VIII.

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Él fue a casa de

ella.

A pedirle perdón,

a rogar por su amor.

Lo que recibió

fue silencio.

Y un portazo,

seguido de lágrimas

tras la puerta.

Algo en él 

se rompió.

Sabía que la había 

fastidiado.

Ella estaba dolida,

rota y

decepcionada.

Él no parecia así,

pero es que

las cosas nunca son

lo que parecen.

 Todas las 

palabras que él dijo

eran vapor de cristal,

frágiles.

Él se estaba marchando,

cuando ella abrió la puerta.

No había más ganas 

de seguir con el show,

ni de continuar fingiendo.

"Nina, te amo, ¿me amas?"

Ella lo miró, con lágrimas

en los ojos.

Y se limitó

a asentir,

con una punzada

de dolor en el pecho,

sabiendo que

aquello era 

tan cierto 

como que el cielo es azul.

Strange Birds.Where stories live. Discover now