrigo de su cabeza, tenía un precioso cabello poco corto que al parecer aún estaba algo mojado, apenas le pude ver a detalle pues no quería notarme como el mas descarado admirador de la belleza humana pero si, le ví de reojo.
Mi bajada llegaba y tenía miedo porque me observaba de momentos, cubrí mi cabeza con la capucha de mi sudadera roja, el movió su cuerpo para darme paso mientras su aroma llegaba a mi naríz... deliciosa vainilla, caminé y caminé... entre toda una multitud que solo pensaba en trabajo y escuela.

《Me sentía como un puntito rojo entre tanto azul, justo hoy utilicé la sudadera que tanto me hace brillar, Mamá, mamá!!!el chico lindo me sonrió!!!》

Y así fué como Evan se enamoró... de un chico que seguro jamás en su vida volverá a ver.


Cosmos: El chico de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora