Capítulo 20

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¿Qué es este lugar? ¿Una playa? ¿Qué estaba haciendo en una playa? ¿Este es el cielo? No me importa... Ya nada importa, sólo que había salvado la vida de Atenea.

Empecé a volar por el lugar, se veía muy solitario, aunque no recuerdo una vida antes de ella ahora sólo me va a tocar vivir con sus recuerdos, con eso estaría bien, con eso yo seria feliz.

A los lejos parecía haber alguien tan perdido como yo, su cabello era negro y por su figura tenía que ser mujer, comencé a volar hasta ella, pero a mitad me detuve de golpe... No podía ser...  Era imposible

—Atenea...

Me paralice, pero no sabía por qué, yo siempre había estado cerca de ella y ella jamás me había visto, está no era la excepción.
Atenea también se detuvo y me pareció raro, no sólo porque no sabía porque lo había hecho si no porque no sabía que estaba haciendo ella allí, tenía que resolverlo pronto, pero quería estar cerca un rato mas, por eso volé hasta donde estaba

Atenea se veía de nuevo con vida, sus ojeras ya no estaban, aunque seguía blanca, no se veía de ese blanco que el mismo hospital la había hecho, sus labios ya no eran pálidos si no que volvieron a un rosa perfecto, extrañaba tanto a esta Atenea que parecía estar viéndome, pero ya muchas veces atrás me había hecho esa misma ilusión, así que ya no caería otra vez en eso

—Hola... —dijo y me gire a ver a quien le hablaba, pero solo estaba yo...

—¿No sabes hablar? —volvió a decir

No podía creerlo, Atenea ¿Me estaba hablando a mi? ¿Ella podía verme como a cualquiera?
—¿Estás nervioso verdad?

—¿Puedes verme?

—Si... Puedo verte, puedo volver a verte

No me di cuenta de en que momento empecé a llorar, eso debía ser tonto, siempre soñé con este momento pero nunca era así, ella debe pensar que soy un estúpido, espera... Dijo ¿Volver a verme?

—¿Volver a verme?

—No es nada, y Hola yo me llamó...

—Atenea...

Sonrió y mi corazón se aceleró, esa sonrisa, la sonrisa mas simple de Atenea, la que cualquiera podía tener de ella menos yo, al fin era para mi...

—¿Y tu eres?

—Valentin, me llamo Valentin

—Tienes un nombre muy lindo

—Gracias

Atenea se acostó en la arena y me hizo señas para que hiciera lo mismo, no me negué, jamás lo hubiera hecho

—Las nubes se ven tan cerca que parecen

—Algodones de azúcar

—¡SI! Algodones de azúcar, juro que provoca agarrarlos y comerselas, quizás si estiró muy alto las manos puedo tomar uno o dos pedazos

Atenea empezó alzar las manos y me hizo reír, allí estaba la Atenea dulce de ocho años con tonterías en la cabeza de nuevo

—Me gusta que te rias, pareces muy triste y sólo

No dije nada de eso, ella tenía razón, yo estaba muy triste y sólo, pero ahora no, ahora no podía estar triste y la razón de eso era que ya no estaba sólo, estaba con ella.

Los dos estábamos callados, pero el silencio no era incómodo o para mi no era incómodo, quizás para ella si lo era, Atenea siempre hablaba hasta por los codos

—Valentin ¿Qué edad tienes?

—No se

—Yo creo que pareces de mi edad

El sueño de AteneaWhere stories live. Discover now