Capítulo VIII: Lujuria; Como lo es la Necesidad de Sentir otro Cuerpo

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Ella dormía profundamente, las sábanas rozaban sus suaves y pálidas piernas. Fuertes y definidas. Perfectas. Sin poder evitarlo se relamió con suavidad los labios que sentía fríos, oh, tan fríos.

Se preguntó internamente cómo era posible que una persona se pudiese ver tan firme y fuerte y a la vez tan frágil y fina. Quizás era ella, quizás esa era su habilidad natural, demostrarle al enemigo debilidad para luego encestarle un golpe que lo dejase fuera de lucha.

Subió por sus largas y definidas piernas un poco más hasta encontrarse con que el piyama —un vestido de seda, ligero—le permitía ver más allá de lo que nadie jamás —obviamente además de él— podría ver de ella, la definida curva de su firme trasero estaba medio cubierto por una finas bragas de color oscuro, tal y como el vestido de dormir. ¡Gracias verano!, pensó casi involuntariamente, se sonrojó.

Sus ojos oscuros siguieron subiendo por el contorno de su cadera, su cintura, tapadas por el fino camisón, su brazo rozando ligeramente su estómago, ¡cómo envidió ese brazo! Su piel tan pálida que brillaba bajo la suave luz de la luna que se colaba por las cortinas mal cerradas, era casi como ver una escultura hecha con leche, con la leche más pura del mundo, blanca, tersa y suave. Tragó saliva.

Y sus pechos, oh, sus pechos, eran tan jodidamente perfectos, tan…Tan para él, era como si fuesen hechos a su medida, como si todo su ser encajara con el de ella. Como si fuesen realmente uno solo.

Sus ojos recorrieron su fino cuello hasta detenerse en su rostro.

La primera vez que vio a Gohan le pareció casi divertido el parecido que este tenía con su esposa, rasgos definidos, suaves, casi como si hubiesen sido pintados con un pincel fino y creyó que no podría haber nunca nada más perfecto que su hijo, como una combinación casi mágica y mejorada de ambos. Pero viéndola así, sus pestañas largas y tupidas casi rozando su mejilla, su pequeña y finas nariz, sus labios entre abiertos, su cabello negro esparramado por la almohada. Él no podía evitar creer que lo que estaba viendo, lo que se encontraba justamente a su lado, que ella era real y que pertenecía solo a él. Era un pensamiento tan egoísta, lo sabía, pero no podía evitar pensarlo, ella era de él como él era de ella. Y no había más.

Sus manos, sudorosas, se acercaron hacia el rostro de la chica y con una suavidad controlada comenzó a trazar cada parte de su rostro, su contorno, sus labios, su nariz, sus ojos, todo.

Se irguió y besó con suavidad la desnudez de su hombro.

La chica a su lado se removió incomoda, él no pudo evitar reírse por lo bajo. Kamisama, Milk tenía gestos tan divertidos. Y hermosos. Porque no podía engañarse a sí mismo, ella era hermosa para él y esperaba que nunca nadie pudiese notar lo que él veía, una belleza natural, una belleza especial, una belleza como ninguna otra.

Milk no necesitaba de maquillajes, no necesitaba de vestidos cortos y ajustados como los de Bulma, ella no necesitaba de sonrisas coquetas o miradas sutiles, con sus grandes ojos, su piel de porcelana, su cuerpo escondido tras sus trajes, su voz, su sonrisa, eso era todo lo que ella necesitaba para enamorar a cualquier hombre en la faz de la tierra.

Porque sí.

Él se sentía profundamente enamorado.

Porque sí.

Él ya sabía el significado de esa palabra.

Como Una Primera Vez ♡GoChi♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora