1. Amanda la patética

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Una vez una persona me dijo que uno está tranquilo hasta que le gusta alguien. Recuerdo que me reí mucho cuando lo escuché. Ahora que sé lo que es perder toda la tranquilidad por una sola persona ya no me dan ganas de reírme.

La vida, amigos míos, puede ser una perra. Y no importa qué tan fuerte te creas, siempre encuentra la manera de romperte manera horrible, hasta dejarte tirado en el suelo, suplicando por un poco de paz.

A mi no me avergüenza decir que me rompí fácil. Que fui débil. Que me hice pedazos con una tontería.
Porque yo fue débil y pátetica desde el día de mi nacimiento.

Recuerdo una vez en el jardín de infantes. Todos los niños, vestidos de color verde y azul, estábamos formados junto a nuestros padres. Todavía puedo ver a todos felices, ansiosos. Yo estaba encerrada en mi mundo, pensando en la hora de volver a casa a ver los dibujos animados.
Al llegar la hora de soltar las manos de nuestros padres, yo hice un gran berrinche y me aferré a la mano de mi madre con todas mis fuerzas.
Ella debió entrar a la sala conmigo y todos mis compañeros porque no hubo quien pueda contra mi berrinche. Pero ni así me calmé. Estuve todo el día llorizqueando en una esquina, junto a mi madre que deseaba darme un golpe ahí mismo.
Así fue durante una semana. Lágrimas y más lágrimas. Hasta que me acostumbré (o quizás me cansé de llorar) y me uní al grupo.

Siempre llorando. Siempre dramatizando. Siempre haciendo de un pequeño problema, un caos enorme.

Es simple: siempre fui débil, caprichosa y exagerada.

Quizás por eso me golpeé tan duro luego de cada decepción amorosa y no amorosa.

Todos los golpes eran duros para mi.

Amanda la débil.
Amanda la caprichosa.
Amanda la exagerada.

Amanda, la chica que dejó de lado sus berrinches de jardín de infantes para reemplazarlos por el llanto y los gritos al teléfono, sentada en el piso de su habitación, en medio de la noche, rogando por un poco de cariño.

Ahora era otras cosas más.

Ahora era peor.

Porque con el correr los años, y mientras me volvía más adulta, fui perdiendo también la dignidad.

Por completo.

Amanda la loca.
Amanda la obsesionada.
Amanda la inestable.
Amanda la patética.

IrrompibleWhere stories live. Discover now