La playa.

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Las palmeras bloqueaban los rayos del sol, dando una refrescante sombra debajo de ellas. El agua era cristalina. Parecía de ensueño aquel lugar paradisíaco.

Sin embargo todo quedó eclipsado cuando mi vista pasó del paisaje a ella. Reposaba sobre la arena una muy hermosa chica. Su tez morena era impresionante y bajo el sol se veía aún mejor. Su cabello rizado era magnífico. En sus ojos podía ver cómo me reflejaba. Sus hoyuelos eran el preámbulo de su sonrisa. El estar a su lado era una experiencia mágica. El solo verla me hacía sentir muchas cosas. Su sonrisa me envolvía en felicidad, su voz me arrullaba con paz entre  melifluos cantares. Era simplemente perfecta.

Disfrutábamos del día en la playa, con algunas Smirnoff para contrarrestar el calor. Entre charlas, chistes y caricias el día iba pasando. Había momentos en los que simplemente no tenía nada que decir, y solo podía abstenerme a apreciar su perfección. Siempre lo negaba, aún así para mí lo era.

— ¿Quién diría que después de tanto llegamos a este lugar? —preguntó la chica mientras colocaba su mano en la barbilla.

— Lo sé, es increíble. Y todo empezó con algo tan simple como un relato. —respondí. No podía dejar de verla, estaba estupefacto con su presencia.

— ¿Por qué me ves con esa cara? ¿Tas más marico de lo normal? —decía ella entre risas. Yo solo pude reír y asentir en respuesta.

— Quisiera... Detener el tiempo ahora, quedarme aquí una eternidad y no regresar al mundo. —dije con la mirada puesta al horizonte, en el cual se podía presenciar una hermosa puesta de sol.

— Yo no, aquí no hay muchas Smirnoff y hace mucho calor. —agregó en broma a mi comentario. Comenzamos a reír a carcajadas, y mientras ocurría me di cuenta.

«Soy muy afortunado de tenerte a mi lado, tu presencia me trae paz. Te has vuelto parte esencial de mi. Aunque sé que nada es eterno, con un par de minutos a tu lado soy feliz toda una eternidad. A veces pienso que mereces mucho más, pero por algo sigues aquí y eso es lo importante, que sigues aquí. Que has estado y estarás a mi lado hasta que el destino decida interceder. Hasta ese momento, estaré a tu lado sin importar que. Te consolaré en los momentos tristes, te cuidare ante los momentos peligrosos, te aconsejaré cuando lo necesites. Cuenta conmigo para lo que sea». Pensé. Todo en aquel instante.

Sin pronunciar palabra la abracé, transmitiendo todo aquello que siempre he querido decirle.

— Te quiero, Slyn. —le dije al oído.

— Yo también te quiero, Ken. —dijo ella con una sonrisa en el rostro.

El día llegaba a su fin, y disfrutamos al máximo cada momento. Escribí una pequeña nota de algo que quería decirte. Decía así: "Sé que habrán otros muchos momentos, que esté solo es el comienzo. Por eso quiero pedirte que tomes mi mano y vayamos a un lugar desconocido. Sin brújula, ni mapa. Solos tú y yo."

Entre la oscuridad íbamos caminando, nos dirigíamos al barco en el que dormiríamos. Aún siendo esté el fin y del día me sentía igual, como si el tiempo no hubiese avanzado. Seguía disfrutando cada segundo que pasaba contigo. Me otorgaste paz y debo agradecerte por ello.

Llegamos a los camarotes, y mientras tu cabeza reposaba sobre mi pecho me sentía tan bien. No podía creer que todo ésto estaba ocurriendo. Mis sentimientos estaban en su estado más puro y combatían entre ellos por afectarme un rato, generando un torbellino de sensaciones en mi.

— Buenas noches. Dulces sueños, Ken. —dijiste esperando respuesta. Al hacerlo tenías una cara tan preciosa, que decidí guardarla para recordarla por siempre.

— Buenas noches. Sueña con los angelitos, Slyn. Eres preciosa, ¿Te lo he dicho? —contesté. Me dedicaste una de las más puras sonrisas que he visto y te dormiste.

Yo no quería cerrar los ojos, no quería que ese momento acabase. Pero de un momento a otro caí en el sueño. Concluyendo así, uno de los mejores días de toda mi vida.

Cuentos de un Viajero de VidasWhere stories live. Discover now