Capitulo 12- Dos inquilinos mas en el castillo

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*Unos días después*
Los tres hermanos se encontraban en el comedor tomando su desayuno, Yui colocó el último plato que era el favorito de Ayato y después de hacer una reverencia se marchó a la cocina ante la atenta mirada de Laito.
— ¿No te parece que la sirvienta esta más callada que antes? —se dirigió Laito a su hermano que degustaba con decoro un delicioso takoyaki.
— A estado así desde que vio a Karlheinz, no se que le ocurre ni me importa tanto. —le respondió para luego seguir con su desayuno.
—No tienes que fingir, ya todos sabemos que te gusta. —le siguió insistiendo Laito para después tomar un trago de jugo.
— No molestes, no ves que estoy ocupado. —le reclamo Ayato algo fastidiado.
—Como digas, de todas formas lo único bueno que tiene para ofrecer esa chica es su sangre.
— ¿Que dijiste?
— ¡Ya callense! No dejan a teddy ni a mi comer en paz. —les reclamo Kanato enojado. Luego de esto los tres comieron en silencio, hasta que terminaron.
— ahhh que bien, al fin la inutil de la sirvienta aprendió como preparar bien los takoyaki. —dijo Ayato satisfecho recostándose en la silla. —por cierto ¿que es lo que ibas a decirnos después del desayuno?
— Pues ya que mamá no está, el rey enviará a alguien más para cuidarnos. —dijo en tono burlesco Laito.
— ¿Que, tendremos niñero? —pregunto Kanato con mirada expectante.
—Dejame haber si adivino, ¿el viejo decidió mandar al cuatro ojos? — comentó Ayato.
— ¿quien más seria? —le cuestionó  Laito. —no es que no me agrade, pero su presencia aquí tornara las cosas más aburridas...ya no podré tomar mi alimento como se debe.
— Ah, ¿A que te refieres con alimento? —reacciono Ayato con el ceño fruncido.
Su hermano sonrió placenteramente ante su reacción y después le dijo —: ¿Tu que te imaginas? —luego se levantó de la silla y se marchó como si nada, dejando a Ayato con la duda carcomiendo su mente.
Después que los tres hermanos se retiraron Yui aprovechó el momento para ordenar y limpiar la mesa, luego de esto fue hasta la cocina donde empezó a lavar los platos, y mientras lo hacía empezó a tararear la canción que la mujer que la había adoptado de pequeña le cantaba todas las noches.
"Duerme bien, duerme bien
En tus sueños vivirás y con el dulce amanecer de nuevo a la realidad volverás..."  Cuando era tan sólo una niña jamás comprendió el significado que arrastraba la letra de aquella canción hasta ahora, que comprendía muy bien como era la realidad en si.

Y así fue sumergiéndose en sus pensamientos poco a poco, sin imaginar que había un lobo solitario que la acechaba desde la puerta, este se acercó silenciosamente a ella y aprovechando que estaba distraída la tomo de la cintura, pero Yui al sentirlo tomo uno de los vasos de vidrio que estaba lavando lleno de agua y lo lanzó encima del chico que la había sorprendido por la espalda.
— ¡¿Que te pasa!? —dijo Ayato enfurecido.
— ¡Ah Ayato-kun! Lo siento es que me asuste y actúe sin pensar. —exclamo Yui avergonzada, luego tomo una pequeña toalla y empezó a tratar de limpiar la humedad del saco del chico.
— ¡Eres una descuidada! ¡ya dejalo así! —le reclamo sujetando la mano de Yui.
— yo no tuve la culpa, ya te había advertido que no me sorprendieras por la espalda ¡tu eres el tonto por hacer eso! —le grito sin pensar. —Ah, lo siento no quise decirlo. —se disculpo avergonzada por lo que había dicho.
—como que te estás pasando de lista ¿no sirvienta? —le comento apretando su mano con fuerza.
— ¿Que?
— acaso te has olvidado de que él que te manda soy yo, ¡no puedes dirigirte a mi de esa forma, escuchaste! —le replicó para luego tomarla de la cintura y acercarla a él. —no me dejas opción tendré que enseñarte por las malas. —le susurró en el oido.
—No lo vayas a intentar.
—Tu no me dices que hacer. —diciendo esto Ayato la acorralo entre el lavaplatos y él, luego empezó a desabotonar el traje de Yui para después dejar al descubierto sus hombros y una parte del pecho.
—Como lo supuse. —dijo entre dientes viendo con furia varias marcas que yacían en la piel de Yui, dos en el cuello, una en la parte del pecho y otra en su hombro izquierdo. — ¿Quien te hizo esto? ¡Dime! —le dijo enfurecido sobresaltando a Yui.
— F-fue Laito. —confeso en voz baja.
— Ese imbécil, debiste haberme dicho, no tienes porque dejarte morder de alguien más, ¿entiendes? Me perteneces. —le dijo con tono frustrado. Yui estuvo a punto de responder a sus palabras y empezar una discusión, ya que en cierto modo odiaba que la tomarán como un simple objeto el cual poseer, pero el sonido del timbre de la puerta la interrumpió.
— sólo eso faltaba. —dijo con desdén, Yui en cambio se alejó de él lo antes posible y mientras abotonaba su traje corrió hasta la puerta. Cuando la abrió se sorprendió al ver a Reiji y a su hermano Shu afuera esperando con una maleta en sus manos.
— ¿Por qué tardaste tanto? —le cuestionó Reiji penetrándola con su fría mirada. Yui se disculpó y después los invito a pasar, los tres se dirigieron al salón principal donde Laito y sus hermanos los esperaban.
— Vaya sorpresa Reiji. —dijo Laito, el cual estaba sentado en uno de los sillones cómodamente.
— No te emociones no estaremos por mucho tiempo. —le contesto.
—al menos eso esperamos, ¿y no me digas que el ermitaño de subaru vendrá también?
— Él no necesita hacerlo. —le respondió Shu mientras quitaba uno de los audífonos de su oído.
—bien entonces, gatita puedes ser tan amable y mostrarles a los invitados sus habitaciones.
—Ah, si, Reiji, Shu vengan por aquí. —les indicó, los dos chicos se adelantaron a subir las escaleras y después ella intento seguirlos, pero Ayato la interrumpió tomándola de la mano, ella lo miro asustada.
— Ten mucho cuidado sirvienta. —le advirtió viéndola fijamente, ella sólo asintió indecisa y después se dirigió a las escaleras.

***

Al día siguiente Reiji la obligó a despertarse más temprano de lo habitual para que preparase el desayuno, luego de terminar de limpiar los residuos del mismo, se dirigió al jardín para tener un poco de tranquilidad junto a las rosas que danzaban orgullosas con el viento, aunque al verlas sólo pudo recordar todo lo que vio en aquella visión que Karlheinz le mostró.
Mientras tanto en su habitación, Ayato aprovechó el momento y decidio esconderse para cuando ella volviera sorprenderla como ya estaba acostumbrado a hacerlo. Se aproximó a su cama y en la mesita de noche que estaba al lado de esta, vio el perfume que Yui usaba, lo tomo y empezó a sentir su delicado aroma a cerezas, aquel aroma sólo le trajo un rápido recuerdo.

(Dos días antes)
*Ya era de noche y Yui estaba recostada en la cama cuando de pronto al abrir levemente sus ojos vio que alguien estaba sobre ella, era Ayato y este mostrando en su sonrisa sus afiliados colmillos sin esperar más la mordió, succiono y succiono con decoro, mientras que Yui se retorcía en la cama. Cuando él dio por concluida su misión principal se detuvo un momento para admirar los labios de ella, como si deseara besarla como aquella vez en el bosque, pero Yui se percató de su intención y recordó claramente lo que Karlheinz le había dicho "nada de besos" entonces como pudo estiro su mano derecha hacia la mesita de noche y tomó el perfume que siempre utilizaba, luego sin pensar roció un poco en la cara del chico. Ayato se alejó de ella con un fuerte ardor en sus ojos...*

— Ya está aprendiendo a defenderse. —sonrió Ayato al recordar lo sucedido aquella noche. — pero ¿por qué ahora me evade tanto? Antes no era así. —se preguntó. Luego colocó el perfume en su lugar y después se dirigió a la ventana desde donde pudo distinguir bien a Yui regando el jardín y contemplando las rosas. Por alguna extraña razón una sonrisa se escapó de sus labios al admirarla con detalle, la luz del sol que brillaba sobre ella hacia que sus mejillas cambiarán a un tono rosa y cálido, aquel traje que usaba como mucama resaltaba su cintura y un poco sus piernas, sin embargo lo que más lo volvía loco era pensar en sus dulces labios y el sabor de su cálida sangre.
— ¿Así que ahora te dedicas a espiarla? —escucho la voz fastidiosa de Laito acercándose a él.
— ¿Que quieres? —le preguntó sin interés.
— Bueno venía a avisarte que tienes visita.
— ¿Quien?
— Por que no bajas y lo averiguas por ti mismo, te aseguro que no pararás de sonreír al ver quien vino a verte. —le dijo sonriendo. Ayato se dejó llevar por la curiosidad y bajo hasta el salón principal. Camino hasta los sillones donde lo esperaban supuestamente y allí sentada con las piernas cruzadas se encontraba Sayda, quien al verlo se puso de pie.
— Hola mi amor ¿aun no me haz olvidado o si? —le dijo de forma coqueta.
— ¿Se puede saber a qué se debe esto?
— Bueno tengo una gran noticia que darte...

La Sirvienta Del Vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora