Ocho

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—Chicos, ella es Takumi (Tn)-san. A partir de hoy será compañera de ustedes. Confío en que la ayudarán a integrarse.— La maestra me volteó a ver después de presentarme al que sería mi nuevo grupo. —Vamos, tu nombre ya lo sabemos.. Cuéntanos algo de ti.

Mordí ligeramente mi labio inferior. Estaba asustada, no quería estar allí y mucho menos tener que hablar frente al grupo.

Suspire nerviosa.

—B-Bueno... Y-Yo...— Antes de poder continuar, una niña levantó la mano.

—Maestra, quiero preguntarle algo a la niña nueva.

—Adelante.— Respondió.

—Mi mamá dijo que antes trabajaba para una familia rica, pero hicieron cosas malas y por eso fueron maldecidos y asesinados...— Dijo sin una pizca de delicadeza. —... Solo una niña sobrevivió y su nombre era igual al de ella...— Me señaló con una mueca. Ya sabía a dónde iba todo esto. —... ¿Eres tú esa niña?.

La maestra volteó a verme con una sonrisa.

«Falsa»

—Vamos niños, no sean así..— Pidió con fingida simpatía.  —... (Tn)-san, toma asiento.

Asentí conteniendo lágrimas. 

Después de ello, nadie me dirigía la palabra. Ni siquiera la propia maestra.

Algo que yo sabía que pasaría.

El mundo espiritual era dirigido por Deidades, por lo tanto, todo debia ser puro. Si llegaban a maldecirte, eras un errante. Un don nadie. Dejabas de existir ante el mundo y la sociedad.

Yo lo era.

Se suponía que debía morir cuando esos dos demonios aparecieron en mi casa; quemando y asesinando a cualquier alma se cruzara en su camino. ¿Cómo no morí?, era un misterio.

Cuándo desperté después de la tragedia, me encontraba bajo un árbol con leves quemaduras y horribles recuerdos del cómo mataron a mis padres frente a mi.

Lo que pasó después fué peor; no tenia a nadie, vagaba por las calles, por bosques, los campos. Todo, para buscar cada noche algo que comer o dónde dormir.

Meses siendo una niña desolada y totalmente abandonada por todo ser viviente, hasta que apareció ella.

Una noche mientras degustaba un trozo de pan duro que encontré por casualidad, frente a mi apareció una figura femenina con una sonrisa.

—Ven conmigo.— Me tendió su mano, la cuál acepté sin dudar. Fue un impulso, su aura mostraba tanta gentileza, calma... Tranquilidad. —Puedes llamarme Yonomori-sama. No volverás a estar sola.

Ella me brindó un hogar. Una familia.

Y por ello estoy aquí. Porque quería convertirme en su familiar, yo deseaba con tanto anhelo ser digna de servirle.

Cerré los labios evitando dejar salir sollozos mientras escuchaba los susurros a mi alrededor.

—No le hables.

—No es como nosotros.

—No pertenece aquí.

Apreté la mandíbula mordiendo mi mejilla por dentro. No iba a lucir débil frente a ellos. Yo no.

—Hola, soy Koichi.— Escuché a mi lado. Su voz sonaba tan tranquila que no pude evitar sentir curiosidad.

Lo ví.

Me estaba sonriendo y mantenía su mano extendida esperando que yo la tomara. Y si, lo hice.

Él sólo amplió su sonrisa y sus ojitos brillaron. Y no pude evitar devolverle el gesto.

Obsesivo Amor. (Tomoe y tú)Where stories live. Discover now