Prólogo.

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Me he estado desvelando varias noches, el trabajo ha sido pesado y , más que nada, tengo la preferencia de todos.

Las luces están apagadas y escuchó los cuchicheos de las personas cercanas. La música sensual comienza a sonar y comienzo con mi show.

Comienzo a bailar lentamente, mientras los gritos comienzan a llenar el lugar. Un reflector apunta solo a mí, su luz me desubica un poco pero sigo con lo mio. Muevo mis caderas y comienzo a tirar de la corbata que tengo puesta, un color rojo. Los gritos alocados de las mujeres suenan más fuerte, cuando comienzo a quitar mi camisa blanca, aviento la prenda a cualquier lugar y escuchó como los quejidos comienzan a sonar. Me desahogo de los pantalones y gritan aún más. Me concentró en la música, muevo mi cuerpo bailando lentamente. Termino de bailar y los silbidos, como tanto gritos, se intensifican. Tomo la ropa que no he aventando al publico y salgo del escenario.

— Sexista, deberías de acerté prostituto. — Miro a Gaston, mi mejor amigo, recargado en una pared cercana. Ha visto mi show.

— No, eso es muy diferente a lo que yo hago. Bailo, no quiero tener sexo con una chica del público. — Hago una mueca de asco. No me gustaría ni siquiera pensarlo.

— No eres un bailarín normal, Matteo. Eres un stripper, ¿sabes que es? — ruedo los ojos y lo aviento por los hombros para que comience a caminar y dejar que me cambie.

Y como a dicho Gaston soy un stripper, bueno somos, ya que él también esta en esto. Lo conocí hace ya ocho años, somos inseparables con él tengo la confianza de hablar de ser quien de verdad soy. Indiferente y abstracto.

— ¿Como fue tu turno? — le pregunta estando ya en el camerin. Hay esparcidos de aquí a allá algunos de los demás.

— Bueno no mejor que a la estrella del sky. — me apunta para después levantar mis brazos y comenzar a victoriar. — Ahora que recuerdo, tu celular no paraba de sonar cuando comenzaste el show.

— ¿En serio? — Gaston asiente, frunzo el ceño. ¿Quien me podría estar llamando?.

Es extraño, nadie me llama. Solo que sea Gaston, Gary o Isabela. El primero no fue, ya que esta sentado a mi lado. Gary no pudo ser, es el dueño del Sky y Isabel esta afuera sirviendo tragos.

Sin más preámbulo miro mi celular, no es mas que uno básico no tengo lujos y nunca los tendré. Me quedo un tanto impactado, el contacto que aparece en la pantalla me deja consternado. Marco de vuelta para saber que es lo que pasa.

— Matteo. — susurra al otro lado de la línea. Su voz aún no ha cambiado. — ¿porqué no respondías mi llamada?

— En primera, Paty ; no eres nadie para pedirme explicaciones. Segunda, ¿que pasa?, ¿porqué me llamaste?. — escuchó un suspiro de su parte y miro como Gaston de junta más hacia a mí para poder escuchar.

— Necesitamos hablar sobre nuestra responsabilidad. — cierro los ojos y me concentró en no ser tan mala onda.

— Mira, Patricia, te he dicho mil veces que Sam, es nuestro hijo y por eso tenemos que quererlo. No te puedes referir de ese modo a él. Yo lo amo. — respondo sacado de quicio. Detesto cuando ella hace eso.

— Pues no parece que lo ames como dices, Matteo. ¿Sabes que?, olvidalo. No tenia por que llamarte. — es lo ultimo que dice para colgar la llamada.

Gaston me mira sin entender lo que pasa, yo me limito a levantar mis hombros.

— ¿Un ataque de volver? — pregunta él, pero negó. Hace mucho que a Patricia ya no se le da eso del pedir volver.

— No, sólo me llamo para echarme en cara lo de Sam — Gaston levanta sus cejas, eso ya no es extraño.

Patricia se encarga de hacerme saber que jamás me hago cargo de Sam, si pudiera meterse a mis sueños también me diría que soy un irresponsable con él. Pero no puedo hacer mucho, mi hijo es la razón de mi vida y ella lo alejo de mí hace ya dos años. Yo no fui el loco que quería lujos, yo no fui el que cambio nuestra linda historia de amor solo por algunas monedas. Eso es lo que nunca entenderá, el dinero lo es todo para Patricia Sanders.

— ¿Que hacen los chicos más guapos del sky? — la voz de Isabel se escucha en el camerino. Me doy cuenta que los demás se han ido y solo quedamos Gaston y yo.

Isabel es una mujer completamente hermosa, tiene ese poder de robar miradas solo con verla. Su cabello es largo y rubio, mientras su rostro es demasiado tierno, parece una muñequita. Y afortunadamente ella es mi novia.

— Lo dice la mujer más hermosa. — ella ríe entre dientes y se acerca hacia a mí. Gaston por su parte hace muecas de asco.

— Mira lo que te traje. — Saca de su mini falda, un fajo de dinero, no tan grueso, ni tan pequeño. Normal. algo bueno.

— No te hubieras molestado, guapa. — Tomo sus mejillas con mis manos y junto nuestros labios en un beso.

— Si, no te hubieras molestado. — Gaston habla sarcástico y se voltea a ver en el espejo. — ¿Y que vas a hacer con Patricia?

Isabel me mira con preocupación. Ella sabe sobre Paty, sobre Sam y todo lo que me paso antes de conocerla. Ella me entendió perfectamente.

— Tendré que ir a verla, seguro que se esta quedando en casa de su madre. Jamás me habla cuando esta con su marido. — Isabel se sienta en mis piernas y la abrazo por la cintura.

— ¿Para que te llamo, amor? — miro los ojos cafes de mi hermosa chica. Le sonrió y negó.

— No lo sé, no me dijo absolutamente nada. Esta extraña. — ella asiente y da un beso sobre mi cuello, aún desnudó, encendiendo algo en mí.

— Cuando salgas de aquí, ve al departamento tengo algo nuevo para ti. — susurra en mi oído y sonrió ante sus palabras.

Se levanta, dejando el fajo de billetes sobre el tocador. Sale meneando sus caderas al compás de la música que se escucha de fondo. Gaston me da un leve golpe en la pierna trayéndome a la realidad.

— Esa mujer esta haciendo brujería contigo, amigo. — río ante el comentario. ¿Brujeria?, ¿sera?.

Antes de que pueda contestarle a mi amigo, quien este contando el dinero de mis propinas, suena mi celular dándome a saber que es un mensaje. Lo tomo y abro el mensaje;

Patricia.
Perdón, Matteo. Estoy demasiado mal, te necesitó, te necesitamos. Matteo, a Sam le diagnosticaron anemia con propesidad a leucemia. Sam puede tener cáncer de sangre.

Leo y re leo, cubro mi boca con mi mano ahogando el probable quejido que se puede escapar. Mis ojos me pican y siento que derramo las lágrimas acumuladas. Siento la mano de Gaston agitandome pero no reaccionó.

Mi hijo puede tener cáncer, mi luz, mi ángel, mi vida.

¿Qué voy a hacer sin él?.

Todo Tuyo Where stories live. Discover now