Strange girl! [Bnha] (Pausada)

〘Three〙

˗ˏˋ¡El examen de admisión!ˎˊ

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【Diez meses después】

"El bosque Encantado". El bosque era afamado por su siniestro ambiente, y, gracias a un gran número de fotógrafos de lo paranormal, también lo era por sus "fantasmas". Lo único que ambos parientes habían visto en ese lugar sólo eran diversos cadáveres, cada semana, se encontraban más en la amplia frondosidad de la floresta.

Sen finalizó el misterio creyendo que había asesinos incrédulos y se aprovechaban de lo solitario que era el bosque para dejar ahí a los difuntos. Difuntos que luego acababan siendo comida.

Funcionaba, pero del infierno no iban a poder salvarse.

La gran arboleda se ubicaba a bastante distancia de la cafetería, por lo que, mientras que Sen corría en dirección hacia la floresta, entretanto Hiro iba en coche. El progenitor de la joven empleaba ese método de transporte como sistema de entrenamiento para ella.

"«Te presento... ¡El juego de seguir al coche»"

La peliverde odiaba ese "pasatiempo" a muerte, porque a medida que pasaban los meses, Hiro aceleraba el coche y ella debía acelerar su ritmo. Si Sen estaba a 100 metros o más del coche, perdía el juego y tenían que volver a empezar desde la cafetería. El adulto no dejaba de decirle: "«Si no llegamos al bosque antes de las 7:00 de la mañana, olvídate de practicar hoy»" o "«Tú verás, yo no tengo ninguna prisa, quien quiere aprender a luchar cuerpo a cuerpo eres tú»".

Al padre de la muchacha no le gustaba ser tan duro, pero para alcanzar lo que la joven quería, tenía que perder: sangre, sudor, lágrimas y... alguna que otra parte de cuerpo en determinada situación.

La joven se hallaba tumbada boca arriba en el corazón del "Bosque Encantado". En esa misma zona ya no habían árboles o vegetación alguna que no fuese la que había en el suelo: la hierba. Hiro ya se había encargado personalmente de hacer algo de espacio... Corrección: De hacer que su hija limpiase la zona.

El hombre apoyaba su espalda en el tronco de un árbol cercano al terreno. Su vista estaba fija en la muchacha, él mismo había presenciado todos sus esfuerzos durante los 10 meses que habían estado entrenando; se sentía muy orgulloso.

—Sen.. Son las seis de la mañana. ¿Nos vamos ya? —preguntó con cansancio, levantándose del suelo para acercarse a su hija—. Tal vez te da algo de tiempo llegar y darte una ducha rápida..

La peliverde dejó escapar unos cuantos tosidos, después, se sentó en el suelo. Su cuerpo estaba cubierto con vendas, al menos, las partes más explícitas lo estaban. Ella sudaba, y su ojo, dejaba caer un hilo de sangre que bajaba por su mejilla y goteaba hasta el suelo.

El Kakuja, aparte de ser una gran transformación, era como un "escudo". Un escudo que hacía daño a su portador cada vez que pasaban los minutos. Si Kakuja perdía  un brazo y él portador volvía a su forma original, la persona aún tendría extremidad como si nada hubiese pasado. Sin embargo, el daño iría directamente al interior del portador, inflingiendo daño a sus órganos internos.