Silencios

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Siempre he valorado mucho en una persona su capacidad de saber disfrutar del silencio. Es algo que me parece totalmente mágico y poder compartirlo con alguien sin sentir incomodidad me parece una señal inequívoca de que hay complicidad. Sólo me pasaba eso con dos personas, una era mi padre y la otra Mimi, y en aquel momento recordé lo maravilloso que sonaba el silencio a su lado, era música y cada gesto cobraba el doble de sentido del que tenía.

Estuvimos más de media hora sin articular palabra, abrazadas en la arena y sin necesidad de romper aquel momento.

De vez en cuando volvía a mi cabeza lo imbécil que había sido esos días con ella y mi mano, que rodeaba su cintura, apretaba un poco su piel rogándole disculpas de nuevo, después ella siempre me devolvía una caricia para tranquilizarme y prometo que aquellos gestos me hacían temblar y me emocionaban.

A lo mejor hay gente que no va a llegar a entendernos nunca. Gente que no perdonaría algo como lo que ella me hizo o cómo lo que yo le hice.

Pero es que lo que teníamos nosotras era tan especial que no había otra opción. Sabíamos que esos errores estaban siendo consecuencias de toda la presión que veníamos viviendo estos meses y que no se iban a volver a repetir.

Por supuesto existía el miedo a que alguna volviera a cagarla y perder la fe en lo nuestro, pero teníamos que mirar hacia adelante y luchar por que todo saliera bien de una vez, teníamos claro que era lo que queríamos por encima de todo.

Mi abuela siempre decía que antes las cosas cuando se rompían se arreglaban, no como ahora que lo tiramos todo bien pronto para pillar algo nuevo, y ese es uno de los pocos pensamientos antiguos con los que estoy de acuerdo.

Por supuesto no siempre, pero hay veces que algo merece tanto la pena que hay que intentar arreglarlo hasta cuándo pende de un hilo.

Y lo mío con Mimi merecía la pena, de verdad que sí.

De repente mi móvil rompió bruscamente aquel silencio.

- ¿Qué cojones es eso? - preguntó Mimi aterrada

Yo reí y saqué el móvil de mi bolsillo trasero

- Mira - se lo acerqué - se llama móvil y sirve para llamar a la gente y saber dónde está ¿Te suena? - le dije con rencor

- Uff esa ha dolido - me dijo con un hilo de voz - pero joder vaya sonido más desagradable tienes ¿No?

Miré el mensaje que me había llegado y era de Hugo.

"Estoy detrás de tí en el paseo marítimo ¿Puedes venir por favor?"

- ¿Todo bien? - preguntó Mimi aún tumbada en la arena

- Es Hugo... - dije con algo de culpa - está aquí detrás nuestra y me ha pedido que vaya - la miré apretando los labios - debería de hacerlo y contarle todo ¿No?

- Claro, ve... pero escucha...

No le dio tiempo a seguir hablando la callé con un beso antes de levantarme y dirigirme hacia él.

- Ahora vuelvo - dije con algo de miedo

- Ana es que quiero...

- Luego Mimi - la interrumpí - quiero hacer esto cuanto antes...

- Pero...

Dejé su voz atrás y fui decidida a hablar con él. Esperaba que su gesto fuera serio al sorprenderme allí con ella y de aquella forma pero nada más lejos, aquel tipo no podía dejar de ser un encanto.

- Hugo yo...

- Me alegro mucho Ana - me sonrió - ella es la persona que te mereces y la que te hace feliz de verdad, no hay nada más que verte - me dio un repaso de arriba a abajo - pareces otra diferente a la de esta mañana además ella es una tía increíble

La revolución.Where stories live. Discover now