❧ 29

4.2K 233 86
                                    

Cuando me desperté por la mañana, quise pensar que todo había sido un sueño. O mejor dicho, una pesadilla. Pero no era así.

Estaba en mi cama, pero recordaba haberme quedado dormida en el sofá, hablando con Noe. No sé hasta qué hora se quedó hablando conmigo y tranquilizándome, mientras yo lloraba desconsoladamente. El caso es que al final, me debió de transportar a la cama.

Estaba triste, pero a la vez tenía esa sensación de calma que aparece cuando has estado llorando mucho y luego te quedas como si ya hubieses sacado todo lo malo de dentro.

Me revolví en la cama y solo conseguí que el perfume de Miriam, que había dormido allí hacía poco, invadiese mis sentidos. Me levanté frustrada, aunque, ¿qué expectativas tenía para el día?

—Hola preciosa —me dijo Noe en cuanto entré a la cocina. —¿Cómo te encuentras?

Sentía un nudo en la garganta así que negué con la cabeza para no hablar y empezar a llorar. Yo misma me recordaba a Miriam cuando Héctor la dejó. Lo fuerte es que él la dejó por otra, y ella me había dejado a mí por mi propia culpa.

Hablando del rey de Roma, por la tarde iría a recoger sus cosas en casa de Miriam. Vaya momento más oportuno para hacer esto, justo un día después de haber... ¿cortado?

—Bueno, he ido a la panadería y te he comprado pastas, donuts e historias de estas, ¿vale? Que un día es un día —dijo, sonriendo, mientras me plantaba una taza de café con leche en mis narices.

Agradecí el gesto, pero mucha hambre no tenía.

—Y mañana por la mañana, nos vamos a Madrid a comer unos churros con chocolate, ¿qué te parece?

La miré, y por primera vez desde que me había levantado, me apeteció reírme.

—Pero Noe, que el objetivo es que esté alegre, no que gane dos quilos en un fin de semana —le respondí.

Ella también se rio, y se sentó a mi lado.

—Bueno, haremos lo que tú quieras.

—Adóptame, en serio —dije, escondiendo mi cabeza entre mis brazos y apoyándolos sobre la mesa.

Noe me acarició el pelo y se rio levemente.

—Tengo que irme al ayuntamiento, Ana. ¿Vas a estar bien? Intentaré llegar a la hora de comer.

Levanté mi cabeza, me acomodé el pelo, y le di un mordisco al donut.

—No te preocupes, estaré bien, sí.


🦋🦋🦋


En realidad no, no estaba bien. Al parecer las noticias volaban y Aitana me había petado el móvil a WhatsApps. Alfred me preguntaba por la cena con mi madre, Ricky me había incluso llamado durante la noche, y tenía un mensaje de Raoul disculpándose por la situación de ayer.

Tenía también varias llamadas de mi madre, mensajes pidiéndome que hablase con ella, que no me tomara mal lo del embarazo, que al final era algo positivo para todos. ¿Para todos quién? Para ella y Marc, supongo. Porqué para mí era una mierda de noticia. No quería ni imaginarme a mi padre recibiéndola.

Por otra parte, si algo había aprendido en aquellos días, era que las cosas había que enfrentarlas al momento: así que me puse a responder mensajes, empezando por los de Aitana.

Luego le mandé un audio bien largo a Alfred, contándole lo de mi madre y a parte, la movida con Miriam. Le dije a Raoul que no pasaba nada, que yo sí que lo sentía por montar el show en su casa. De los mensajes de mi madre, iba a prescindir completamente, eso no era negociable; por lo menos no ahora.

Que lo bueno está por llegar 🦋 || WARIAMWhere stories live. Discover now