Capitulo 1

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Septiembre 

Emily Fields tenía razones para estar nerviosa, era su primer día de clases. Después de las vacaciones familiares durante esos dos meses había olvidado completamente que tendría que volver al instituto. 

Ahora cursaba su primer año de secundaria. Esperaba que cualquier compañero de su escuela anterior estuviese en la misma clase que ella, aunque no serían muchos. 

Echó su cabello oscuro hacia atrás como un acto nervioso, sentía las manos bañadas en sudor al entrar al salón. Habían muchos chicos y chicas que no reconocía, comenzaba a sentirse nerviosa, en verdad. 

Eso, hasta que logró vislumbrar una cabellera rubia entre la multitud y prácticamente saltó, pegando gritos. 

-¡Hanna!-la llamó, emocionada.  Mientras se acercaba a la chica, la mencionada pareció reconocerla y se lanzó a abrazarla. Su amiga era un poco  más pequeña que ella y siempre andaba sonriendo, sus ojos eran azules claros y su piel más clara que la de Emily. Eran todo lo contrario. La piel de Emily era morena y su cabello oscuro, ojos de un café brillante. 

-¡Emily Fields, gracias a Dios! Pensaba que estaría sola-le sonrió y fueron juntas a sentarse, en el salón. 

-¿Has visto a alguien más? Yo juraba que estaba sola, no muchos se matriculan en este instituto-comentó, cruzando las piernas. 

Emily se recostó en la mesa. 

-Hasta ahora sólo tu, pero es mejor así-confesó con una sonrisa juguetona.  Los estudiantes iban entrando al salón y la morena no reconocía a nadie, parecían estar en mundos diferentes.  Emily era una chica relajada. Podría durar todo el día dibujando o escuchando música, también utilizaba ropa cómoda: unos vaqueros desgastados, camiseta blanca, zapatillas deportivas y una chamarra.  Ella no tenía muchos amigos pero en estos momentos se encontraba feliz con Hanna, desde casi siempre habían sido amigas y ahora no estarían solas. Se tenían la una a la otra. Las chicas estuvieron un rato conversando sobre sus vacaciones, hasta que Emily escuchó unas risas. 

Por la puerta del salón entraron dos chicas, una era castaña y la otra rubia. Pero quien capturó la atención de la morena fue la rubia. Lograba emanar alegría mientras reía por uno de los chistes de la otra chica, quien era más alta y de cabello liso. Sus miradas se encontraron por unos segundos. Emily se perdió en unos ojos azules tan profundos como el océano.

Tan pronto como empezó, todo acabó. Ella apartó la mirada y la chica castaña hizo lo mismo mientras se marchaba con su amiga a los asientos frente al pizarrón. 

-¿Qué paso? ¿Encontraste a alguien conocido?-preguntó Hanna, levantando el rostro para buscar entre las personas. 

Emily negó. 

-No fue nada-sonrío a su amiga y cuando entró el profesor, empezó la clase. 

Se presentó a los estudiantes y comenzó a dar un pequeño discurso, les indicó que por orden de mesa deberían ir al centro de la clase y presentarse. 

Emily no quería, siempre le entraban los nervios al hablar en público. Por suerte, ella se encontraba en la cuarta fila y tardarían un poco en llegar a ella.  Los chicos fueron pasando y la morena se sorprendió cuando Hanna fue sin problemas y al volver le sonrió, divertida. Por eso le agradaba, siempre había admirado su seguridad en si misma. 

Comenzó a hacer garabatos en su cuaderno, para distraerse. Iba muy bien, cuando llamaron a una chica. Vio a la misma rubia, levantarse. Se veía muy linda con sus jeans oscuros y una blusa. Caminaba con seguridad y confianza mientras mostraba una sonrisa coqueta en sus rosados labios.  Se paró al frente de todos, sin mirar a nadie en especifico. Era muy femenina o eso pensaba Emily, por sus cejas delgadas y su manera de caminar. 

-Alison Dilaurentis, un gusto-sonrío, pestañeando, y de seguro la mitad del salón ya pensaba que era linda. 

Emily apartó los ojos de la hermosa rubia y volvió a hacer garabatos. No le importaba. Después de un rato era el turno de ella. Se levantó seguramente con el rostro pálido y fue hacia el frente, algunos murmuraban y otros reían bajito. 

Emily lo ignoró y siguió. Desde que estaba en primaria siempre era el centro de las burlas, pero con el paso de los años había aprendido a no darle importancia. 

Alison la miraba con interés, apoyaba la barbilla en su mano y mordía uno de sus dedos. Aun haciendo aquel gesto, se veía increíblemente guapa y por más que decir femenina. Emily intentó por todos los medios no observarla y al terminar fue como un rayo a sentarse en su asiento. Soltó un suspiro y observó cómo su amiga rubia alzaba los pulgares, en señal de ánimo. Después de dos horas tenían que cambiar de clases. Emily, apresurada, recogía sus libros mientras su amiga la apuraba. 

-¡Emily, mueve el culo!-le apresuró Hanna en la puerta. 

-¡Espera, Hanna!-le pidió, siguiéndola, porque la rubia se había ido al pasillo.  Sintió que alguien la empujaba por el hombro y se le cayeron todos los libros. Había una chica de piel oscura y cabello negro frente a ella, riéndose. 

-Ay, disculpa. No te había visto-mintió con ojos burlones, Emily la miró mal y comenzó a recoger sus libros. 

A su lado pasó otra chica, que pateó uno de los libros en el piso. Era otra de las amigas de Alison, la castaña que entró con ella. 

-Estabas en mi camino-excusó y se echó a reír con la otra chica. 

Emily frunció el ceño y miró a Alison, que apareció junto a ellas. 

-Chicas, no sean tan malas-les dijo en broma, aunque también sonreía y miraba a la morena en el suelo-. Pobrecita, Vero. 

Alison se estaba burlando de ella y, a pesar de eso, Emily seguía pensando que era hermosa. Intentó descubrir el por qué, pero no lo consiguió. Logró volver en si misma cuando las tres chicas se fueron por el pasillo. 

Hanna llegó hasta ella, disculpándose por dejarla sola. Emily le restó importancia, pero seguía pensando si Alison Dilaurentis y sus amigas serían las idiotas que le harían la vida imposible el resto del año. 

Puede que estuviera en lo correcto.

Rivales (Emison)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora