Jyu-san.

333 62 1
                                    

-¡Karamatsu! –el azul oyó su nombre por sorpresa, de camino a casa, tras haber hablado con Chibita. Se giró algo confuso y vió al de rojo acercarse a él corriendo, por lo que decidió esperar a que llegase.

-Oh, Osomatsu... Te estaba buscando. –comentó, con una sonrisa, y el de rojo se paró a recobrar el aliento.

-¿De veras? ¿Qué querías? –preguntó, por si se trataba de algo importante. El de azul rió nerviosamente pero sabía que no tenía otra opción que responder a su pregunta.

-¿Recuerdas... La noche anterior? Cuando fui a buscarte al puesto de Chibita. –cuestionó, aclarando de que noche se trataba, pues últimamente las noches entre ellos habían sido de conversaciones. El de rojo seguía escuchando con atención.

–Oh, sí.  –respondió. Evidentemente se acordaba, era imposible no hacerlo. –¿Qué pasa con eso? –preguntó sin entender aún que sucedía con aquella noche que tan normal había sido.

-Cuando llegamos a casa... Estuvimos hablando, ¿verdad? –siguió, y el mayor asintió levemente con la cabeza, indicando que lo recordaba.

-Sí, lo recuerdo. ¿A qué viene eso? –seguía preguntando con curiosidad, ya que si bien era cierto que recordaba todo lo que había pasado —o eso creía él— quería saber que quería decirle.

-B-Bien, pues antes de caer dormido... Tú, nosotros...  –dijo, buscando las palabras exactas, dificultando la situación con sus balbuceos inentendibles, haciendo gestos nerviosos con las manos.

-¿Sí...? –le dió un pequeño empujón para que acabara la oración, pero los nervios se hicieron más grandes aún. El sudor se hizo presente en su frente y seguía gesticulando con las manos entre titubeos.

–Tú... M-Me... –solo le faltaba una palabra, una sencilla palabra que se le estaba haciendo imposible decir. Osomatsu solo estaba preocupado, pues parecía que en cualquier momento su hermano explotaría. Se encontraba rojo y sudando. –¡Me besaste!

-¿¡Qué!? –gritó el mayor, esperándose cualquier otra cosa exceptuando esa. Por su parte, el menor suspiró aliviado y reía con la misma sensación.

-¡Dios, que bien se siente al soltar eso! –exclamó con alegría, pues por mucho que lo hubiese pensado jamás lo había dicho como tal. Y recordó que su hermano se encontraba frente a él, completamente alterado y colorado por aquellas palabras tan inesperadas. Una idea que sólo había imaginado.

-¿¡De qué mierdas hablas!? –exclamó, esperando de veras que fuera una broma, una tomadura de pelo. Pero por el rostro del azul no lo parecía.

–Pasó eso, pero no lo recuerdas... No quería decírtelo pensando que te molestaría. –dijo, bajando la mirada con tristeza, ya que su reacción era la que esperaba, la que temía. Osomatsu sentía que su cabeza explotaría en cualquier instante. No podía asimilarlo, simplemente no podía.

–Joder... Claro que me molesta.
–admitió, aunque el menor se lo esperaba. –Quiero decir, he besado a mi hermano mientras yo estaba borracho... –se llevó ambas manos a la cabeza, sin aún asumir aquella información tan repentina que el azul le decía. –Es como si te hubiese violado los labios o algo.

–¿Qué tonterías dices? –preguntó el menor de ambos, mirándolo con cierta decepción al ver como realmente reflexionaba sobre sus palabras tan absurdas.

–¿D-De veras lo hice? –preguntó, completamente acalorado y sintiendo arder su rostro entero. Ambos tenían el rostro teñido de rojo, mirándose fijamente con timidez.

–Sí, lo hiciste. –afirmó, recordando como se inclinó hacia él con seguridad, en una habitación invadida por el total silencio. Como sus labios se unieron haciendo que pareciese que en el mundo solo se encontraba ellos. Al menos, así había sido para el menor de ambos, que prefería romantizar las cosas. Y Osomatsu rogaba por recordar aquello.

–¿No trataste de apartarme? –preguntó, ya que normalmente la gente solía hacerlo por puro instinto. Aunque fuese un mero gesto de prohibición. Negó con la cabeza.

–Estaba demasiado alterado. –se excusó, y era cierto, pero una parte de él no quería apartarse. Quería vivir aquella maravillosa mentira hasta el final.

–Entiendo... Dios, soy un hermano horrible, ¿verdad? –cuestionó, cubriendo su rostro avergonzado y aterrorizado. La idea de haberlo besado era algo que le encantaba y eso era peligroso.

–No lo eres. Mira, todos cometemos errores, ¿sabes? –intentaba consolar a su hermano, pero por más que lo hacía, sentía que no lograba lo que quería. Puso una mano en su hombro y el rojo destapó su rostro.

–Lo sé, pero... Soy un desastre. No intenté nada más, ¿no? –cuestionó, pues a pesar de ser conocido como el idiota lascivo se odiaría por completo si hubiese intentado forzar a alguien.

–No, no. Tranquilo. –dijo, negando con la cabeza.

–Eso al menos me alivia un poco. ¿Por qué has decidido contármelo? Quiero decir, ¿no es vergonzoso? –preguntó, pues supuso que para él era una vergüenza haber tenido su primer beso con su idiota hermano mayor.

–Pensé que merecías saber con quien fue tu primer beso. –dijo, con una sonrisa comprensiva que hizo sonrojar de nuevo al mayor.

–Tan doloroso. –comentó en voz baja, pues sus sonrisas le dolían en lo más profundo de su tonto corazón. –¿No te importa? –no se le veía demasiado afectado. Aún así el azul cambió de expresión ante aquella pregunta.

Osomatsu parecía avergonzado pero sobretodo apenado. Sentía que le había robado a su hermano un momento que debía ser especial. Sí, pensaba en esas cosas. Y sí, se creía con el derecho de llamar doloroso al azul por lo mismo.

Karamatsu pensó en la pregunta. Si le importaba. Era evidente que lo hacía, y mucho. Había sido un momento que creyó que jamás llegaría. Qué jamás ocurriría. Sus mejillas se ruborizaron al pensar en lo mucho que desearía repetir.

–Ya te he dicho que todos podemos equivocarnos. No le des más vueltas. –se limitó a responder, con una sonrisa de nuevo. Y divisó al tercero de los hermanos entrando por la puerta  de la casa. –¡Choromatsu, my brother! –lo llamó, acercándose para saludar y dejando atrás al rojo, que miraba al suelo. Apretaba los dientes con fuerza y así sus puños.

–¿Y si no fue un error para mí?

[...]

Sakura No Ame. | OsoKaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora