Capítulo veintitrés: La promesa

5.7K 592 208
                                    

- Erik. Erik, por favor, despierta... No quiero estar aquí sola...

Es una habitación pequeña, minúscula, semejante a un almacén de limpieza, solo que no hay nada aquí dentro. Solo nosotros dos, Erik y yo. Está inconsciente, la cabeza sobre mis piernas. Le han hecho un gran corte desde el esternón hasta la ingle. He intentado taponar la herida con la camiseta de mi pijama, y al parecer la hemorragia se ha detenido. Está pálido, sudoroso, al igual que yo. No sé cuánto tiempo ha debido pasar desde que hablé con León, pero no hemos comido nada y siento que no nos queda mucho tiempo. Al menos no a Erik. Tampoco sé cuánto tardarán en averiguar que les he estado mintiendo todo este tiempo, ni lo que harán cuando lo descubran.

He hecho caso a León, he sido coherente y he hilado una mentira tras otra como mejor he podido. Nos he mantenido con vida, pero ya no puedo más. Me duele todo el cuerpo por los golpes, siento un frío horrible porque solo llevo las braguitas y no paro de temblar. El pánico que siento es tan irracional que no he derramado una sola lágrima en horas. "Tengo que salir de aquí. Tengo que salir de aquí. Tengo que salir de aquí".

Erik se revuelve. Entreabre los ojos y me mira. Sonríe.

- Aún estamos juntos, mi reina... ¿Estás llorando por mí? Voy a acabar tomándote cariño.

- Claro que lloro por ti. Si te pasa algo...

- Si la palmo, tú sabes lo que tienes que hacer. León vendrá pronto.

- No es solo por eso. No quiero que te pase nada.

Erik me mira fijamente, la cabeza sobre mis piernas.

- Eres demasiado buena.

- Prefiero ser buena a una descorazonada como tú.

- Ay, mira que íbamos bien, mi reina... - suspira.

- ¿Por qué me llamas así?

- Porque lo eres, una reina de instituto. Joder, estoy muy mareado.

Pongo una mano sobre su frente y él cierra los ojos. Tiene una respiración acompasada. Erik me cayó bien desde el momento en el que lo conocí, pero supongo que las circunstancias no han sido las idóneas para mantener una relación cordial. En otros términos, habríamos sido amigos, lo sé.

- ¿Te han tocado? ¿Te han hecho algo?

- Un hombre me ha manoseado, pero me ha dejado cuando he empezado a darle patadas y ha llegado su jefe, Sacha.

- Bien, mi reina, bien. No tengas reparos hasta en arrancarles los ojos si hace falta.

- Seré buena, pero no idiota.

- ¿Tienes frío?

- Un poco.

Erik suspira y se calla durante unos segundos.

- ¿Quién te enseñó a defenderte?

- ¿Humh?

- Los golpes que das son aprendidos, no son naturales.

Esa observación ya la hizo León en su momento y supe esquivarla con facilidad. Ahora mi cerebro no está preparado para procesar ni filtrar nada.

- He ido muchos años a clases de defensa y boxeo.

- ¿Te gusta?

- No, he tenido que hacerlo.

- ¿Tú? ¿Por qué?

Sé lo que está pensando Erik. "Eres una niñata rica, tú no tienes que aprender a defenderte de nada". Tal vez Erik piense que soy una prejuiciosa, pero él también lo es.

León Where stories live. Discover now