Trigésima carta.

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Querida Ramona: 

Pasaron semanas y al fin saliste. 

¡Por fin pude verte! 

Vestías con una bata larga de color crema.

Tu cabello estaba desordenado.

Y tenías ojeras.

Pero aún así estabas hermosa. 

Solo saliste para coger una carta y volviste a entrar.

Entonces se me ocurrió una idea.

Querida Ramona [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora