Goma de mascar

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—¡Ya te dije que no, Tony!

Ahí van mis donas, lejos de mi alcance, arriba del refrigerador. Maldita sea, Rogers. A veces, en serio que siento que te odio.

—Pues me vale un cacahuate, ¿sabes lo qué haré en cuanto salgas de aquí?

—No te atrevas.

—Nada es imposible para Tony Stark.

—¡Bien!

Ahí van de nuevo mis donas, pero en lugar de que me las des, te las llevas.

—¡Puedo comprar otras!

—Llamaré a la tienda, todas las tiendas, para que no te vendan nada.

—¡¿Me estás retando?!

—¡¿Acaso tú lo estás haciendo?!

—¡Bésame el trasero, Steve!

—Más tarde.

¡Arrrgggg!

Maldita la hora en la que te encontré aunque realmente no fui yo, aun así, te hubieran dejado congelado, dormir otro siglo te habría hecho bien. Me habría hecho bien. Maldita la hora en la que te miré, maldita la hora en la que apareciste en mi campo de visión, así, con tus ridículos pantalones caquis y camisa a cuadros, con tu cabello perfectamente peinado, tus adustos ojos azules, y tus palabras crudas, ¿cómo te atreviste? Nadie en su jodida vida había osado siquiera a cuestionarme así. Maldita, re jodida y maldita hora en la que me sonreíste por primera vez. Entraste a mi vida y ahora, no hay salida. ¿Cómo carambas me casé contigo? Me equivoqué, eh.

Pensar que me costó tanto trabajo darme cuenta de lo que me gustabas, o más bien yo no quería, pero las cosas siempre se tuercen de cierta manera que se termina en un callejón sin salida, y acepté, porque no tenía de otra, que sí, sí me gustabas. Pero me callé, por un ratito te guardé sólo para mí, sin decirle nada a nadie, ni siquiera a ti. Mas todo cae por su propio peso, y mírame ahora, tan a tu merced. Ni que decir que estoy molesto.  De pronto, tu cabeza se asoma, aquí vienes de vuelta. ¿Vienes a pedir perdón? Porque si no, no quiero nada. Pero en lugar de entrar de rodillas, te ríes. ¿De qué te ríes, bastardo?

—Te ves adorable enfurruñado—dices.

Yo no soy adorable, tú eres insoportable.

Y vuelves a sonreír, entras, una vez más, pero sin mi caja de donas.

—Eres insufrible, amor—dices y estoy a punto de golpearte, pero me abrazas, suave y conciliadoramente.

Cómo me pude enamorar—te digo, me digo, sintiendo como mi enojo se va diluyendo entre tus brazos— No te soporto, es la verdad, porque molestas—me sacudo tu abrazo, porque no vas a lograr convencerme con eso— y te pegas como la goma de mascar en mi zapato al caminar, me entorpeces.

Pero, a pesar de ello, sigues sonriendo.

—Está bien—dices y pones un dedo frente a mi rostro—, sólo una más. Sólo quiero que comas mejor, es todo. No te enfades.

—Bien, dame mi dona. ¿Dónde están?

—En la habitación.

Y ganas que te sonría, porque lo sé, en el fondo siempre lo sé. ¡Qué remedio! Somos un caso no ideal ¿a qué sí? A veces quisiera matarte, pero te quiero, yo te quiero; y contra eso, no hay nada que pueda hacer.

***

—¡Qué no, Steven, ya te lo dije!

—¡Pero, Tony, es importante!

—Importante mis... ¡No! ¡No vamos a bautizar a Peter!

Y aquí viene, sí, tu mirada, esa que siempre me diriges cuando te enfadas conmigo. ¿Qué le vamos a hacer, Rogers? En la política y en la fe, no congeniamos, ya lo sé, todos lo saben bien, caray, hemos armado líos tremendos por culpa de la primera; no quisiera que la segunda provoque una tercera guerra mundial. Y no es en lo único que diferimos, yo como carne roja, tú solo comes hojas, yo digo negro, tú blanco; yo digo no, tú dices sí; ¡Qué alguien me explique cómo terminé metido hasta las orejas contigo! La escena se repite y pensé que este era un insufrible amor. Una vez más cómo me pude enamorar...

No te soporto, es la verdad—dices y sólo no estallas porque sabes que si rompes algo te lo cobro al doble.

Peter llora en la otra habitación, seguramente tiene hambre o algo así. Estás dispuesto a irte para verlo, y a la vez calmarte; nuestro hijo siempre logra calmarte, y a mí también. Te tomo del brazo antes de que pases de largo a mi lado.

—Steve—sé que para ti es más que importante, eres un anciano, ¿qué le voy a hacer? A los ancianos hay que entenderlos ¿qué no? Te molesto, lo sé; y me pegó a ti como goma de mascar en tu zapato al caminar, a veces, tampoco te lo hago fácil—, está bien, pero sólo eso, ¿de acuerdo? Que él decida que quiere cuando crezca.

Somos un caso no ideal, pero contra todo pronóstico te quiero, yo te quiero; y tú, con una renovada sonrisa me dices lo mismo.

***

—¡Tony!

—¡No estoy!

¿Por qué siempre tienes que interrumpir cuando estoy trabajando? Qué tenemos una alerta Avenger, qué Peter casi se hace daño con no sé qué cosa que dejé por ahí, qué ya me vaya a dormir... ¡Sólo déjame en paz!

—Tony...

—¡¿Qué quieres?! ¡Estoy ocupado!

Me quito la careta y hago a un lado el cautín con en el que estoy soldando. Te miró ceñudo, pero tú, de pie a unos pasos míos, me miras con cierto deje de preocupación. Me muestras tu teléfono.

—Creo que le hice algo, porque no prende—dices y no puedo más que reírme.

—Déjame ver—me deshago de todo mi trabajo, sólo para acercarme a ti, me tiendes el teléfono y me pego a ti, buscando tu abrazo, quizás un beso, mientras averiguo que le hiciste, seguramente, pienso, sólo se agotó la batería... eres tan bobo con la tecnología, que si no fuera por mí, no sobrevivirías en este mundo.

Yo estoy más loco cada mes ; tú insufrible y a la vez, eres tan vulnerable, tan tierno, tan besable... y sé que, a veces, más de las que me gustaría, piensas lo mismo sobre mí. 

Somos un caso no ideal, pero, no me cabe duda, siempre te amaré. 

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Espero que les haya gustado.

¿Fue romántico? ¿Les sigo debiendo el romántico?

En fin, ¡así comienzo mi segundo volumen de one shots Stony! XD

Me tope con está canción y no me pude resistir; me pareció tan ellos jajaja

La canción es Goma de mascar de Paty Cantú. 

¡Nos estamos leyendo!

Stony series  Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora