Día sesenta y seis

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Día sesenta y seis.

【 Querido diario, cómo era de costumbre para mí me encantaba ir a la bahía y mirar el atardecer mientras me tomaba un delicioso café frappé, así que ese día pedí que me llevaran, que fuéramos todos incluyendo a choco, mamá ya no refunfuñaba, ya accedía a cualquier petición que yo tuviera.

Antes de salir mamá me cubrió cómo con tres gorros, no exagero, en verdad me cubrió demasiado ella decía que afuera hacia frío y que mis defensas eran bajas para soportar un rrfriado.
Después salimos de casa en el auto de papá quien se estaba quedaron últimamente en casa y nos dirigimos a la bahía donde ya choco nos esperaba.

Todos bajamos del auto excepto yo que debía necesitar ayuda para bajar pero afortunadamente había dos hombre fuertes conmigo.
Nos sentamos en una cafetería que tenia la mejor vista de la bahía y pedimos los café frappé, papá comenzó hacer chistes mientras choco le seguia el juego, parecía ser que mi enfermedad había logrado que todos se reunieran y pudieran pasar un momento agradable.

Unas chicas en la otra mesa me miraban y se reían, no entendía si era por los malos chistes o por lo ridículo de mi sombrero por que en realidad era ridículo. Zelena quien había visto a las chicas durante todo ese rato no se aguantó y fue a la mesa a preguntar que era lo que pasaba y del porque se reían tanto, una de ellas hablo y dijo que en ese lugar no se admitían personas moribundas que por que mejor no me llevaban lejos de allí, que mi aspecto dañaba la estetica de la cafetería, Zelena se lanzo contra ella dándole un empujón haciendo que cayera al suelo, mi hermana quiso ponérsele encima y darle cachetadas pero mamá la detuvo y la saco del lugar.

Zelena estaba hecha una ira, todos los estaban pero yo solo estaba sorprendida por cómo mi hermana me había defendido, jamás la había visto así, excepto la vez en el jardín donde un niño me mordió la mano.

En fin, nos fuimos de allí a sentarnos y ver el atardecer un poco pero ya la noche llegaba y con ella el frío viento, nos fuimos y llegue a mi casa feliz por el día que todos me habían regalado. 】 

Att. Regina Mills.

Querido diarioWhere stories live. Discover now