-Por favor, Miriam, es importante.
-Te ha tratado como una mierda y por eso vienes a mí.
-Es verdad, pero escucha lo que te tengo que decir.
-Luis nos puedes dejar a solas, por favor.
Luis le hizo caso y dejando la botella y los dos vasos entró en el restaurante.
-Empieza.
-Es verdad, Ana y yo hemos tenido relaciones sexuales.
-Si no me vas a contar nada nuevo puedes irte-necesitaba un cigarro urgentemente.
-Yo he intentado que seamos algo más, muchas veces. Pero ella no puede tener otra relación, esta total y perdidamente enamorada de ti. Hazme caso, yo la he visto en la mismísima mierda y no es nada agradable.
-A mi todo esto no me ayuda para nada. No se que pretendes.
-Miriam, necesitáis tener una conversación en condiciones. Sin con el alcohol o drogas por medio e intentar hablar de lo que ha pasado estos últimos meses.
-Con Ana es imposible.
-Intentalo-le cogió de la mano.
-Dios eres preciosa, puedo entender a Ana-se rio.
-Madre mía Miriam cuanto has bebido-se rió ella también-Entremos dentro.
-¿Está dentro?
-No, se ha ido.
-Está bien, vamos a dentro.
Entraron a dentro y Kim y Miriam se dirigieron a su mesa. Rob ya se había ido a casa y solo estaban Aitana, Amaia y Alfred.
-Nosotros nos vamos que tenemos un concierto ahora-dijo Amaia levantándose-Mañana nos vemos ¿vale Miriam?-le dijo Amaia abrazándola y luego se sumo Alfred.
-Lo siento por esta noche, hasta mañana tortolitos. Os quiero. Mucha mierda.
La rubia apoyó sus en el respaldo de la silla de Aitana y ella se volvió para mirarla.
-¿Estas bien?
-Si, supongo-no lo estaría si no estuviera borracha después de tantas copas de vino que se había bebido-¿Quieres venir con nosotros? Vamos a quedarnos aquí y beber un poco de vino... un poco más de vino- sonrió.
-¿Quienes?¿Kim también?
-Si, es... es maja.
-No puedo Miriam, me tengo que ir, Ana me está esperando.
-Vale tranquila. No te preocupes.
-Ten cuidado, ¿vale, Miriam? Y llámame si me necesitas.
-Lo haré.
-Mierda Miriam, Rob acaba de tener un accidente y tengo que ir al hospital. No es nada grabe.
-Oh, lo siento mucho.
Solo quedaban Miriam y Luis.
-¿Estas seguro de que no te importa pasar el rato conmigo?-le preguntó a Luis-Ana podría regresar y tiene tendencia a agredir verbalmente a la gente.
-Estoy seguro.
Tomó asiento enfrente de Miriam y rellenó los vasos de poliestireno con vino blanco y brindaron.
Ana había llamado a todas las compañías de taxi que había entre ese restaurante y su apartamento para que alguien la llevara de vuelta a casa ya que Aitana tenía el coche y había decidido quedarse a cenar. A causa de la distancia, ninguna había aceptado, claro. Podría coger el autobús pero el transporte publico no le iba.