Capítulo 13

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Otro trago de mi botella de Whisky a palo seco que bajó por mi garganta mientras observaba desde la azotea de mi edificio la ciudad. Todo eran luces y todo era precioso. Me gustaba estar allí; era un sitio tranquilo. La gente en general se olvidaba de que había una azotea y la que no lo hacía, estaba demasiado ocupada con su trabajos como para subir.

Siempre que quería relajarme y estar sola, subía allí acompañada de una silla de playa y mi whisky para contemplar la ciudad.

Sí. Soy un poco dramática, pero, ¿y qué?

Escuché como la puerta se abría y me giré con el ceño fruncido. No esperaba a nadie y menos a quién entró agachándose para no darse un golpe en la cabeza con el marco de la puerta. No es que Kilian fuese Paul Gasol, medía como 1'85, pero esa puerta era enana.

–¿Qué haces aquí? –Pregunté levantándome de mi silla.

–Tú estuviste para mí cuando estuve mal, sería un imbécil si yo no estuviera ahora para ti. –Dijo levantando la silla de playa que tenía en la mano.

–¿Quién te ha dicho que estaba mal y por qué?

–¿Hace falta que te cuente la cadena de favores? Quique se lo contó a Nolan, Nolan habló con Leonor y yo escuché la conversación. –Admitió encogiéndose de hombros. Me crucé de brazos y le miré alzando una ceja.–¿Qué? Escuché que Leonor te había dado un puñetazo y como comprenderás, no iba a quitar la oreja.

–Eres una maruja. –Respondí sentándome de nuevo en mi silla y pegándole otro trago a la botella. –¿Y cómo sabías que estaba aquí?

–Intercepté a Nolan cuando me enteré. Como he dicho, quería ayudarte.

–No necesito tu ayuda. –Zanjé mirando de nuevo la ciudad. En una de las ventanas pude distinguir cómo una pareja se desnudaba entre besos y me sentí un tanto acosadora así que, cambié mi vista hacia otro sitio.

–Yo creo que tu pestazo a Whisky barato y tu cara larga, dicen lo contrario.

–Kilian, te agradezco de verdad que quieras estar ahí, pero no puedes decir o hacer nada que pueda ayudarme.

–¿Estás segura de ello? –Preguntó poniéndose delante de mí para que le mirara. –No me has dado la oportunidad de intentarlo.

–Esto no es algo que se pueda arreglar con sexo.

–¿Esa es la imagen que tienes de mí? –Se puso de cuclillas y cogió mis manos mientras las acariciaba. –Nena, sé escuchar y puedo intentar dar consejos. Es cierto que la 50% se mis pensamientos van hacia ese tema, pero, oye, tengo más de una neurona, aunque no lo parezca.

–Sorpréndeme.

Él sonrió y se sentó pegado a la pared del muro de la azotea, puso sus brazos encima de sus rodillas que estaban dobladas y ladeó la cabeza observándome mejor.

–No eres capaz de compartir tus problemas. Crees que la gente no es capaz de ayudarte, no es que no quieras su ayuda, por eso, te comes todo tú sola. –Hizo una pausa y me miró entrecerrando los ojos. –Valgo para psicólogo, ¿eh? –Bromeó con una sonrisa de medio lado. Me mordí el labio porque el cabrón había acertado y no quería que encima, se ganara una sonrisa. –Pues te voy a demostrar que te equivocas. No te voy a decir nada que no sepas, eres una jodida psicóloga, ¿qué consejo te voy a dar yo que tú no te hayas dado a ti misma? Lo que sí te voy a demostrar es que no estás sola y que te puedes apoyar en la gente de vez en cuando, Mer. Eres una tía increíble, divertida, un tanto seria pero tu estilo infantil lo contrarresta y tienes a un montón de gente que te quiere.

»Es cierto que ahora Leo no te habla, pero entiende su parte también. Su mejor amiga y su, ahora ex, se besaron, ¿cómo le tuvo que sentar? Yo sé que en mi caso es imposible, pero si me enterara de que mi mejor amigo, Kevin, se besó con Spencer, por muy poca culpa que tuviera él, me enfadaría. Mi mejor amigo besándose con la persona de la que estoy enamorado... Y encima ocultándomelo durante un año... Duele, la verdad.

–No te digo que no la entienda, Kilian... Lo hago, no hay persona
que se sienta más culpable que yo. –Admití mirando hacia otro lado para que no viera que se me estaban inundando los ojos por hablar de ese tema.

–Pero estás lamentándote por ti, porque has perdido a tu mejor amiga. Si de verdad la entendieras, simplemente, lucharías por ella. Dándole su espacio, claro está.

–Leo es una cabezona. No va a entenderlo. Al menos, no ahora mismo. Se le tiene que pasar el enfado y ya después...

–Entonces debo ser realmente bueno porque he conseguido que venga. –Me interrumpió encogiéndose de hombros. Fruncí el ceño y él me hizo un gesto para que me diera la vuelta. Al hacerlo, me encontré con mi mejor amiga de frente que estaba con los ojos rojos y con unas grandes ojeras. Me levanté corriendo de la silla y me quedé allí plantada mirándola, como si cualquier movimiento fuese a espantarla de nuevo.

–Leo...

–Lo sé. –Contestó ella. –Perdóname por no escucharte, Mer. Te quiero. Eres mi mejor amiga y sé que tú no serías capaz de hacerme algo así... Quique me explicó todo y Kilian casi me suplicó que viniera a hablar contigo porque, a pesar de todo, todavía estaba un poco reacia. Con el rencor no se va a ningún lado. Siempre has estado cuando te he necesitado y perderte por algo así, me convertiría en la mayor estúpida sobre la faz de la Tierra.

–Yo siento no haberte contando lo de Charles... Debería haberlo hecho, pero me prometió tantas veces que lo haría él que... Joder, soy la mayor mentirosa sobre la faz de la tierra y todavía no sé detectar a la gente que hace lo mismo que yo. –Bromeé quitándome una lágrima con el dorso de la mano. Mi mejor amiga sonrió y abrió sus brazos.

–¿Abrazo de reconciliación?

Asentí y fui hasta ella para darle un gran abrazo. No era de muestras de cariño, pero lo necesitaba, necesitaba volver a sentirla y saber que todo estaba bien.

Después, me di la vuelta y miré a Kilian que nos observaba apoyado en el muro. Avancé hasta él, cogí su cara entre mis manos y poniéndome de puntillas, terminé besándole. Al separarnos, apoyé mi frente contra la suya y susurré mi más sentido 'Gracias.'

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