Capítulo 4

924 82 27
                                    

Andrea

Recuerdo la primera vez que lo vi, tenía 7 años, él y sus padres se mudaron al lado de mi casa, mi papá y su papá trabajaban en la misma empresa así que mi papá fue quien hizo todo para que ellos sean nuestros vecinos.
Desde el primer día Sam y yo nos hicimos amigos, tal vez por tener la misma edad o porque eramos los únicos niños de la calle, no lo se, lo que si sé es que desde que él llego a mi vida soy feliz.
Son once años de amistad, donde siempre nos apoyamos en todo, nos contamos intimidades, y secretos.
Sam es muy popular en la escuela, las chicas mueren por él, suspiran cada vez que él pasa, aspiran su perfume como si fuera droga, no entiendo porque aun después de tener más de cinco novias nunca concreto con ninguna, que yo sea virgen es entendible, no soy guapa, no soy femenina, es más hasta algunos piensan que soy lesbiana porque me gusta el fútbol, no me maquillo, no uso ropa de mujer y siempre ando despeinada. ¿Quien se fijaría en una mujer con esas características? Nadie.

Tal vez por eso le propuse a Samuel eso de acostarnos, él siendo tan guapo puede perder la virginidad con la que él quiera pero yo, si no es con mi amigo tal ves moriré virgen.

Desde hace un par de años me di cuenta que yo no miro a Samuel como a un amigo o como hermano, me gusta, quisiera ser su novia y que me diga te amo, que me bese y me haga el amor.

Por eso para mi fue muy especial la noche de anoche, él tuvo sexo, yo hice el amor, no solamente le entregue mi virginidad, también le entregue mi corazón, mi alma y todo mi ser, ya no siento que me gusta, siento que lo amo, lo amo y duele saber que este amor nunca sera correspondido.

Antes de bajar miré que todo este como si nada pasó, si mis hermanos se enteran lo que hice con Samuel me matan y también a él.

Al llegar a la cocina salude a mis hermanos y preparé su comida. Roberto  y David son mis hermanos mayores, ellos son gemelos idénticos, dos gotas de agua, altos, musculosos y bien Fortachones, cuatro años mayores que yo, ambos son mi vida, los adoro igual que a mi papá, los tres hombres de mi vida --

princesita crees que podrás lavar mi ropa?

--Beto es muy fácil, pones todo en la lavadora y ya. --si, tengo un poco mal criados a mis hermano--

es que no sé. Andale muñequita, no seas mala --me miro con cara de perrito mojado y no tuve opción que decirle que si--

--y ya que estas también lo mio --David mi otro hermano aprovechó la ocasión y también me pidió el favor--

-- ¿algo más? --pregunte sarcástica pero ellos solo negaron--

nada, vamos Beto, el partido ya va comenzar.

--Ey ¿quien limpiara aquí?   

te amamos hermana --recibi un beso de Roberto y ambos se levantaron, me dejaron con la cocina sucia.
Esta es mi vida, vivir con tres hombres que no saben hervir agua, creo que en parte es culpa mía por consentirlos tanto.

Termine de limpiar la cocina, puse la ropa a lavar y subí a mi habitación, me sentía agotada no se si por lo de anoche o por limpiar tanto.
Me recosté, encendí el televisor y mire fútbol hasta quedarme dormida.

....

Luego de una mañana larga con clases aburridas, fui al campo y seguí con un entrenamiento intenso.
No solo me gusta mirar el fútbol, lo práctico y es una de mis grandes pasiones, amo este deporte. Mi papá fue futbolista, mis hermanos también juegan, tal vez de ellos herede este amor por el balón.

La IncondicionalWhere stories live. Discover now