Capítulo 22.

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Nathan.

Hoy mientras follaba con Elizabeth recibí una llamada de Karla, dijo que mis padres habían conversado con los suyos y les dijeron donde sería mi luna de miel, gracias a ellos Karla tomó el primer vuelo hacía Bali.

Después de el almuerzo regrese a la habitación y decidí llamar a Karla.

¿Si? - se escuchó en la bocina del móvil.

Hola guapa - se que le encantan los halagos.

Pensé que estabas ocupado - en sus palabras se notaba la molestia pero se lo que tengo que hacer.

Lo siento, tenía unos correos pendientes que debía enviar - detesto ser cariñoso pero todo lo hago por un buen polvo.

Está bien sólo porque te necesito y quiero tener sexo contigo - esas palabras accionaron algo dentro de mí.

¿ En qué hotel estás ? - quería estaré ahí lo más pronto posible.

No lo sólo llegue y me registré en recepción, ahora te envío la dirección.

Puedes hacerlo lo más rápido posible - estoy ansioso, ya quiero está dentro de ella.

Ahora mismo lo hago, no tardes - su voz se tiñó de un tono sensual.

Me doy un baño y salgo a el hotel.

Te estaré esperando, adiós.

Adiós nena.

Finalice la llamada y me dirigí al baño, me desvesti y tome una ducha muy corta. Al terminar coloqué un pantalón y salí en busca de una camisa y un par de zapatos, cuando salí Elizabeth estaba ahí me miró un segundo y luego desvío su mirada, busque lo que necesitaba y regrese al baño por unos últimos toques en mi cabello y colocar un poco de perfume.

Al parecer Elizabeth no había notado nada de lo que había hecho hasta que tome mis pertenencias y las guarde en mis bolsillos.

Le dí una tarjeta con el número telefónico de Susana y salí de casa rumbo a la dirección que había enviado Karla, tarde al rededor de 40 minutos en llegar realmente estaba muy lejos. Al llegar fui directo al elevador y hasta el piso que había indicado en el mensaje, busque la habitación y al llegar a ella toqué la puerta, en menos de lo que espere Karla estaba en la puerta.

— Te estaba esperando - se hizo a un lado para dejarme entrar.

— Estas muy lejos de... - me quedé en silencio en el momento en el que giré, lo que estaba viendo me dejó sorprendido.

Se había quitado la bata que llevaba puesta y ahora sólo tenía pequeña lencería que no dejaba nada a la imaginación.

— Te gusta lo que vez - por alguna razón imaginé a Elizabeth en esa lencería.

— Sí- pero me encantaría verla en el cuerpo de Elizabeth.

La distancia entre nosotros fue disminuyendo gracias a los pasos de Karla, una de sus manos fue directo a mí cuello y la otra a mí entrepierna. Sus labios encontraron los míos para fundirse en un beso lleno de excitación y necesidad.

Casada Con El SexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora