Capítulo 26: Una visita inesperada.

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POV Daniela: 

El camino a casa no fue muy incómodo ni muy agradable, simplemente compartimos un par de palabras sobre el trabajo y nada más. Al llegar a la residencia, me dejó justo en frente y le agradecí por aquel favor, ella sonrió y nos despedimos. Observé una moto frente el garaje y solté un suspiro, seguro era de Mario. Abrí la puerta y rápidamente entré, dejando las cosas en la primera mesa. En la sala solo estaba Ramón, quién como siempre daba saltitos pidiendo un poco de mimos, le sonreí y fui hacía las habitaciones, nada. ¿Dónde demonios estaban? Comencé a preocuparme. 

¡No, Mario! — Me sobresaltó la voz de Poché acompañada de aquella risa masculina desde el patio, salí casi corriendo y me encontré con ambos, él tratando de empujarla a la piscina, bromeando. Levanté una ceja mirándolo de arriba a abajo y la soltó. No me caía nada bien.

Poché corrió hacía mí y la rodeé con mis brazos, pude jurar ver a Mario darnos la espalda, levanté un poco su rostro para dejar un corto beso en sus labios y le dediqué una sonrisa, estaba bien, era todo lo que importaba. 

¿Qué ha pasado?  — Pregunté mientras nos separabamos de aquel abrazo, ni siquiera recordé saludar a aquel chico al otro lado. — ¿Todo está bien? 

Estoy asustada, Calle. No me parece normal que un día me asalten y al otro día aparezcan las llaves del coche robado afuera de la casa. 

Lo sé, no es normal. No fue un simple robo... Pero hablé con mi papá, me dijo que tenía contactos y que al resolver algo, me llamaría. Tú tranquila, ¿sí?

Está bien amor, no quería estar sola acá, por eso llamé a Mario. ¿Estás enojada? — Y dibujó un pequeño puchero, me acerqué a besarlo y negué con la cabeza. 

No, pero ya llegó tu super novia al rescate, así que él está sobrando aquí. — Y le guiñé el ojo para después entrar en la casa esperando que se despidieran. 

Aproveché de revisar aquella caja y efectivamente estaba completamente repleta de esferas de poliestireno y a un lado, las llaves sobre la mesa. Suspiré sacando mi celular y volví a llamar a mi padre para saber si tenía nuevas noticias, y en efecto, había conseguido contactar con el jefe de la policía de Miami, quién estaba poniéndose en marcha tanto en la búsqueda del vehículo como en vigilar los alrededores de mi residencia. Le agradecí por milésima vez y asentí al saber que vendrían dos oficiales a revisar y llevarse aquella caja. 


9:00 p.m


Después de la visita de los oficiales, ambas pudimos quedarnos más tranquilas, sabíamos que tendríamos apoyo y vigilancia 24 horas del día y después de un rato optamos por pensar que quizá eso había sido solo una broma de mal gusto, de muy mal gusto. Poché fue a ducharse cuando comencé a preparar la cena, me había pedido lasagna, y ¿por qué no? Al meterla en el horno comencé a lavar los trastes y escuché un ruido en el patio, no le di importancia, estaba paranoica, de seguro era Ramón. Solté una risita y al terminar de secarme las manos, volteé solo para encontrarme con la puerta que daba hacía el patio completamente abierta, recordaba haberla cerrado. Mi corazón comenzó a latir más y más rápido y comencé a caminar hacía allá, al llegar asomé la cabeza y al encender las luces, solté un grito a la par de ella. Ahí estaba Poché, tomando un par de fotos con el celular nuevo. 

¡Ay gorda! — Dijo mientras recogía el teléfono del suelo. Sí, estábamos paranoicas.  

Solté una risa nerviosa antes de volver a la cocina y me pasé la mano por la frente. Qué susto, negué con la cabeza y tomé mi celular esperando que aquella lasagna estuviese lista para poder cenar. Coloqué los individuales en el mesón y llamé a Poché, quién cerró la puerta corrediza y soltó una risa mientras se sentaba, me lanzó un beso y volví a reír. Me hacía tan feliz. 

TENÍAS QUE SER TÚWhere stories live. Discover now