Vigésima carta.

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Querida Ramona: 

Me asomé a la ventana.

Aquel chico se presentó a tu casa.

Te preguntó quien era yo y por qué le pegué. 

Tú te limitaste a sonreír y a mirarme.

Pero después me di cuenta que no era yo al que mirabas.

Sino al cielo.

Querida Ramona [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora