¿Amigos?

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Alguien apoyó con cuidado su mano en mi hombro despertándome del susto .

-Lo siento, no pretendía asustarte- Susurró Markus mientras me ayudaba a incorporarme en el banco.

No podía creer que fuera él realmente.

-¿Qué haces aquí?- Pregunté todavía medio dormida.

-Yo podría preguntarte lo mismo, son las cuatro de la mañana y ¡estás congelada!- Exclamó mientras me ofrecía su abrigo.

-No llevo aquí tanto tiempo, salí de trabajar a las tres, así que solo he dormido una hora- Traté de quitarle seriedad al asunto.

Markus me miró extrañado y se levantó tendiéndome una mano para ayudarme a levantarme, pero yo no se la cogí.

-Será mejor que pases la noche en mi casa.

-No quiero molestar, a demás, a estas horas nadie va pasar por aquí, no me pasará nada. No quiero ser una carga, de verdad.

-No seas tonta, no eres una carga. Por favor, déjame ayudarte.

-Markus, no llevo nada de dinero, no puedo pagarte ni pagar un taxi para volver.

Markus me sonrío con dulzura y me cogió de la mano, tiró de mí obligándome a levantarme.

-No te preocupes por nada y sígueme. No pienso dejarte aquí sola.

Tampoco tenía otra opción, parecía que Markus seguría insistiendo hasta que yo aceptase y no quería darle más problemas a nadie, así que sujeté su mano con firmeza y dejé que me guiase hasta su casa.

-Era la casa de mi dueño- Me explicó al ver que me había quedado embobada mirando la bonita mansión. Le seguí hasta el interior. Había cuadros de pintura por todas partes, la casa era muy colorida y me hacía sentir muy a gusto.

-Carl pintó todos estos cuadros, era artista. Él fue como un padre para mí, me dió el empujón que me faltaba para descubrir quien era yo realmente- Me contaba mientras me enseñaba la casa. Notaba cierta tristeza en la voz, Markus de verdad echaba de menos a Carl.

Me llevó hasta una habitación de la segunda planta, me prestó ropa y me preparó el baño. Mientras esperaba, me quedé observando uno de los cuadros.

-Ese lo he pintado yo- Markus me sorprendió por detrás.

-Es precioso- Suspiré asombrada.

Markus agachó la cabeza decepcionado. Decidí que era mejor no hablar más sobre el cuadro.

-Voy a bañarme, no tardaré mucho.

-No te preocupes, no hay prisa.

Me duché lo más rápido que pude y salí del baño. Markus estaba sentado observando el cuadro desde la cama. Al verme volvió a sonreir amablemente dandome tranquilidad.

Era increíble lo bien que se estaba portando conmigo, no estaba costumbrada a que nadie se preocupase por mí y la verdad no tenía ni idea de cómo tenía que reaccionar. Me sentía muy pequeñita, muy insegura. Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, me llevé las manos a la cara para que no me viese llorar. Me sentía tan estúpida...

-¿Estás bien?- Markus se acercó a mí preocupado y me abrazó.

Se me hizo un nudo en la garganta, no fui capaz de decir absolutamente nada.

-Tranquila, ya hablaremos en otro momento, si quieres claro.

Markus se tumbó junto a mí en la cama y me abrazó dejando que llorase sobre su pecho. No sé cuanto estuvimos así, pero al despertarme, Markus ya no estaba conmigo.

Me levanté de la cama, me cambié de ropa, recogí el baño y la habitación y bajé para buscarle. Lo encontré en la cocina, había preparado asado con patatas para comer.

-Buenos días ¿cómo te encunetras?

-Mejor, gracias- Mentí. Lo cierto es que estaba perdida, no sabía que hacer. No quería volver con mi padre, pero no tenía a donde ir.

Markus me regaló una sonrisa sincera mientras me servía mi plato.

-Muchas gracias por todo, Markus. No sé como puedo agradecertelo.

-Comiéndote todo el plato y diciéndome lo bien que cocino- Bromeó divertido.

Le sonreí con amabilidad y comencé a comer. No tardé ni cinco minutos en terminarme la comida, estaba hambrienta y ¡Markus cocinaba súper bien, el asado estaba delicioso!

-Muchas gracias, estaba riquísimo, pero no hacía falta después de la noche que te he dado.

Él me retiró el plato y lo metió en el lavavajillas.

-¡Claro que sí! ¿Para que están los amigos?

"¿Amigos?" Me emocioné al escuchar aquello.

Sonreí agradecida sin saber que decir y me levanté de la silla para darle a entender que tenía que irme.

-Vuelve cuando quieras, me vendría bien algo de compañía- Markus me acompañó hasta la salida.

-¿No sueles tener muchas visitas?- Parecía senirse solo, quizá no tenga muchos amigos.

-Mis antiguos compañeros de Jericho han formado sus respectivas familias.

-Puedo volver por la noche, pero tampoco quiero aprovecharme de ti.

-Yo te he invitado, así que no te preocupes.

Los dos sonreímos.

-Nos vemos luego entonces- Me despedí con la mano antes de cerrar la puerta tras de mí.

La verdad está en el interior. Detroit Become Human. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora