«004»

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Las paredes se le hacían familiares, los techos altos y el frío.
Personas de rostros brorrosos se mueven por toda la sala, entran y se van, toman algunas cosas y rompen otras. El sonido del dolor se comienza a oír.
Harry no sabe cómo, pero sabe que las personas allí son mortífagos, no puede ver sus rostros, no puede ver sus marcas, pero puede sentirlo.
La risa de Bellatrix Lestrange retumba en su cabeza. Cae de rodillas, tapa sus oídos, pero aún la escucha y no quiere hacerlo.

—Oh, querido Draco, no sé cómo te atreviste a traicionarnos. —una extraña tranquilidad escapaba por la garganta de la bruja.— Proteger a Harry Potter, ¡maldito infeliz! —el brillo cobrizo de un crucio relampagueó por todo el lugar y los gritos de Draco le golpean el corazón.

Y Harry recordó, un calosfrío le acarició la columna y el dolor rápido como un rayo fue tan intenso, tan devastador, que olvidó dónde estaba: era como si cuchillos candentes le horadaran cada centímetro de la piel, y la cabeza le fuera a estallar de dolor. Gritó más fuerte de lo que había gritado en su vida; por segunda vez.

Las lágrimas silenciosas se deslizaron por su rostro, silenciosas porque el sufrimiento ya estaba haciendo demasiado ruido, el sufrimiento de Draco y el de Harry quienes gritaban en sincronía y padecían el mismo tormento.

Se detuvo y como ya no había tanto ruido el llanto se permitió gritar a ojos cerrados.

Todo se volvió obscuro y luego la luz volvió siendo demasiada, a Harry le ardían los ojos y parpadeó, una, dos, tres veces. Draco estaba ahí, vestido con un lindo traje blanco, Harry creía que le quedaba lindo el blanco.
Se sonrieron al mismo tiempo. Draco extendió los brazos esperando que el moreno se colocara entre ellos y poder presionarlo contra su pecho, amarlo.
Harry intentó pararse, pero sus piernas no le obedecían, no podía despegarse del suelo y el rubio levemente se desvanecía, se iba, lo abandonaba, se marchaba sin darle tiempo a Harry de alcanzarlo e irse junto a él.

—¡Draco no te vayas! ¡Te amo, Draco, por favor no me dejes!

El slytherin bajó los brazos, pero su sonrisa permaneció mientras desaparecía.

—Te amo, Harry.

El sudor frío brillaba en su frente, Draco dormía en su pecho, todo estaba bien.

—Draco. —Iba a despertarlo, debía asegurarse de que estuviera bien. Sin quitar su firme mano de la cintura de novio le acarició el rostro con la otra y depositó un beso en centro de la cabeza de Draco— Draco. —insistió y el rubio se removió un poco, tenía un sueño ligero— ¿Estás bien?

—Sí, shh, todo está bien. Déjame dormir, Harry. —El moreno asintió y confiando en Draco volvió a dormir.

Por la mañana, luego del desayuno Draco no aparecía por ningún lado y Harry estaba algo preocupado, no sería la primera vez que alguien lo maldice en los pasillos. Decidido camina hasta la oficina de McGonagall seguido de Hermione y justo en la entrada se encontraba Draco hablando con la directora.

—Señor Potter. —Saludó la mujer, Harry devolvió el saludo y miró a su novio con el preocupación— El señor Malfoy me ha informado de ciertos sueños, ¿es correcto? —el pelinegro asintió— Estuvimos hablando y ambos coincidimos que lo mejor tal vez sería que un sanador mental venga para que usted pueda sentirse mejor.

Antes de oír un reproche, Draco habló.

—Te hará bien, me hará bien, nos hará bien. Tal vez así entre en tu estúpida cabeza que nunca voy a dejarte y que nadie va a lastimarnos.

12/10/18 edición
Mg

No te dejes ir (Drarry)Where stories live. Discover now