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🎨 «Fantasía vs realidad» 🎨

«¿Por qué?»

Sin importar las veces que se lo preguntara, Sehun parecía incapaz de encontrar una respuesta que satisficiera su curiosidad y es que, al tiempo que la confusión crecía, la palabra culpable de su estado actual, se repetía sin cansancio en su cabeza, como lo haría el mantra de un monje budista. ¿Por qué? De todas las frases posibles, ¿por qué había utilizado la única que jamás hubiera pronunciado en voz alta?

No podía entenderlo, simplemente, resultaba demasiado confuso el comprender de dónde rayos había surgido aquella palabra. No era como si el rubio ignorara su existencia, después de todo, podía encontrarla en el diccionario y en los últimos años, no podía negar que la hubiese escuchado con frecuencia porque, al final, era justo eso lo que todos buscaban y lo que él siempre se negaba a brindar.

La razón era obvia: Sehun jamás había estado dispuesto a dar más de lo necesario al involucrarse con alguien, odiando las complicaciones y aún más las confusiones, un fenómeno que fácilmente podía suceder si cometía el error de dar una etiqueta como aquella a lo que ofrecía. «No soy publicidad engañosa, lo que ves, es todo lo que hay» decía a sus compañeros, siempre que ponía las cartas sobre la mesa.

A pesar de la rudeza con que lo expresaba, el rubio creía que mentir sobre sus intenciones sería algo no sólo más duro, sino también ridículo y dado que hasta la fecha, sólo uno o dos compañeros se habían negado a continuar al conocer sus condiciones, Sehun no veía porque replantearse su estilo de vida. Mucho menos comenzar a ocultar lo que buscaba.

Entonces, ¿por qué había le había molestado que Luhan insinuara que sólo deseaba volver a follarlo? ¿Por qué había utilizado la palabra cita para referirse a sus encuentros, en lugar de alegrarse porque el otro ya supiera de lo que iría lo suyo?

Antes de que pudiera seguir cuestionándose, el sonido que sólo podía provenir de una ajetreada cocina se hizo escuchar, obligándolo a levantar la mirada y advertir al chico que acababa de dejar el restaurante. Hacía rato que la noche hubiera descendido, oscureciendo el callejón donde Luhan lo había citado, pero incluso con la escasa iluminación y el viento helado soplando contra sí, Sehun pensó que al mirar al chino, lo único que sentía era... calor.

No se trataba de la temperatura en aumento que sacudía su cuerpo siempre que una imagen excitante se cruzaba en su campo de visión, ni tampoco era como si el clima invernal hubiera cambiado de un minuto a otro, pasando de la brisa fría y la necesidad de estar abrigado, al calor abrasador que invitaba a echar mano de las camisetas sin mangas o un par de bermudas.

Para ser honesto, ver a Luhan era como encontrar una fresca sombra bajo la cual refugiarse tras una larga caminata o despertar la mañana de Navidad, sabiendo que un montón de regalos lo estarían esperando justo bajo el árbol. Se trataba de una sensación pacífica, dulce. Cálida como el café que Sehun acostumbraba a beber cada mañana o el regresar a casa y tumbarse en la cama, luego de un día agotador.

— Debo admitirlo, no sé qué hacer — comentó Luhan, ni bien detenerse cerca de donde el rubio le esperaba, su cabeza dudando sobre superar el límite del espacio persona o permanecer a unos cuantos pasos de distancia — ¿Debería emocionarme el que estés aquí a la hora indicada, o asustarme, porque dudo que sea lo que acostumbras hacer? —

Torciendo una sonrisa, en un gesto inocente para ocultar que él mismo hubiera estado buscando un justificante a sus acciones, Sehun acortó el espacio que permanecía entre los dos. Cuando su mano se extendió, buscando halar al chino por la cintura, el cuerpo de Luhan reaccionó, cada uno de sus músculos acostumbrado al tacto del otro.

De trabajos, jaquecas y playboys || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora