Capítulo 12

149 20 4
                                    



Como sueñan las sirenas.

Viktor x Yuuri

Capítulo 12.


"Nadie sabe que el rey de las mareas la vistió de arrecife y madre perla..."



—Estás muy callado esta mañana, es raro ahora que parece que tienes mucho que decir y opinar de todo —Leo, quien estaba a la cabeza de la mesa, retaba un poco a su marido que se había sentado muy lejos de él a su lado izquierdo. Lo veía desesperante revolver con la cuchara el bol con el cereal, pero no llevar ni un bocado a sus labios. Sasha quien apenas le miraba de reojo con terror, se detuvo en seco.

—No tengo apetito. Realmente no tengo ganas de nada —Viró a verlo con casi una súplica en el rostro —por favor Leonidas, deja libre a los chicos. Ya estoy contigo, no creo que me dejes ir, entonces suéltalos, por favor. Ya no sé ni cómo pedírtelo. Y no me hables de tener sexo.

—Dime quién de ellos es tu amante. Si me lo dices, los dejaré ir.

— ¿Cómo estás tan seguro que uno de ellos es mi amante? —Dijo Sasha intentando saber en qué momento Viktor y Yuuri se delataron.

—Por favor Viktor dame algo de crédito. Gemías su nombre esa vez en tu departamento. Pero ahora que lo pienso debí subir y ver quien era —Sasha volteó los ojos maldiciendo al idiota de su hermano— Así uno de ellos no estaría en este lío. Pero no debes temer, jamás voy a hacerle daño, de eso no debes preocuparte. Debes amarlo tanto, nunca pensé que yo no te fuera suficiente.

—Leo, estabas comprometido con una chica, y me repetiste infinidad de veces que jamás estaríamos juntos más allá de lo clandestino. Eres un hipócrita. Déjalos ir, te prometo que jamás sabrás que yo vuelva a ver a mi amante.

—Dime quién es, por favor —dijo Leo mirándolo fijamente, casi que suplicando como Sasha lo hizo al inicio. El hombre que fingía como esposo por fracciones de segundo sintió pena por él. Lo que había visto era más de lo que podía soportar. No pudo decirle nada a Viktor porque Leo entró con ganas de tener intimidad pero el alcohol hizo lo suyo y cayó de bruces. Sasha lo arrastró hasta su habitación y de nuevo se atrincheró y cuando intentó volver a comunicarse con Viktor, éste ya no contestó.

Se levantó de improviso asustando un poco a Leo, se acercó hasta la silla más cercana y le miró desafiante.

— ¿No lo dejarás ir, porque lo quieres solo para ti, verdad Viktor? — Leo le miró y sonrió como nunca lo había hecho en su vida. Lo tomó por las manos y se las besó. Sasha empezó a temblar, si se acercaba más podría notar de alguna forma que él no era su hermano patinador. Se soltó rápidamente, bajó la cabeza mientras el esposo no dejaba de sonreír.



***********

Veintinueve años atrás, una jovencita finesa volaba a Rusia para estudiar un curso de verano. El idioma se le hizo un horror pero con paciencia pudo ubicarse por San Petersburgo. En esa universidad conoció un joven ruso, que quedó prendido de sus ojos azules de zafiro y su cabello rubio tan plateado. Insistió el muchacho ante la resistente jovencita de Finlandia y a medias palabras logró que aceptara salir con él. Ese verano jamás lo olvidarían y tanta sería la magia que encontraron al tocarse sólo las manos que ella dejó todo y se quedó con él. Tuvieron que empezar de cero y vivir en un departamento diminuto, pero enorme en amor e ilusiones. En un descuido, ella acogió en su vientre a una nueva vida. La pareja estaba feliz, a pesar que el dinero no lo tenían en montones. Fue un embarazo difícil, por poco la criatura no lo logra y después de un parto largo y complejo nació un bebé varón, al que llamaron Viktor. Tenían que celebrar con su nombre que ese pequeño hubiese vencido tantos obstáculos para nacer. Hermoso idéntico a su madre.

Como sueñan las sirenas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora