EN AQUEL TIEMPO

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En aquel tiempo yo era una joven un poco superficial, lo reconozco, aunque ya en la vía del Aikido pero muy al principio.
Divorciada y buscando el amor, ese amor que yo no sabía que ya tenía dentro de mi, no necesitaba buscarlo fuera .
Una noche conocí a un chico, era tan guapo como enigmático y atractivo, hablamos cuatro palabras nada más pero lo tenía todo el tiempo en mi cabeza y soñaba con sus ojos verdes felinos, era esto, sus ojos los que veía en mis sueños, pase una semana muy extraña, el tiempo parecía fuera de lugar .
Hasta que la siguiente noche que salí volví a encontrarlo y ya no pudimos separarnos, durante dos semanas y media pasábamos juntos todas las horas posibles, era un tiempo fuera del tiempo, con la categoría de un sueño, no de la realidad.
Hablábamos y  hablábamos y también nos mirábamos y brotaban chispas de pasión, pero el sexo no terminaba de fluir.
Una mañana de sábado jugábamos en mi cama y de pronto se quedó muy serio y dijo que tenía que decirme algo, pero no acababa de soltarlo .
Sudaba y no se decidía .
Yo le preguntaba si es que estaba casado o hasta llegue a decirle si era un extraterrestre lo cual en ese punto no me habría extrañado.
De pronto soltó.
Tengo sida.
Me quedé helada porque era lo último que hubiera imaginado, pero fueron segundos, reaccione y lo abracé.
Hace 20 años el sida era una enfermedad maldita, un tabú, eso que tenía gente que yo no conocía .
Yo en ese minuto mismo decidi que seguiría con el, pero la historia no cuajo y no por mí parte sino porque el chico estaba lleno de miedos, lógicamente, el me decía que cada día que pasaba estaba mejor conmigo y esto le asustaba porque si un día se acababa iba a ser muy duro .
Yo no entendía esta idea del futuro, pensaba y pienso que sí está bien se disfruta y si se acaba ya me preocuparé en su momento, pero ahí poco más pude hacer.
Fue una de mis rupturas más dolorosas, fue pasar del enamoramiento a la perdida sin transición ni amortiguador.
Pero ahí comenzó realmente la historia, mi historia de amor con el sida, más concretamente con las personas que sufrían esa enfermedad.
Me hice voluntaria en una ONG, que prestaba apoyo y ayuda de todo tipo a estas personas y conocí gente que se quedó en mi vida para siempre.
Esto sí que fue un tremendo aprendizaje a golpe vital, sin escudos ni barreras porque nunca fui capaz ni quise usarlas.
Empezé dando masajes como quiromasajista que soy y luego ayude de diversas formas.
Hacíamos salidas, excursiones, como una familia muy diversa y extensa.
Cuánta necesidad de amor.
La camilla de masaje se convirtió en un confesionario desde el primer momento.
Hice visitas a hospitales.
Ayude a sanar aunque entonces no sabía tener ese don.
Escuché, abraze, estuve ahí de mil maneras.
Tantas experiencias necesitarían un libro entero.
Muchos murieron, si, así es, aún mueren .
Todos se quedaron en mi corazón.
Con el tiempo abandoné la asociación por diversas causas, pero muchos vínculos los más fuertes permanecieron.
Ahora el sida ya no suena tan terrible.
Es una enfermedad extraña, un intruso que se camufla en el propio cuerpo para no ser reconocido, un intruso traidor, macabro y ladino .
Espero que esa vacuna tan ansiada por tantos esté muy cerca ya.

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