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Chelsea estaba asustada escuchando la pelea en su hogar, o más bien una casa sencilla donde vivía una chica de trece años junto a su madre y la pareja de esta. Oía a su padrastro mientras golpeaba a su mamá, venía llegando a una casa luego de estar un día entero afuera, el olor y la cerveza llegaba a la habitación de la chica de cabello negro mientras ella sollozaba en un rincón.

De repente un mueble enteró cae en el piso de abajo y el vidrio se escucha romper. Chelsea se enojó más consigo misma y echo pesadamente su cabeza hacia atrás que hacía la pega, el dolor provocó, pero el dolor que más se sintió fue el insuperable mueble que quedaba de las manos de su padre se había destruido, era el único mueble con vidrio dentro de la casa y ella lo que más deseaba era la entrada de un pedazo de vidrio a su padrastro, o incluso a si misma, solo para estar devuelta con su papá.

Se acordó que era martes y tenía clases de natación, '' por lo menos se podía estar fuera de este infierno '' se decía para sí misma cuando estaba ordenando las cosas necesarias para la clase en su mochila, pasó al baño y se miro al espejo , los ojos azules estaban apagados, tristes a la vez. Se dio el valor suficiente para enfrentar la situación y ojalá cruzar desapercibida.

Bajó las escaleras lentamente, los gritos se hacían más fuertes por cada escalón que pisaba.

-Sé que tienes otra, - confesó su madre, - si quieres vete con ella, pero no me hagas daño, por favor. - suplicó como si tuviera que hacerlo.

La chica se había detenido en cuatro escalones de tocar el piso, estaba tan temblorosa que intento bajar un escalón más y cómo se había soltado la baranda, resbaló.

No tuve tiempo de escuchar los regaños que le lanzaron a ese hombre y salió corriendo.

Empezó a caminar, ni la ubicación se iba a ir en el autobús, era incomodo para ella y sobre todo, se iba a ser las miradas de las señoras.

A mediados del camino se quedaron familias felices, o al menos así se veían, con una sonrisa en la cara, o incluso con abrazadas sacándose fotografías, lo que pudo haber sido un charlar tranquilo en el parque por el que tuvo que atravesar. Ella quería esa tranquilidad o esa felicidad o incluso ambas cosas, pero no la tuvo después de sus siete años, no había vuelto a tener después de la muerte de su padre.

Sentía mucha pena por todo lo que estaba pasando por su madre en ese momento.

Eran las tres de la tarde y Chelsea tenían sentada en una banca de una plaza cercana al lugar donde asistía a natación. Faltaba solo diez minutos para que la clase comenzara y no tuviera nada que hacer durante ese trayecto, se pusiera de lado la calle llena de tráfico automovilístico e imaginó como las personas según el color de sus autos. Luego de pensar la vida completa de cada persona, se aburrió y se dirigió a la clase.

Una cuadra y pudo ver el letrero '' Escuela de Triatletas ''. Lástima que ella venía solo por natación, incluso así, ella sabía que su salvación era la misma, pero sí la natación.

La natación era la salvadora de los malos momentos.




Su escritora, Juliana DEL RÍO.

A través del agua. [Trilogía Juegos Mentales]Where stories live. Discover now