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Ser el niñero de una cría de 16 no estaba en mis planes cuando me entrene para trabajar en la agencia de espionaje más importante de Canadá.

Aunque claro, supongo que esto me lo merezco por no hacer caso a mis superiores e ir a mi bola.

Aparco el coche delante de la enorme casa. Parece un palacio y sinceramente no me sorprende una mierda. El señor Loubert tiene más dinero de lo que podré tener yo en décadas, y eso que no cobro poco.

Suspiro y salgo del coche. Dos guardaespaldas, Mikel y Perrie, me abren la puerta enorme que me lleva al patio de la gran mansión.

-¿Qué te trae por aquí Bieber?-Pregunta Mikel divertido.
Nos entrenamos juntos hace unos años y siempre tuvimos una gran relación, pero perdimos el contacto cuando empezamos a ejercer y nos vemos sólo en las reuniones de empresa, como las llama él.

-Supongo que un castigo por parte del jefe.

Los dos enormes hombres ríen y yo les sonrío antes de seguir el camino a la casa.
Suspiro profundamente, diciendome que esto durará sólo un tiempo y que luego volveré a hacer lo que más me gusta.

Llamo al timbre y una señora de unos 60 me abre la puerta con una sonrisa.

-Usted debe de ser el señor Bieber.-Dice dejándome pasar. Asiento y miro a mi alrededor.

Paredes blancas y unas escaleras que llevan a la planta de arriba es lo primero que se ve al entrar.

-El señor Loubert le espera en su despacho. Le acompañaré.

Asiento y la señora cierra la puerta antes de empezar a andar. Sube las escaleras y giramos a la derecha donde nos encontramos más escaleras.
Una vez subimos estas, un pasillo amplio nos recibe, además de unos gritos chillones y molestos.

-¡PERO PAPÁ!

-¡He dicho que no, Avery! ¡Cómo vuelvas a reclamarme te castigaré!

-Perdone los gritos, Avery está pasando por la fase dura de la adolescencia.-Dice la señora.-Oh, que despistada soy, me llamo Roxane.

-Justin.-Sonríe y yo hago lo mismo.

Una chica morena, de ojos marrones y el pelo bastante largo sale de una de las habitaciones dando un portazo. Va vestida con unos pantalones negros y una camiseta blanca con una mano sacando el dedo en ella.

Nos mira, bueno me mira a mi, con la mirada de odio más intensa que he recibido en mi vida. Pero tampoco me importa, la miro sin expresión alguna.

Si esta es la mocosa que voy a tener que cuidar, el Señor va a tener que darme mucha paciencia.

Sin más se larga, pasando al lado de Roxane. Esta última me mira con una sonrisa de disculpa.

-Es algo maleducada, pero si coge confianza puede llegar a ser la niña más dulce del mundo.

-No me cabe duda.-Murmuro sarcástico. Pero ella me escucha y se ríe.

Avanzamos hacia la habitación de la que ha salido la mocosa. Roxane llama y recibe un "adelante" desde dentro. Abre la puerta y me deja pasar.

-Señor, el joven Bieber está aquí.

-Gracias, Roxane, puede retirarse.

La mujer me sonríe antes de desaparecer cerrando la puerta.

El señor Loubert no despega la vista de unos papeles y me quedo quieto en mi sitio esperando una orden.

-Puede sentarse.-Su voz es grave pero parece amistosa. Aún no me mira, menos cuando me siento en la silla que está enfrente de su escritorio.

Bodyguard-J.B.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora