Capítulo 2

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Capítulo 2.

Bueno, ¿tendré que decir que me la pasé muy bien en esa comida? Yo creo que sí. La verdad es que ni las fotografías ni lo que estuve leyendo sobre Genzo Wakabayashi me prepararon para el impacto que me causó. No solo es muchísimo más atractivo en persona, sino que también es inteligente, muy seguro de sí mismo y tiene una amplia variedad de temas para hablar. Muchos piensan que su existencia es 100% fútbol, pero la verdad es que sí tiene una vida fuera de la cancha.

Pues bien, congeniamos de inmediato, ¿es ésa la palabra correcta? Como sea, no tardamos en empezar a charlar como si ya lleváramos mucho tiempo de conocernos. Hablamos de la bella ciudad de Hamburgo, del clima, de la boda del príncipe Felipe y la periodista Letizia, de David Beckham y Victoria Adams, y de lo mucho que aquél le desagrada. Curiosa situación, ya que yo siempre rechazaba los reportajes que trataran sobre este jugador, la verdad es que no los soporto, ni a él ni a su esposa.

Yo cumplí mi promesa de no intentar entrevistarlo y él cumplió la suya de pagar la cuenta. Durante el postre me observó con atención por unos minutos. "¿Qué me estará viendo?", me pregunté, "no hay nada fuera de lo común aquí, solo una chica en buena forma, con una larga cabellera castaño oscuro, ojos del mismo color, piel bronceada y facciones finas". Pssss, me volvió la vanidad... Jujuju, ¡qué curioso! Aunque no soy una chica tímida, su mirada hace que me ruborice.

- ¿Qué es lo que tanto me mira?.- le pregunté, tratando de hacer que no se dé cuenta de mi turbación.

- Nada en especial. Pensaba que no tienes cara de ser reportera.- me contestó él, tuteándome.

- ¿Ah, sí? ¿Y por qué lo dice? ¿Acaso soy muy joven? ¿O le sorprende que sea mujer?

- No es eso. Simplemente no te creo capaz de perseguir como ave de rapiña a alguien para conseguir una entrevista.

- Por que no soy un ave de rapiña. Sé que los reporteros tenemos mala fama, pero yo trato de no usar las malas mañas que tienen los demás. Tengo mis propias tácticas, un poco más sutiles.

- ¿Cómo fingir que te mueres de hambre?.- me preguntó, evidentemente divertido. Yo no puedo evitar reírme.

- Mmmmmm, sí, esa puede ser una.- le contesté, ruborizándome de nuevo. ¿Qué demonios me pasa? ¿Por qué actúo como colegiala?

- Pues lamento decirte que tal vez esa tampoco te funcione conmigo.

- Mmmmmm, me va a obligar a usar mis técnicas especiales.

- Me gustaría ver eso.- me responde al tiempo que realiza un gesto de autosuficiencia típico de él. Su gorra prácticamente le cubre los ojos. Mi corazón empieza a latir como caballo desbocado.

- Tengo la tarde libre.- me dice de repente.- si lo deseas puedo llevarte a conocer la ciudad.

- ¿En verdad tendré el honor de que sea mi guía turística?.- le preguntó con una sonrisa pícara. Esta es una técnica que de veras nunca me falla. Él me devuelve la sonrisa.

- Por supuesto. Pero con dos condiciones.

- ¿Qué? ¿Acaso se la va a pasar poniéndome condiciones todo el día?

- Éstas serán las últimas: primero, deja ya de adularme. Segundo: deja de hablarme de usted.

- De acuerdo.- le respondo.- de verdad que eres muy diferente al resto de los hombres que he conocido.

Debí haber dicho el resto de los hombres que he entrevistado, pero lo que dije era lo más apropiado: realmente no había conocido a nadie antes que me hiciera ruborizarme 2 veces en el primer encuentro. Este hombre tiene magnetismo natural.

Salimos del restaurante. Hacía una tarde preciosa, como las hay pocas. Wakabayashi me llevó a conocer todos los lugares que pudo. Inclusive me llevó a la universidad de Hamburgo, fundada por Carlomagno. Al atardecer, fuimos hasta la orilla del Elba, que se tiñó de rojo y dorado con la puesta del sol. Era un espectáculo hermoso. De pronto, me descubrí a mí misma hablando con Wakabayashi sobre mis metas, mis anhelos y mi vida personal. Le conté sobre mi familia, a la que rara vez veía a causa de mi trabajo, de mis fracasos amorosos, de mi constante soledad. Él me escuchaba con muchísima atención y me confió que pasaba por los mismos problemas: las exigencias de su carrera rara vez le dejaban tiempo para nada más.

- Sé que no me importa pero, ¿es cierto que estuviste a punto de casarte?.- le pregunto. Él se limita a sonreír con cierta amargura.

- Tal vez.- me responde. Por el tono de su voz, me doy cuenta de que no desea seguir hablando sobre eso, así que me apresuro a cambiar de tema.

- Éste es un sitio muy hermoso. Debe ser muy agradable vivir aquí.

- Por supuesto. No dejaré esta ciudad tan fácilmente.

- ¿Ni siquiera por una buena oferta del Bayern Munich?.- le pregunto inmediatamente. Él se da cuenta de mi estrategia, pero no parece molestarse por eso.

- Me reservaré mi comentario al respecto.- me dice como única respuesta.

Tendré que intentarlo de otra manera...

Es de noche ya y, a pesar de lo bien que me la he pasado, estoy agotadísima. Tardíamente recuerdo que no descansé después del vuelo. Wakabayashi, como todo un caballero, me lleva al hotel donde se supone que me hospedo (lo que le agradezco por que no sé ni por dónde ando). Una vez allí, nos aseguramos de que mi equipaje ya haya llegado y que esté sano y salvo. Al despedirnos le pregunto si puedo ir a verlo al entrenamiento del día siguiente.

- Por supuesto.- me dice él.- eres reportera, ¿no? Únicamente debes decir que deseas observar el entrenamiento.

- ¿Y no te molestará que haya un ave de rapiña más?.- pregunto con ironía. Él solo se ríe por lo bajo.

- Creí que me habías dicho que no lo eras.- me responde.

- No lo soy. Solo quería saber si seguías pensando eso de mí.

- Nunca lo he pensado.

- Sí, como no. De cualquier manera, allí voy a estar mañana.

- Vas a salir corriendo. Te vas a espantar con todos los buitres que rondan por ahí.

- Pssssss, se nota que no me conoces. Hace falta algo más que un grupo de aves de rapiña para asustarme.

- Eso tendré que verlo.

Levanta la mano para despedirse, pero estamos tan cerca que accidentalmente me roza la piel de mi cintura con ella. Yo siento como si me hubieran dado una descarga eléctrica. Pero al parecer, no soy la única que la sintió, pues Wakabayashi inmediatamente se aleja de mí. Y con un: "buenas noches", sube a su auto y se aleja del hotel a una velocidad un poco mayor de la permitida.

Una Noche Más [Captain Tsubasa]Where stories live. Discover now